El delantero del PSG Ousmane Dembélé se consagró este lunes como el ganador del Balón de Oro 2025, ceremonia del balompié mundial que organiza la revista France Football y que se celebró en El Théâtre du Châtelet de París, en Francia.

El galardón fue entregado por el brasileño y exjugador Ronaldinho, que ganó este premio en el año 2005.

Dembélé superó en las votaciones al español Lamine Yamal (FC Barcelona), segundo, y al centrocampista portugués Vitinha (PSG), tercer colocado.

“Es impresionante lo que estoy viviendo, es impresionante estar en PSG. Que me dé el trofeo alguien como Ronaldinho es especial. Agradezco a PSG, al presidente, a todo el equipo, fue una temporada increíble“, declaró de entrada.

“Sin el presidente no hubiera sido posible. Desde que debuté en PSG me han apoyado. También mi familia, mi papá, que fue importante en mi carrera, en el desarrollo. El 2024-2025 lo recordaré como un año excepcional”, agregó emocionado.

En la misma línea, el nuevo ‘rey’ del fútbol mundial señaló que “ganar el Balón de Oro fue siempre un objetivo en mi carrera porque lo ganan estrellas, leyendas, figuras. Ganar la Champions, la Liga con PSG fue excepcional, solo me queda agradecer”.

Un año para enmarcar

Durante años la carrera del ariete de 28 años pareció vivir en una eterna promesa, marcada por lesiones y altibajos. Hasta ahora. La temporada 2024/2025 será recordada como el año en que el extremo francés dejó de ser una apuesta para convertirse en líder absoluto. El año en que se hizo campeón… de todo.

El París Saint-Germain, por fin, logró romper su maldición y levantar la anhelada Champions League. Y en esa histórica consagración, Dembélé fue protagonista estelar. No solo brilló, sino que fue el alma del equipo, el jugador que marcaba el ritmo, desequilibraba en cada partido y asumía la responsabilidad en los momentos clave.

La campaña comenzó con un aviso. En el Trofeo de Campeones de Francia, Dembélé anotó un gol agónico que dio el primer título de la temporada al PSG. Lo que parecía un destello terminó siendo una constante, ya que luego vendrían la Ligue 1, la Copa de Francia y, por supuesto, la ‘Orejona’.

Un póker de títulos que solo se empañó con la caída en la final del Mundial de Clubes ante Chelsea.

Pero más allá de los trofeos, lo que verdaderamente consolidó a Dembélé fue su regularidad. En un equipo lleno de estrellas y vértigo, él fue el eje, el que resolvía cuando todo parecía trabado. Cerró la temporada con 35 goles y 16 asistencias en el PSG, a los que sumó dos tantos más con la selección francesa en la Liga de Naciones.