¿Recuerdan cuando éramos niños, nos sorprendían haciendo algo malo y recurríamos a la vieja confiable para salvarnos? “Él me obligó a hacerlo”, siendo “él”, por lo regular, un hermano o amigo caído en desgracia.

Sin mucha vergüenza, dos de las mayores empresas tecnológicas mundiales recurrieron a este truco de pre escolares para tratar de recuperar el favor del gobierno de Donald Trump, quién ha sido un ácido crítico de las plataformas online asegurando que estas “censuraban” el discurso de los conservadores.

Según cuenta Business Insider, tanto Google como Facebook (Meta) enviaron una carta al congresista republicano Jim Jordan, quien está investigando el asunto. En ellas, no sólo aseguran que no cometieron ningún tipo de error durante con su manejo de la información durante la pandemia de Covid o las elecciones de 2020 (eeeh…), sino que culpan a la administración anterior de intentar forzarlos a discriminar a los conservadores.

“La administación de Joe Biden intentó influenciar la forma en que la compañía lidiaba con los contenidos en sus plataformas. Biden y sus funcionarios crearon una atmósfera política que buscaba influenciar las acciones de estos servicios”, escribió Google en una misiva que parece calcada a la que envió Mark Zuckerberg en 2024.

(Una aseveración curiosa considerando la reciente polémica del presidente de la FCC, quien exigió directamente la salida de Jimmy Kimmel tras sus dichos sobre la relación de los republicanos con el asesinato de Charlie Kirk, en una intervención “propia de la mafia” según sus mismos aliados).

Sin embargo Google llegó un paso más allá que Meta: indicó en su carta que cambiaría sus políticas en YouTube para “dar la oportunidad de regresar” a los usuarios que fueron expulsados de la plataforma por violar sus políticas sobre desinformación. Un ejemplo es el comentarista político Dan Bongino, quien en 2022 fue vetado de YouTube por cuestionar las políticas contra el covid, como el uso de mascarillas y hoy -qué cosas- es el director adjunto del FBI.

Y miren, está claro que el manejo de la desinformación en redes sociales siempre será polémico. Conservar o eliminar contenidos hará que uno u otro lado alegue inacción o censura, respectivamente. Sin embargo cambiar radicalmente de postura según el gobierno de turno debería dejarnos claro que los gigantes tecnológicos tienen una facilidad impresionante para borrar con el codo, los supuestos principios que acababan de escribir con la mano.