Guerra civil de 1891, Placilla, Museo de Placilla

Los fantasmas de Placilla, ecos de una batalla fratricida y un cementerio milenario

22 agosto 2025 | 08:42

Durante la Guerra Civil de 1891, la batalla de Placilla fue la última y una de las más sangrientas en la historia de Chile. También selló la suerte del presidente Balmaceda, quien días después se suicidaría.

No hay monumentos, no hay memoriales, no hay placas conmemorativas. La batalla de Placilla está olvidada, es como si nunca hubiese pasado. Sus vecinos son los que aún mantienen viva la memoria en un museo que ellos mismos han creado a través de una corporación cultural, que gestiona y guarda los objetos históricos que los vecinos han ido encontrando y donando a través de los años.

Todos conocen a alguien que ha visto algo, que ha escuchado voces del pasado, susurros, cañonazos, relinchar de caballos, disparos, gritos, más voces.

Placilla-Curauma

Antes de llegar a Valparaíso, y frente al embalse Peñuelas, se encuentra Placilla, que hasta hace 20 años era un tranquilo pueblo de paso como lo había sido durante siglos. Hoy se ha convertido en una ciudad satélite de alta densidad, con colegios, supermercados, gasolineras y centros comerciales. Las inmobiliarias construyen casas y departamentos en condominios privados, también viviendas sociales. El antiguo y apacible pueblo ha tenido un crecimiento rápido y moderno, las zonas verdes poco a poco disminuyen. Y Curauma se come las colinas con las plantaciones de pinos y eucaliptos.

Placilla es un lugar estratégico, está cerca de Valparaíso y Viña del Mar y se conecta con Santiago a través de la ruta 68. Por aquí pasaba el antiguo camino real, que durante siglos sirvió de última parada antes de bajar por las quebradas hacia el puerto.

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No todo en la zona está construido, también existen lugares para caminar o hacer deportes náuticos, como el poco conocido embalse “La Luz”. Hay una zona para hacer trekking y se puede llegar a cascadas por rutas entretenidas y de poca dificultad. El puente de 1900 también es un atractivo, forma parte de un antiguo acueducto que llevaba agua a Valparaíso y por él se puede caminar durante varios kilómetros.

No son bosques de vegetación autóctona, son plantaciones de pino radiata y eucaliptos que estaban por todas partes y que ahora solo quedan en las colinas que rodean la ciudad. Aún quedan lugares con vegetación autóctona, como bosques de canelo, molles, e infinidad de helechos, pero en quebradas que, por suerte, es difícil llegar.



La Batalla

Habían pasado apenas 12 años del fin de la Guerra del Pacífico cuando otra vez se fueron a la guerra, esta vez chilenos contra chilenos, camaradas contra camaradas. Antiguos compañeros de armas tomaron partidos distintos y se tuvieron que enfrentar en el campo de batalla.

Placilla fue una lucha encarnizada, las tropas congresistas querían dar el golpe final después de haber vencido en la batalla de Concón. Para eso debían llegar y tomar Valparaíso, y así derrotar al presidente legítimo José Manuel Balmaceda. Por Viña del Mar estaba bloqueado y el punto por donde podían llegar era Placilla, el único lugar plano donde se podían enfrentar dos ejércitos.

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Los balmacedistas ocuparon la parte más alta y utilizaron artillería, más de 40 cañones y varias ametralladoras. El ejército congresista atacó desde el pueblo mismo y por los flancos. La batalla duró sólo 3 horas y se decidió por deserciones y traiciones. El regimiento que debería haber apoyado a los acorralados se dio “vuelta la chaqueta”, así como lo hicieron varios de lado y lado durante toda la guerra. Al final, la caballería congresista cargó contra las desbandadas tropas gobiernistas y dio el tiro de gracia a la batalla.

A las 10 de la mañana del 28 de agosto de 1891, el Ministro del Interior y de Guerra Julio Bañados Espinoza abandonó el campo de batalla y se dirigió a Valparaíso, dónde informó que el Ejército de Chile había sido derrotado en el Alto del Puerto.


Guerra Civil y Fosas Comunes

Entre los eventos traumáticos por los que ha pasado nuestro país, una guerra civil sin duda que lo es. Pero cuando un país intenta olvidar esos hechos de su pasado no avanza, no se reconcilia y vuelve a ocurrir lo mismo. Eso pasó y ha vuelto a pasar cuando dos bandos tienen posturas irreconciliables.

El presidente Balmaceda decidió nacionalizar el salitre. Los ingleses, quienes eran los dueños, no estuvieron de acuerdo. El congreso apoyó a los empresarios y se produjo un conflicto entre el presidente y el Congreso Nacional. La disputa sobre la interpretación de la constitución y sus alcances terminó en que Balmaceda cerró el congreso y comenzará la guerra. La armada tomó parte por el congreso y el ejército, en su mayoría, respaldó al presidente.

