Un ejemplo de unión y esperanza fue el que se vivió hace algunos días en Vallenar, región de Atacama, cuando toda una comunidad logró reunir a un joven con su madre en Colombia tras pasar tres años desaparecido en Chile.
El 30 de junio pasado, el hombre fue ingresado al Hospital Provincial de Huasco, luego de que los mismos vecinos de la comuna publicaran su fotografía en redes sociales para saber si alguien conocía algo de él, su nombre o quién era su familiar.
Así, tras dos intentos de la comunidad, el joven aceptó ser ingresado al centro de salud, ante lo que los funcionarios recuerdan que llegó “sin identificación, desorientado en tiempo, espacio y persona, ni red familiar”. Solo sabían una cosa de él: su nombre es Brayan González, según reveló él mismo, según consigna el Diario de Atacama.
El hombre no solo recibió ayuda del equipo de salud mental del recinto, sino que también ellos comenzaron en paralelo una búsqueda de quién se trata. De esta forma, según informa TVN Red Atacama, descubrieron que figuraba en la lista de personas desaparecidas en Colombia hace tres años.
A través de ese antecedente, lograron contactarse con Yuri, la madre de Brayan, quien no pudo ocultar su emoción al conocer la noticia: “Yo no lo podía creer. Cuando me dijeron que estaban seguros de que era mi hijo, por sus características, por su tatuaje, ese día lloré, grité, pero fueron lágrimas de felicidad”, recordó.
“Fue como si el alma me hubiera vuelto al cuerpo, porque yo vivía muerta en vida”, agregó la madre del joven con el mencionado canal de televisión.
De acuerdo a Leslie Tello Urzúa, enfermera de la Unidad de Salud Mental, el joven “gritaba en la calle, deambulaba, andaba por distintos sectores. Recorrió Vallenar y dormía en la calle, alimentándose de la voluntad de las personas. Además, nos enteramos de que hacía trueque, porque a veces la gente le daba una cerveza y él lo intercambiaba por galletas”.
Fue esto precisamente lo que instó a la comunidad de Vallenar a ayudarlo, tal como relató Nelson Castillo, psicólogo de la unidad: “Los vecinos decían en redes sociales que el joven no era delincuente, no andaba asaltando, no era drogadicto, solo estaba desorientado, con conductas erráticas como llamar a la madre, llorar en las noches”.
“No es una típica persona en situación de calle, que andaba pidiendo dinero, e impresionaba que algo le ocurría y la comunidad se comenzó a preocupar”, agregó.
Sin embargo, tras pasar las penurias propias de vivir en la calle, Brayan logró reencontrarse con su madre Yuri, concluyendo así en un final feliz poco usual.