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Fundaciones: la grieta de Boric

12 mayo 2025 | 10:13

Primer acto: la crisis entra a la oficina presidencial

El Presidente del partido del Presidente de Chile (diputado Diego Ibáñez, presidente de Convergencia Social) aparece en un grupo de Whatsapp discutiendo quién puso más plata en la campaña que llevó a Gabriel Boric a la presidencia.

El debate en la conversación privada es simple: quién aportó más; el partido o una fundación. Mientras, el director de esa fundación señala que es él quien más ha aportado y se atribuye a sí mismo el logro de que Convergencia Social sea más que Revolución Democrática, luego de tantos ninguneos (que eran efectivos). El director de la fundación no es el director de cualquier fundación, sino de una fundación que se ha caracterizado por recibir dineros públicos de manera extraordinaria en este gobierno. Esa es una de las conversaciones.

Pero hay más. El Presidente de Chile llama a la exesposa del director de esa fundación (Procultura), preocupado de acceder al teléfono de una tercera persona, representante legal de la misma fundación. Es decir, el presidente quiere hablar con la representante legal de Procultura y llama a la exesposa del director para obtener el teléfono.

¿Obstrucción o conflicto de interés?

Tanto ella como el director son amigos de Gabriel Boric. Este último busca aparentemente poder coordinar versiones entre su exnovia (y exprimera dama), Irina Karamanos, con la funcionaria de Procultura. Es una acción muy discutible legalmente, que podría constituir obstrucción a la investigación. Es un delito muy difícil de probar, pero es evidente que la solicitud del fiscal por ampliar las pesquisas eran pertinentes, pues no solo hay indicios de una proactividad en favor de la defensa de su exnovia, sino además (al situarla en coordinación con la fundación) el Presidente y Jefe de Estado está ayudando a mejorar la defensa de una fundación que eventualmente puede haber defraudado al Estado.

Es necesario recordar que como jefe de Estado, el presidente de la República debe mantenerse neutro y abstenerse de acciones en favor de personas que están siendo investigadas por posibles desviaciones de fondos públicos.

El conflicto de interés es manifiesto y la separación de poderes se ve alterada. El asunto va más lejos. En la conversación no saben si el patrocinio legal para la defensa de Procultura es de Jaime Winter, pero se asegura que es el abogado de la fundación en la práctica.

No hay impedimento legal expreso, pero el conflicto de interés es evidente: el hermano del candidato presidencial del partido del presidente de Chile, defiende a la fundación que habría defraudado al Estado y que, si llega a verse perjudicada en un fallo, podría poner la lápida al gobierno. Gonzalo Winter no es solo el candidato del Frente Amplio: es además la figura política más cercana a Boric en todo su camino desde 2012.

El mismo presidente participa activamente en coordinar acciones de una causa que involucra a un cercano (Alberto Larraín) y señala que no se puede hacer el huevón (sic).

Va más lejos el presidente, recuerda que le ofreció cargos a Larraín, pero fue bloqueado a por Izkia Siches.

Psiquiatras, contratos y viejos amigos

Aisén Etcheverry, vocera de gobierno, señaló que:

    “Es de público conocimiento que Josefina Huneeus trató al Presidente en 2018 cuando él era diputado y se dio a conocer esto, que también es de público conocimiento, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). Ella fue su psiquiatra en ese momento”.

La vocera, de este modo, intenta decir que la llamada es de un paciente a su psiquiatra. Pues bien, es evidente que no es cierto. No es de público conocimiento que Huneeus haya sido la psiquiatra del presidente. No cuadran los lugares donde ella ha trabajado con el lugar donde él se atendió el Trastorno Obsesivo Compulsivo y no sería correcto que fuera ella quien le atienda porque se trasluce en la conversación una relación de amistad en la llamada que sería impropia de una relación de paciente psiquiátrico con su terapeuta.

Ahora bien, cuando el caso recién apareció como continuación de “Democracia Viva”, Alberto Larraín afirmaba (y se ufanaba) al interior de la fundación, que él había sido psiquiatra de Boric, aun cuando en la conversación con Josefina Hunneus el presidente menciona que Larraín era psiquiatra de su hermano.

