El tenista griego se instaló en su primera final de la temporada y comienza a recuperar terreno en el circuito ATP.

La dureza y la batalla que ofreció el griego Stefanos Tsitsipas y una inoportuna lesión en la pierna derecha en el tercer set, frenaron el victorioso trayecto del italiano Jannik Sinner y llevaron hacia la final del Masters 1.000 de Montecarlo al heleno, que aspira a su tercer éxito en esta competición, el primero de 2024, con un triunfo por 6-4, 3-6 y 6-4.

El número dos del mundo había protagonizado una gran remontada y había dado la vuelta a la ventaja inicial de su rival, que se apuntó el primer set. Ganó el italiano el segundo parcial y se situó con 4-2 en el tercero con el triunfo a tiro. Sin embargo, de pronto, empezó a caminar mal, bajó su nivel y pidió la asistencia del fisioterapeuta.

El médico trató al jugador en la pierna derecha en el intercambio del 4-3, pero con el saque para el transalpino. Pareció recuperado, pero ya nada fue igual. A pesar de su resistencia, perdió su servicio y Tsitsipas igualó el parcial y el partido. Olió sangre y lo aprovechó.

Sinner no pudo disimular la dolencia. Sintió calambres y dejó de moverse con la soltura necesaria mientras Tsitsipas emergió. No está para desperdiciar situaciones el griego, que pretende enmendar un curso irregular lejos de las expectativas creadas.

El que fuera tiempo atrás número tres del mundo se hizo con el partido después de dos horas y 39 minutos, y jugará otra vez por el título de Montecarlo que ya conquistó en 2021 y 2022. Lo hará ante el ganador del partido entre el número uno del mundo, el serbio Novak Djokovic y el noruego Casper Ruud.

Fue el griego el autor de la segunda derrota de la temporada de Sinner, el mejor jugador del circuito en lo que va de año y que llegó a la semifinal con veinticinco victorias y solo un partido perdido, ante el español Carlos Alcaraz.

Tsitspas ha mostrado una notable mejoría en un año en el que no consigue despuntar. Lejos del nivel que le llevó al tercer lugar del ránking ATP, transita plagado de dudas y apartado de los momentos cumbre de los torneos. No es el caso en Montecarlo, donde ha llegado a su primera final del año.