ARCHIVO | Memoria Chilena

A 52 años del golpe: La memoria no se negocia

10 septiembre 2025 | 11:39

Nos hablan de “cerrar heridas”, pero a 52 años del golpe las heridas siguen abiertas. ¿Por qué? Porque quienes saben la verdad guardan un pacto de silencio.

A 52 años del golpe militar que marcó a fuego la historia de Chile, la derecha, heredera de aquel quiebre democrático, insiste en una campaña que pretende borrar la memoria colectiva. Nos dicen que “ha pasado demasiado tiempo”, que debemos “dejar atrás el pasado”. Pero ¿cómo olvidar a los más de 2 mil ejecutados políticos, los 1.200 detenidos desaparecidos, los 28 mil prisioneros y torturados, los miles de exiliados y el millonario robo perpetrado por quien se autoproclamó Capitán General, conocido en los oscuros pasillos del Banco Riggs como Daniel López o José Ramón Ugarte?

No se trata solo de recordar. Se trata de entender que la memoria es el cimiento de nuestra democracia. Y que cada intento por relativizar, justificar o maquillar los crímenes de la dictadura no es una opinión legítima: es una amenaza al pacto civilizatorio que construimos con dolor.

Hoy, con proyectos de ley que buscan acelerar la identificación de los restos de los detenidos desaparecidos, la derecha no solo persigue la impunidad, sino que intentan convencer de que los militares no tuvieron otra opción más que masacrar a militantes políticos, destruir las manos de Víctor Jara, arrojar al mar a mujeres embarazadas con el vientre abierto, quemar vivo a Rodrigo Rojas o degollar a José Manuel Parada, Manuel Guerrero y Santiago Nattino.

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“Era inevitable”, afirmó hace meses una candidata presidencial, hija de un miembro de la junta militar. “El Congreso no es necesario”, señaló recientemente otro candidato de la ultraderecha, coherente con su admiración por regímenes autoritarios.

Nos hablan de “cerrar heridas”, pero a 52 años del golpe las heridas siguen abiertas. ¿Por qué? Porque quienes saben la verdad guardan un pacto de silencio. Porque los partidos de derecha y ultraderecha aún no reconocen las atrocidades cometidas por sus próceres. No se atreven a llamar dictadura a la dictadura, asesinos a los asesinos, ni ladrón al ladrón.

La memoria no es negociable. Un país que no enfrenta su verdad, que no hace justicia ni repara, está condenado a repetir los horrores del pasado. Y hoy, lamentablemente, vemos cómo la derecha y la ultraderecha relativizan el dolor y justifican lo injustificable. Figuras como José Antonio Kast representan esa añoranza por la dictadura, una amenaza directa a nuestra democracia.

Por eso, hoy más que nunca, alzamos la voz: Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición. Para que nunca más en Chile se repita el horror. Para que la memoria siga viva y la justicia no sea solo una palabra, sino un compromiso inquebrantable. ¡Nunca más!