En un giro que sorprendió al mundo del deporte, Greg Louganis -considerado uno de los mejores clavadistas en la historia de los Juegos Olímpicos– subastó sus medallas en un evento organizado por RR Auction, atrayendo la atención de coleccionistas y nostálgicos del olimpismo.
El estadounidense fue ganador de múltiples medallas de oro en los Juegos de Los Ángeles 1984 y Seúl 1988, convirtiéndose en un referente absoluto del clavadismo durante la década de los 80. Su perfección técnica, su elegancia en el aire y su fortaleza mental lo convirtieron en leyenda.
Pero más allá del valor monetario de las preseas, la decisión del oriundo de San Diego va mucho más allá de una transacción financiera. Es una despedida consciente a una parte de su vida que, si bien lo consagró, también estuvo marcada por desafíos personales y profundos cambios.
Sin embargo, la gloria no vino sin sombras. Durante su carrera, el exdeportista de 65 años enfrentó numerosos desafíos personales, entre ellos el estigma del VIH, que ocultó durante años en un entorno poco comprensivo.
Su posterior salida del clóset y el activismo por los derechos LGBTQ+ marcaron una segunda vida pública, más allá de los podios y los aplausos.
Y la decisión de subastar sus medallas no fue impulsiva. Durante años, Louganis consideró la posibilidad como una forma de financiar nuevos proyectos personales y cerrar simbólicamente un ciclo. “Subasté tres de mis medallas. Dije la verdad: necesitaba el dinero“, dijo.
“Aunque mucha gente puede haber creado negocios y los haya vendido para obtener ganancias, yo tenía mis medallas, por las que estoy agradecido”, añadió.
La otrora estrella de los altos ornamentales tomó esta decisión motivado tanto por razones económicas como por un proceso personal de autodescubrimiento, según relató en sus redes sociales: decidió mudarse a Panamá.
Y no solo eso. Contó que, además de sus medallas y su casa, también decidió desprenderse de muchas de sus pertenencias personales, ya sea vendiéndolas, donándolas o regalándolas. Esta elección estuvo motivada, en parte, por el impacto que le generó ver cómo amigos cercanos lo perdieron todo en los incendios de Woolsey y Palisades ocurridos a comienzos de este año.
“Hay etapas que uno simplemente necesita soltar”, habría expresado en entrevistas previas. El trasfondo económico también fue un factor, pero la venta representa, sobre todo, una apuesta por el presente y el futuro.
La venta de dos medallas de oro y una de plata le permitió obtener un total de 437.000 dólares, una suma que superó sus expectativas. “Necesitaba el dinero”, afirmó el exatleta en una publicación, y detalló que este paso era necesario para concretar su mudanza y comenzar de nuevo fuera de Estados Unidos.