Querido director:
Gran revuelo ha causado entre la generación de los 90 y los primeros años del 2000 el NPR Tiny Desk de 31 Minutos, publicado en YouTube, que superó los 2,3 millones de vistas en solo 20 horas.
En redes sociales, muchos se mostraron emocionados, recordando una infancia que parece lejana, pero que sigue tan viva como siempre dentro de nosotros.
Somos una generación que, en gran parte, ha retrasado procesos que antes eran casi obligatorios a nuestra edad: formar una familia, acceder a una vivienda, o establecer una estabilidad económica temprana (algo cada vez más difícil por el aumento del costo de vida). Todo esto, en busca de un bienestar que combine lo económico con lo mental y emocional.
Como fanático de 31 Minutos, su música, letras y energía, este acontecimiento me inspiró a reflexionar sobre una de sus canciones más icónicas —quizá la más reconocida después de la intro—: “Mi Equilibrio Espiritual”.
Siempre me llamó la atención el personaje de Freddy Turbina, ese niño que se siente invencible tras quitarle las rueditas a su bicicleta. La canción, con su toque de rock y el inconfundible funk de Chancho en Piedra, transmite una euforia genuina: la de sentirse libre, capaz e imparable.
Al pensar en ello, no puedo evitar ver una metáfora más profunda. Las “ruedas chiquititas” representan nuestros miedos más profundos, esas limitaciones que nosotros mismos nos imponemos. Freddy, al quitarlas, experimenta libertad, emoción y una confianza que lo hace sentir invulnerable. ¿Será este un mensaje oculto que los creadores de 31 Minutos quisieron dejarnos?
Desde mi perspectiva, sí. La canción nos recuerda que crecer implica enfrentar los miedos, asumir el vértigo y la adrenalina que conlleva liberarse de lo que nos ata o avergüenza. Vivir plenamente —con todos sus altos y bajos— es lo que finalmente nos conduce a ese anhelado equilibrio espiritual.
Diego Montecino
Fanático de 31 minutos