La trenza de relaciones es muy corta: Josefina Hunneus Lagos, quien recibe la llamada, es hermana de Cristóbal, quien preparó los informes para la Reforma Previsional, y quien es uno de los socios de una empresa que ha sido señalada como favorita del gobierno, Unholster, incluyendo un contrato (con trato directo) que fue motivo de un reportaje de CIPER por las posibles irregularidades en el mismo. Además, los hermanos son hijos de destacados concertacionistas, uno de los cuales reconozco como un gran académico.

Como se sabe, este caso también involucra a Miguel Crispi, quien aprobó sospechosamente un pago de gran tamaño a Procultura sin respaldos. Crispi ha negado tener una relación con Larraín. Se sabe, eso sí, que Larraín aportó dinero a la campaña de Crispi. Y sabemos que la tía de Crispi aprobó el pago de “Democracia Viva”, con las mismas características que han llamado la atención de lo hecho por su sobrino.

Segundo acto: el Frente Amplio

Uno de los rasgos más problemáticos del Frente Amplio fue siempre su relación con el poder. O, más bien, su doble relación con él. De cara a las bases, el discurso era de radical participación democrática. Pero en la práctica, las estructuras reales de decisión eran cerradas, reducidas, y operaban con una lógica casi ritual de inclusión simbólica. Se generaba la ilusión de deliberación, cuando en realidad las decisiones ya estaban tomadas.

La Mesa Nacional del Frente Amplio, supuestamente el órgano superior de la coalición, era un buen ejemplo de aquello. Las personas que colaboraban políticamente conmigo tenían derecho a participar en ella. Yo mismo asistí en contadas ocasiones, no por negligencia ni desinterés, sino porque resultaba evidente que nada relevante se decidía allí. Era un decorado. Un espacio ceremonial.

Recuerdo una intervención específica en la que decidí decirlo con claridad: “Aquí no se toman las decisiones”. La reacción fue airada. Se me recriminó por cuestionar el valor del órgano superior. Entonces pregunté algo básico: ¿Dónde se administra el dinero de la coalición? ¿Quién decide sobre los recursos económicos y logísticos? La respuesta fue un silencio incómodo seguido de otra pregunta: “¿Qué dinero?”. Agregué que alguien había comprado las galletitas que estaban en la mesa.

Ese momento sintetiza una forma de operar que ha tenido el Frente Amplio. La política necesita recursos. No es un misterio. Pero se construyó una ficción moralista según la cual hablar de dinero era casi una ofensa. Mientras tanto, las decisiones logísticas, administrativas y estratégicas se tomaban en otros espacios, invisibles para la mayoría. Y las bases, por supuesto, mantenidas en la más absoluta ingenuidad. No había transparencia. Había un guion.

La relación con el dinero, hay que decirlo con todas sus letras, ha sido una zona de hipocresía constante en el mundo frenteamplista. Durante años el rumor señalaba que el Excel lo llevaba Echecopar, pero nunca se supo si existía el Excel. Del dinero no se hablaba.

El rol político de las fundaciones

Las fundaciones asociadas al Frente Amplio no fueron inocentes herramientas técnicas ni espacios neutros de trabajo social. Cumplieron un rol político clave.

En “Democracia Viva” hoy sabemos que su fundador, Daniel Andrade, señalaba que su proyecto debía reemplazar a Felipe Berríos, símbolo nacional respecto a la búsqueda de soluciones en campamentos. No parece casual que, desde el sector frenteamplista del gobierno, se denostara el nombre de Berríos señalando que generaba ‘anticuerpos’ en el mundo feminista asociándolo a la revictimización de quienes habían sufrido violencia sexual. Pocas semanas después surgirían las denuncias contra Berríos por parte de Juan Pablo Hermosilla. La conveniencia de una caída de Berríos para validar nuevos proyectos en la zona es evidente. Y la participación de Hermosilla añade oscuridad al asunto.

Las fundaciones fueron estructuras paralelas al proyecto político desde donde se articuló poder, influencia y, en no pocos casos, el acceso a dinero y cargos. No hay que ser especialmente perspicaz para notar que esas fundaciones fueron, en muchos sentidos, la trastienda del proyecto.

