El Palestino de Ivo Basay dio una verdadera muestra de carácter y resiliencia a mitad de la semana pasada ante Alianza Lima. El triunfo del martes por 3-0 ante el equipo peruano, que dejó a los ‘árabes’ en la segunda posición del Grupo A de la Copa Libertadores, no ha tenido el reconocimiento que se merece.

El conjunto de colonia pareciera tener una energía distinta desde que llegó Ivo Basay a la banca el 8 de octubre de 2018. El “hueso” mostró, en un primer momento, un gran trabajo de motivación y sicología en un equipo que en ese momento estaba a dos puntos de los puestos de descenso en el campeonato nacional.

Con el tiempo, ese factor sicológico lo ha transformado en una perfecta combinación entre motivación y trabajo deportivo. Hay una confianza que se nota en los jugadores que visten la camiseta tricolor. Hay una energía especial en Palestino.

Esa energía recuerda al Atlético de Madrid de Diego Pablo Simeone. Sin ir más lejos, y cuidando las proporciones, las historias tienen algunas similitudes.

Sebastián Beltrán | Agencia UNO
Sebastián Beltrán | Agencia UNO

Al igual que Basay, Simeone llegó al club “colchonero” en un momento difícil. El 23 de diciembre del 2011, cuando el argentino firmó el contrato con el club de la capital española, estos se encontraban a solo cuatro puntos de los puestos de descenso y eliminados de la Copa del Rey.

Pero, al igual que Basay, Simeone logró no solo salvar del descenso a su equipo, sino que hacerse con un trofeo al final de la temporada. Así como Basay levantó la Copa Chile, Simeone festejó la obtención de la Europa League en mayo de 2012 (a 6 meses de su arribo).

Con los mismos jugadores que estaban a un paso de perder la categoría, estos técnicos han logrado sacar lo mejor de sus dirigidos para ir partido a partido convenciendo a hinchas y futbolistas. Con el tiempo, han ido agregando elementos.

Si bien la historia de Simeone es rica en éxitos en el Atleti (lleva 7 títulos, dos subcampeonatos de Champions y muchas ventas de jugadores), la de Basay pareciera estar recién empezando.

Y creo que el martes, ante Alianza Lima, sus jugadores mostraron algo característico de los equipos de Simeone: la colectividad y el compañerismo.

Porque el escenario para Palestino no era el más favorable. Con dos de sus grandes figuras descartadas (Luis Jiménez y Alejandro González) y Roberto Gutiérrez entre algodones, tenían la obligación de quedarse con los tres puntos frente a un rival directo, si es que pretenden avanzar de ronda o alcanzar un cupo a la Copa Sudamericana.

Y cumplieron a cabalidad. De hecho, cuando se lesionó Cristóbal Jorquera a los 13 minutos del primer tiempo muchos se preguntaron ¿Qué va a pasar ahora?
Pero Basay no se exasperó y movió rápido las fichas para hacer pasar completamente desapercibido que el conjunto local, con la obligación de ganar, estaba jugando sin sus principales generadores de juego.

Es que el equipo evidenció que el colectivo está sobre las individualidades, los dibujos tácticos y famosos números de teléfono. El equipo de Basay no sabe de nombres sino de roles.

Tema aparte son los sobresalientes rendimientos que ha logrado sacarle el técnico a jugadores como Guillermo Soto, Julián Fernández, Luis Del Pino, Agustín Farías, Brayan Véjar o Roberto Gutiérrez. En esto también se parece a Simeone, que ha logrado aumentar el patrimonio del Atlético de Madrid en los últimos años con grandes ventas de jugadores.

Pese a que Palestino marcha en el octavo lugar de la tabla de posiciones del torneo local con un pobre 38% de rendimiento, lo que ha mostrado como colectivo, y que algunas veces no se ha traducido en puntos, es innegable.

Más allá si logra continuar en un torneo internacional, esperemos que le den tiempo de trabajo. Que lo dejen laborar, porque nadie asegura que el “Tino” clasificará a octavos de final de Copa Libertadores, o que se logre meter a la Copa Sudamericana. Lo que sí pueden asegurar en Palestino, es proyectar un buen trabajo a largo plazo al mando de Ivo Basay, que recuerda a Simeone hasta con su lenguaje corporal cuando entrega instrucciones a un costado de la cancha.

Cristóbal Escoabr | Agencia UNO
Cristóbal Escoabr | Agencia UNO