No hay datos concluyentes sobre el número de muertos ya que estos se contaban con los heridos y desaparecidos, pero se cree que ronda los 2000. Aproximadamente unos 400 soldados fueron enterrados en el mismo campo de batalla, y el resto, unos 1600 fueron reunidos y quemados para luego ser enterrados en fosas comunes junto a las quebradas. Se pusieron cruces para marcar el lugar, pero estas quedaron en el olvido mientras el tiempo las fue deteriorando hasta hacerlas desaparecer. Hay pocos registros históricos. En una foto, de las pocas que hay, se ve gente juntando leña antes de quemar los cuerpos.

“El ejército tomó parte por el presidente y fue derrotado, eso es muy difícil de aceptar, de digerir, es mejor no recordarlo”, nos dice Néstor Oyarce, del museo de Placilla.

Hoy en día se conoce el sector donde están las fosas, pero el lugar exacto no está del todo claro. Ahora se está mejorando el camino para descongestionar la entrada al camino La Pólvora, una de las vías que llegan al puerto, hay maquinaria trabajando cerca.

Lo cierto, es que muchas de las víctimas fueron héroes en la Guerra del Pacífico y quedaron ahí, olvidados, en una fosa común en su misma patria.


Fantasmas

Hay muchas historias de apariciones, sombras y formas deambulando por algunas casas, extrañas luces en el cerro, murmullos, ruidos inexplicables. Es parte de la tradición del lugar. La gente que vive acá, desde siempre, ha escuchado historias o ha experimentado algún suceso fuera de lo normal. “Cosas raras”, como dicen.

Internet está lleno de videos de gente que intenta quedarse una noche acampando y se van siempre. Según los lugareños, la mayoría de las cosas ocurren cuando se cubre de niebla, lo que es muy frecuente en el sector. Placilla está a 230 metros de altura y después bajan varias quebradas que van a dar al mar.

Según dicen, llegan ecos lejanos del pasado, susurros. Como ya es sabido que la realidad es mucho más de lo que vemos y sentimos, es mejor dejar a las voces en paz. Eso es lo que piensan los miembros del grupo “Aconcagua”, que hacen recreación e investigación histórica.

Cada 28 de agosto, día de la batalla, se hace una representación histórica. Se visten con uniformes, ropa hecha especialmente como la de la época, usan reproducciones de armas preparadas para fogueo, acampan en carpas como las que usaron en la batalla. No son actores, pero realizan una actuación en el terreno. Tienen un guion, pero se dejan llevar por lo que sentirían los soldados; el miedo, la rabia, la desesperación, la entrega. (Las representaciones se hacen durante todo el año de forma gratuita y se publican las fechas en su Instagram: aconcagua.arh2015).

Sobre fantasmas, Diego Zabala del grupo Aconcagua piensa que siempre estarán y hay que aprender a convivir con ellos. Cree que muchos se fueron a negro sin darse cuenta y siempre que camina les dice que la guerra ya terminó, y que ya es hora de descansar.


Cementerio indígena

Como en -casi- cualquier historia de apariciones, también debe haber un cementerio indígena. Y aquí lo hay. Está en el embalse “Las Cenizas”, una de las varias lagunas artificiales que se construyeron para abastecer de agua a Valparaíso. El más grande es el de Peñuelas.

Hace unos 4000 años, este lugar ya estaba ocupado por grupos de cazadores-recolectores que dieron paso a la alfarería y el trabajo de la tierra. Fue conocido como Curauma y fue habitado durante milenios por distintos pueblos, los Bato, los Llolleo y, hace unos mil años atrás, los Aconcagua.

En el sitio “Las cenizas” se encontraron 75 cuerpos en posición lateral y con las piernas flexionadas, con abundantes artefactos de ofrenda como manos de moler, puntas de proyectil y restos de alimentos marinos y terrestres, además de aves.

Un elemento importante es la cercanía de este lugar con las llamadas piedras “Tacitas”, rocas horadadas llamadas así por su forma cóncava. Hay en los alrededores, al menos 7 de estas piedras con huecos que servían para moler granos, pero que también eran utilizados con fines rituales y ceremoniales.

Hasta el día de hoy, no existe un memorial o un monumento, un hito o placa conmemorativa. Los indígenas están en paz, el cementerio es un lugar protegido, pero Placilla-Curauma está en medio de un antiguo campo de batalla, donde murieron hombres violentamente, almas que siguen luchando una y otra vez. Talvez eso quieren los soldados caídos, las voces que llegan del pasado, que alguien les diga que la guerra ya terminó, que ya estamos en paz. O eso deseamos.