Y esa trastienda hoy está parcialmente expuesta. Lo que antes se escondía bajo una épica de cambio, hoy aparece como una práctica poco ética, cuando no directamente irregular. El Frente Amplio no fue el único espacio político que cayó en esas contradicciones, pero fue quizás el que más retóricamente prometió no hacerlo. Y ese es un pecado más grave.

¿Captura del Estado?

Lo más grave de estas fundaciones y sus irregularidades, es que podemos estar vislumbrando la captura del Estado. Este concepto se usa para describir a la influencia indebida de actores privados o redes político-partidarias sobre instituciones públicas, de modo que las decisiones y recursos del Estado se orientan a beneficiar intereses particulares en lugar del bien común. Esto incluye:

    a) Designación de cargos estratégicos con fines clientelares.
    b) Asignación de fondos públicos a entidades afines de manera discrecional.
    c) Uso de fundaciones u ONGs como intermediarias para desviar recursos o evadir regulaciones.
    d) Generación de un ecosistema empresarial afín al proyecto político

Los casos de “Democracia Viva” y “Procultura” son candidatos fuertes para revelar una posible estructura paralela que va ‘capturando el estado’, estando bajo investigación altos cargos del país y de gobiernos regionales.

El posible patrón de obtención de recursos públicos, la baja fiscalización y la existencia de redes político-administrativas asociadas configuran una forma de captura más estructural y tecnocrática.

Ambos casos revelarían cómo estructuras político-partidarias (Democracia Viva) o redes técnico-políticas (ProCultura) pueden aprovecharse de la debilidad institucional para capturar funciones y recursos del Estado. Se trata de formas de captura por colonización de funciones públicas por intereses particulares disfrazados de acción social o cultural.

Tercer acto: el amor a las fundaciones

Ya se han comentado las palabras de Íñigo Errejón donde recomendó la estructura de las fundaciones para mantener los proyectos políticos en tiempos de dificultades con una base económica autónoma. Algunos han tomado esa frase como una filosofía del Frente Amplio, sin mayores pruebas, aun cuando habrá que recordar que el Presidente Boric se paseaba en sus primeros días con un libro de Errejón en sus manos. Pero el punto en este acto es recordar que las historias sobre fuentes de financiamiento han sido permanentemente fuentes de confusión para la opinión pública. Las donaciones de Jackson de su salario, que señaló en respuesta a Eduardo Bonvallet, resultaron ser autodonaciones. Y los rumores de financiamiento internacional (ilegal en Chile) han aparecido constantemente.

Supuestamente Revolución Democrática habría postulado a un fondo de Open Society Foundation en 2012 y lo habría ganado. Giorgio Jackson y RD reconocieron haber postulado y adjudicado un fondo de OSF en 2012, por aproximadamente doce millones de pesos chilenos, destinado a actividades relacionadas con el movimiento estudiantil y la elaboración de propuestas sobre educación y democratización.

Jackson enfatizó que los fondos fueron ejecutados y rendidos conforme a la normativa vigente, y que desde entonces no han vuelto a recibir aportes de OSF.

Pero RD no existía en 2012. Ni tampoco había una fundación. ¿Cómo se postuló? ¿Se postuló realmente? ¿Quién recibió el dinero?

En 2016, tras la filtración de documentos por parte del grupo de hackers DCLeaks, se reveló que RD había recibido financiamiento de la Open Society Foundations (OSF). Según los documentos oficiosos, RD habría recibido $74.700 dólares entre 2013 y 2015 para apoyar actividades del movimiento estudiantil y crear una base financiera a largo plazo.

Por la misma época, militantes de RD fueron señalados por posibles irregularidades en su trabajo en el área de educación de la Municipalidad de Providencia. Conversando con Jackson, alguna vez le pedí los papeles para que nos los mandara a todos los candidatos de mayor exposición porque habitualmente los periodistas preguntaban y no sabíamos nada. Su respuesta fue: “es complicado, Matthei armó bien el caso”. El temor no cristalizó nunca, pero su conducta me dejó suspicaz.

