CONTEXTO | Universidad Católica del Maule | Agencia UNO | Edición BBCL

Regiones: Más que un simple espacio electoral

04 diciembre 2025 | 12:15

La segunda vuelta presidencial se realiza con candidaturas que recorren Chile buscando recoger las necesidades y sueños ciudadanos para incorporarlos en sus discursos y programas, con el compromiso de materializarlos una vez se llegue a La Moneda. Esto es habitual, como también que los compromisos sólo se materializan parcialmente.

Concluidas las elecciones parlamentarias –toda la Cámara y mitad del Senado-, la primera vuelta presidencial y ad portas de la segunda vuelta de la elección presidencial, se hace propicio compartir algunas reflexiones sobre cómo la realidad regional chilena fue parte del debate, especialmente en las candidaturas a La Moneda.

Un primer dato es la distribución de electores por región. Los números son decidores. De los 15.618.167 electores a nivel país, en Santiago se concentra el 39%. Cifra que no sólo revela la anómala distribución de la población en el territorio, sino que ha derivado en una extraordinaria concentración del poder político y de las actividades sociales, culturales y sobre todo económicas.

Lamentablemente esto también se expresa en las recientes elecciones. El centralismo y las desigualdades territoriales son temas muy ausentes en los debates presidenciales. A lo que se suma la tendencia de los partidos políticos de trasladar a regiones candidaturas decididas en la capital, omitiendo que representar a comunidades con sus historias y particularidades sociales, productivas y culturales propias requiere más que una militancia partidaria, conocimientos y un compromiso auténtico con sus coterráneos.

El peso del centralismo, en algunos casos, y el desarraigo en otros, explica que muchas veces se aprueban proyectos de ley que desconocen las propias realidades regionales. Esto ocurrió con la ley que eleva requisitos de ingreso a carreras de pedagogía. Todas las proyecciones anticipan que en el año 2026 la matrícula podría caer un 50% promedio a nivel nacional, lo que será más gravoso en regiones de zonas extremas o menor población, donde el escaso número de estudiantes tornará inviables muchas carreras.

Lee también...

La segunda vuelta presidencial se realiza con candidaturas que recorren Chile buscando recoger las necesidades y sueños ciudadanos para incorporarlos en sus discursos y programas, con el compromiso de materializarlos una vez se llegue a La Moneda. Esto es habitual, como también que los compromisos sólo se materializan parcialmente.

Universidades Regionales

En este contexto, desde las universidades regionales hay varios temas que, no por reiterados e incumplidos, debiéramos omitir.

Primero, asumir desde las políticas públicas, lo que significa el quehacer universitario en muchas regiones, misión que enfrenta condiciones distintas a las de la capital.

En la formación de profesionales y técnicos acogen a estudiantes que traen importantes brechas de escolaridad, de familias de contextos vulnerables, oriundos de comunidades rurales e indígenas. Superar tales carencias demanda cursos de nivelación, apoyos económicos y a veces psicosociales. Misión noble y extraordinaria que asumen las universidades regionales.

Los aranceles que se pagan por estudiante no cubren estas necesidades y tampoco que, en muchas universidades, de regiones con baja población, los cursos tienen menor matrícula, haciendo considerablemente más oneroso su sostenibilidad económica.

Las universidades son en muchas regiones los únicos centros de investigación que han construido laboratorios, creado comunidades científicas y establecido colaboraciones con el sector público, privado y sus contrapartes del resto del mundo.

Los fondos concursables no terminan por considerar las diversas realidades de los contextos en que se realiza ciencia, enfatizando una igualdad de condiciones evidentemente ficticia. La emigración de talentos a Santiago habla por sí sola. Sin embargo, y pese a todo, las universidades regionales hacen una contribución científica al país muy superior a los recursos que reciben.

El centralismo también se da en el ámbito del arte y la cultura. De los pocos recursos que el país destina, son escasos los que llegan a regiones. No obstante la falta de apoyo, las universidades son los principales agentes de desarrollo en este tema. A la formación de docentes en arte y cultura, suman espacios, equipos y toda una infraestructura que permite realizar estas actividades. Sus planteles cuentan con radios y canales de TV, orquestas juveniles, grupos de teatro y danza, entre otros.

Las comunidades regionales mantienen altas expectativas sobre sus universidades. Por eso todas ellas tienen convenios y programas de trabajo regulares con los gobiernos regionales, municipios, servicios públicos, organizaciones sociales, gremios productivos de la gran, mediana y pequeña empresa, especialmente pymes. Sin obviar el trabajo con pueblos originarios, agrupaciones de mujeres, jóvenes, inmigrantes, tercera edad, entidades del arte y cultura, medioambientales, entre otras.

Las universidades regionales realizan todas estas funciones en contextos sociales y económicos de menor desarrollo, con servicios públicos escasos de autonomía operativa y económica. No obstante esta asimetría, ellas ostentan similares niveles de excelencia y calidad de instituciones que operan en realidades mucho más favorables.

Estos temas, tal como ha ocurrido en otros eventos electorales, son parte de discursos y declaraciones. Sin embargo, más allá de los énfasis discursivos, ellos no han sido resueltos por las diversas autoridades gubernamentales ni tampoco abordados en el Congreso, no obstante que el 60% de los parlamentarios (as) son de regiones.

Pese a estas extrañas circunstancias –realidades evidentes que sistemáticamente no son asumidas-, las comunidades universitarias regionales siguen, como ayer, hoy y lo harán mañana, realizando su noble labor de trabajar por sus comunidades, las que siempre les han dado la más alta valoración.

Ojalá los temas expuestos sí sean efectivamente considerados por nuestros liderazgos políticos y quienes asuman la conducción de nuestro país. Chile está constituido por 16 regiones y 346 comunas que meritoriamente aportan al desarrollo nacional, por ello, merecen similar consideración de nuestras autoridades.