Carrusel de melancolías
El libro Carrusel de melancolías (Ediciones Larivière) parte con una primera foto: Fuente de soda Los Angelitos, barrio Ñuñoa, 1978. Es una fotografía en blanco y negro donde las tensiones, elementos y composición parecen perfectas. En concordancia absoluta con su contenido. Una imagen propia de una fotógrafa.
Sin embargo, Leonora Vicuña, por un lado, se dio cuenta que no podía acceder a los avances y calidad técnica de “centros desarrollados”. Por otro lado, ella proviene de una familia de poetas, de libre pensadores que buscan y rebuscan en las cosas pequeñas, ocultas, en las vibraciones inaudibles, en los pliegues y sus hablas. De una familia que no busca el poder ni la grandilocuencia.
Entonces, de esas fotos que no eran óptimas desde un punto de vista técnico, hizo un recurso, un elemento de su mirar y decir. Una herramienta para expresar mejor esos márgenes, precariedades y melancolías. El pintarlas, también se transformó en una búsqueda de distintas capas, de indagar interpretaciones, de estéticas populares. Porque, como muestra el libro, una misma foto se transforma con distintas ampliaciones y se multiplica al ser coloreada con diversos colores.
Así, Leonora Vicuña busca un profundizar en las melancolías, tan nuestras, tan endémicas, al explorar con colores pastel, como los látex baratos, en esos ambientes mal iluminados, que siempre parecen rincones. Lugares indefinidos entre lo público, lo privado y lo íntimo. Y en esa ambigüedad explora esas otras posibles vidas que no fueron. O de rescatar a todos esos otros que no están en sus imágenes, pero que estuvieron ahí. Una búsqueda que, sabemos, no tiene punto de llegada, porque no hay forma de llenar esos vacíos.
Mirar poético
Cuando tantas luces, colores fuertes, estímulos apabullantes nos saturan, Un carrusel de melancolías invita a una mirada introspectiva. A recordar esas fotos antiguas coloreadas que aun se encuentran en mercados de viejos, o eso afiches de películas de los años 60 y 70. De un deseo de pertenecer a otro mundo o, simplemente, perseverar en este, marginal, resistente.
Carrusel de melancolías y las fotografías de Leonora Vicuña son poesía -visual, si se quiere- y son política, porque indaga y rescata mundos desechados, marginales, para muchos invisibles o extintos.
Hace tiempo no compraba o llegaba a mí un libro que me dieran verdaderas ganas de conservar. Un libro y una obra para mirar y volver a mirar, porque siempre será distinto.
Carrusel de melancolías. 1978/2014
Leonora Vicuña
Ediciones Larivière
2024
Leonora Vicuña
Leonora Vicuña (Santiago, 1952) estudió ciencias sociales, idiomas, fotografía y cine en Chile. A principios de los setenta viaja a Francia donde estudia Antropología por La Sorbona.
Ha trabajado como fotógrafa para revistas chilenas y como montajista de largometrajes y cortos de animación en Francia.
Fundó la primera Asociación de Fotógrafos Profesionales Independientes de Chile (AFI), junto a Paz Errázuriz, Alvaro Hoppe, Luis Navarro y Juan Domingo Marinello. Forma parte del Grupo Ocho, integrado por Paz Errázuriz y Alejandro Wagner, entre otros fotógrafos.
Desde 1979, ha intervenido sus fotografías en blanco y negro utilizando pigmentos y lápices de colores.