Jackson y RD en general buscaron también articulaciones internacionales donde circulan fondos. El 5 de octubre de 2019 el periódico online uruguayo La Diaria, explicaba en una noticia, la existencia de un conjunto de organizaciones que orientaban su quehacer a luchar para evitar el colapso climático. Una de estas organizaciones era NAVE (Nuestra América Verde).

Cito la noticia:

“Ante este panorama crítico, emergen algunas iniciativas colectivas que intentan promover el debate y construir propuestas. Tal es el caso de Nuestra América Verde (Nave), que según su director, el chileno Rodrigo Echecopar (ex presidente de uno de los partidos integrantes del Frente Amplio chileno, Revolución Democrática), surge ante “la preocupación de que no se está respondiendo con la urgencia necesaria a la emergencia climática”.

“Nave es una iniciativa apoyada por la Fundación Saberes Colectivos y la Red de Innovación Política de América Latina, y su intención es presentar un plan de transformación económica y social para “descarbonizar nuestras sociedades, mientras avanzamos hacia mayores grados de igualdad y a la ampliación de derechos sociales”. Incluye compromisos regionales en diversas áreas, como energía, transporte, ciudades, agricultura, conservación y forestación, y también proyectos conjuntos de inversión en investigación y desarrollo, economía verde y financiamiento de carácter redistributivo. Los objetivos de esta iniciativa consisten en crear ‘una red de elaboración y colaboración entre liderazgos políticos y sociales comprometidos con una agenda progresista para enfrentar la emergencia climática’. Quieren dar la discusión, con una agenda ambiciosa para lograr ‘la tan necesaria transición ecológica"”.

(La Diaria, 5 de octubre de 2019)

El periódico señala los apoyos de NAVE: Fundación Saberes Colectivos y Red de Innovación Política. Esta última contaba —o contaba hasta entonces— con la participación de cuatro chilenos: Giorgio Jackson, Constanza Schönhaut, Catalina Pérez y el propio Rodrigo Echecopar. Algunos de los documentos publicados por esta red habían contado con apoyo financiero de la fundación Open Society.

Por otro lado, NAVE manifestaba más bien apoyo de la Fundación Ebert de Alemania, pero también se declara en el periódico que reciben de la red de innovación política. La fundación ya no parece funcionar y varios de sus documentos no son descargables. Su último director y la fundación misma no tienen presencia en redes sociales desde fines de 2023.

Hasta donde se señalaba -pero no hay información disponible en la web- NAVE funcionaba en Inglaterra, lo que permitiría eximirse de restricciones por no ocurrir en Chile el donativo, pero se estaría manifiestamente violando la ley que evita los aportes extranjeros e incluso los nacionales sin las formalidades adecuadas. Estos proyectos también habrían recibido apoyo de la CAF.

En general, la relación del dinero con las estructuras de poder en el Frente Amplio estaba basada en mantener a las bases de una total ingenuidad. Mientras el grupo administrativo era muy pequeño y cerrado, se invitaba ritualmente a todas las fuerzas del Frente Amplio a una participación en un órgano supuestamente superior de la coalición, que era la Mesa Nacional de Frente Amplio, que en realidad carecía por completo de poder. Esto lo pude presenciar con claridad. Pero del dinero no tuve acceso a ninguna información mientras fui presidenciable del Frente Amplio. Desde entonces debo lidiar, luego de una campaña de desprestigio de mi nombre en las bases del Frente Amplio, con la acusación patética de ‘picado’ o la más sofisticada de ‘traidor’.

Y esa responsabilidad la he llevado siempre por delante en mis referencias sobre dicho proyecto político. Y ante esa historia he procurado siempre encarnar tres actitudes:

En primer lugar, contrario a lo que piensan algunos frenteamplistas, he procurado no ser demasiado severo y he cruzado mis propios límites apoyando y ayudando a un proyecto que nunca se ha llenado de sentido y al que he intentado aportar.

