La apertura del Puente Industrial es una noticia largamente esperada por la Región del Bío Bío. No se trata solo de una nueva estructura sobre el río, sino de una obra que se inserta en el corazón del sistema logístico regional, cuyo verdadero sentido cobra forma únicamente si se completa la Ruta Interportuaria.
El origen de este puente está ligado al propósito de conectar los puertos de Lirquén, Penco, Talcahuano, San Vicente y Coronel en un corredor que optimice el transporte de carga y mejore la competitividad de la región.
Hoy se da un paso adelante: se descongestionará parte del tránsito de camiones y se fortalecerá la conectividad. Pero este avance aún es parcial si no avanzamos decididamente en la construcción de la Ruta Interportuaria, que dará la viabilidad financiera y estratégica al proyecto.
La logística no es un concepto abstracto: se traduce en empleos, en eficiencia para las empresas, en menores costos para los productores y en mayor dinamismo económico para todo el Bío Bío. Sin embargo, esta infraestructura debe también responder a las necesidades de la ciudadanía.
Por eso es tan relevante que se concrete la licitación de la Ruta Pie de Monte, en San Pedro de la Paz, proyecto urgente para mejorar la calidad de vida de miles de personas que hoy sufren los efectos de la congestión y del TAG. Esta obra no solo favorecerá a los vecinos de San Pedro y Coronel, sino también a todos quienes se movilizan diariamente hacia Concepción.
El Puente Industrial es, sin duda, un logro. Pero no podemos conformarnos. La visión de futuro para el Bío Bío exige pensar en un sistema integrado, donde puertos, carreteras y comunidades estén conectados de manera eficiente y justa. Solo así la región podrá aprovechar todo su potencial logístico y económico.
La tarea está planteada: avanzar hacia la Ruta Interportuaria y la Ruta Pie de Monte. Porque la infraestructura no es un fin en sí mismo, es un medio para mejorar la vida de las personas y asegurar el desarrollo del Bío Bío en las próximas décadas.