Por Leopoldo Pulgar Ibarra
Una propuesta que presenta a cinco seres con una especie de doble personalidad, ensimismados en sus fantasías, basada en testimonios individuales y reales recogidos vía Skipe.
Cada uno de ellos es responsable de la vida de un personaje autónomo y poderoso que ha construido en su mente y que ocupa todo su interés y tiempo.
El soñador compulsivo está consciente de su creación mental y su mayor disfrute (y angustia) está en ser el demiurgo que determina cómo es y se comporta.
Historias de “soñadores despiertos” son las que cuenta “Mentes salvajes”, la primera obra en vivo y en directo, producida por el Gam en tiempos de cuarentena, con la dirección de Víctor Carrasco (“La amante fascista”, “Los arrepentidos”, también de Marcus Lindeen).
Síndrome social
El interés por aproximarse a este microcosmos humano, a través de historias íntimas de personas reales con conductas poco conocidas socialmente, es el estímulo inicial de “Mentes salvajes”.
Especialmente, si ensoñación compulsiva o excesiva se define “como una actividad de fantasía extensa que reemplaza la interacción humana y/o interfiere con el funcionamiento académico, interpersonal o vocacional”.
Y, más aún, si la obra se entrega en plena cuarentena por la pandemia del coronavirus, donde el encierro obligado trastorna la vida cotidiana, sin fecha de término.
En esta travesía, Ana (Paulina Urrutia) sueña con Jaime, un hombre de 92 años que agrega episodios a su vida como si fuera un guion interminable; mientras que Nelson (Gabriel Cañas) quiere que el cantante y/o actor gay afamado que imagina dé a conocer todo lo que piensa, a través de entrevistas en los medios de comunicación.
El quinteto se completa con Sandra (Natalia Valdebenito) cuyo personaje ensoñado es una heroína con súper poderes que a ella le gustaría tener… a veces; Deborah (Francisca Gavilán) es Frankie, traficante de drogas al que admira porque sabe moverse entre los peligros.
Por último, Andrés (Héctor Noguera), es un hombre mayor que ríe y sonríe con inocencia al escuchar lo que se cuenta… aunque su dura fantasía es la hija que nunca tuvo.
Conexiones varias
El aislamiento individual propio de este síndrome compulsivo, cuyas historias cada autista mantenía en secreto, se rompe en la obra al transformarse en un relato coral, con cada personaje comentando desde sus nichos digitales, lo que dinamiza el pausado relato escénico.
Las cámaras de los computadores que el elenco utiliza en sus casas se mantienen fijas, entregando planos medios y el ambiente del lugar de la casa en que están: la entrega técnica y la conexión a la plataforma Zoom, a cargo de Sebastián Medel, es estable y muy eficiente en audio e imagen.
Desde estos lugares actores y actrices acompañan sus relatos con aristas diferenciadas y performativas, de acuerdo a la ensoñación compulsiva que cada uno representa, con el acompañamiento de la música de Fernando Milagros.
Escuchar y generar después diálogo tranquilo y reposado da cuenta también de un atisbo de debate en función de apropiarse de historias y experiencias que tienen en común la entrega de miles de detalles sencillos o más sofisticados.
Al mismo tiempo, desde el mundo de la “normalidad” resulta interesante advertir que los personajes de la obra no obedecen a patrones convencionales y racionales, además de aceptar lo contradictorio como fundamento.
“Mentes salvajes” son cincuenta minutos de una puesta en escena con una matriz de dirección donde actores y actrices no dramatizan los relatos que llegan con una estricta pasión distante.
Gam.
Plataforma Zoom
Jueves a sábado, 21.00; domingo 20.00 horas.
Entrada general $ 4.000. Hasta el 26 de julio.
Informaciones: gamdigital@gam.cl