En segundo lugar, he intentado actuar siempre con coherencia frente al espíritu original de un proyecto que nació canalizando el descontento y promoviendo un sueño de quienes empujaban con compromiso y convicción la necesidad de construir una sociedad mejor. Esa historia merece reconocimiento y también cuidado.

La tercera actitud que he procurado encarnar ha sido mantener una mirada crítica sobre las limitaciones profundas del proyecto. Porque desde su origen también convivieron señales preocupantes: una estructura débil, una reflexión política muchas veces superficial y, sobre todo, un personalismo creciente en algunos de sus rostros más visibles, con una militancia convocada a la ingenuidad y una elite interna que operaba (y opera) tras bastidores.

La estructura de poder del Frente Amplio fue siempre impermeable. Nunca vi a Gabriel Boric como una figura relevante en esa estructura. Es difícil decir si eso lo compromete o lo exime. Bueno, con él nunca se sabe si algo es de su responsabilidad o no lo es. No sé si es más un defecto que un talento o viceversa. Gabriel Boric fue, desde mi perspectiva, una figura pública con proyección mediática, pero sin peso real en las dinámicas internas de la coalición. Convergencia Social, su partido, siempre fue tan marginal como caótico antes de ser gobierno. Ahora desconozco la situación siendo el partido del Presidente del gobierno.

La verdadera conducción —para bien y para mal— estuvo en manos de Revolución Democrática y específicamente en la tríada Jackson, Crispi y Echecopar. Los partidos era acompañantes de los líderes.

Beatriz Sánchez fue anunciada como candidata por Jackson y Boric, sin preguntarle a nadie. Los partidos definieron esa candidatura mucho después de que fuera ya un hecho. Finalmente RD inscribió dos candidatos presidenciales para las primarias (Beatriz y yo), pero el trato fue disímil. Ambos nos desplegamos en las calles inscribiendo el partido y tuvimos una primaria pacífica en lo explícito. Trabajamos codo a codo, pero el Frente Amplio nos dio un trato completamente diferente, tanto en lo político como en lo económico. Además, a pocos días de terminar la primaria, comenzaron los ataques para expulsarme del Frente Amplio, idea que yo consideraba genial, pero no les interesaba que me fuera simplemente, querían que me fuera herido.

Fui represaliado tres veces con sanciones, dos dentro del conglomerado y hoy con un eterno sumario en la Universidad de Santiago que, según dichos propios del equipo de rectoría, gestionan mi caso desde el gobierno. La persona a la que le dijeron esto estaba muy dispuesto hasta hace poco a declarar este hecho ante la justicia, pero ahora no me contesta el teléfono. Esos son los hechos que vi en el Frente Amplio (y todavía guardo muchos).

El triunfo del Frente Amplio fue, en muchos sentidos, el triunfo de una crisis. No fuimos capaces de comprenderlo. Nos entusiasmamos con una victoria que en realidad era el síntoma de una enfermedad. Muchos leyeron el estallido social como una gran epifanía, una revelación del éxito de las luchas sociales. Cierto es que fue más bien un infarto. Un colapso. Una señal de que algo profundo se estaba descomponiendo. Y, al parecer, todavía no terminamos de entenderlo.

Ya es hora de cerrar.

El escenario actual marca un punto de inflexión mayor que cualquier otra crisis del Frente Amplio. El espectacular crecimiento del proyecto no se basó en las propias fortalezas, sino en las debilidades de las fuerzas políticas tradicionales. Ahora la caída del Frente Amplio comienza a consolidar la combinación más compleja que se conoce en el marco de las crisis políticas:

– En primer lugar, la valoración del gobierno como incompetente (el festival de datos equivocados de estas semanas ha sido una vergüenza patética que solo terminó por consolidar la imagen de insolvencia intelectual).

– Y, en segundo lugar, el juicio del gobierno como una trenza posiblemente corrupta de actores específicos que podrían estar involucrados en esquemas de obtención de recursos económicos desde las arcas fiscales, a través de la mediación de organizaciones de fachada.

Es probable que esta combinación regale al gobierno destrucción y caos para sus últimos meses en el poder. Si el caso Monsalve involucró al Presidente con intensidad, ahora el compromiso de Gabriel Boric con la situación es insoslayable.