Crítica de Teatro: Ética y propaganda en El Horacio y La revolución pixelada y arena en los ojos

Creditos: “El Horacio”, foto de Almendra Silva, Stgo. a Mil (c)

Martes 07 enero de 2020 | Publicado a las 14:37

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A golpes de rock furioso, sonido e iluminación que revienta la sala, además de saltarse la línea del tiempo, llega “El Horacio” en el formato de concierto musical, versión de la obra del dramaturgo alemán Heiner Müller (1929-1995).

Por Leopoldo Pulgar Ibarra

La referencia histórica es la disputa por la supremacía territorial (siglo VII a.C) entre los habitantes de Roma y Alba Longa, a un siglo de su fundación.

Conflicto que se resuelve en combate singular entre los trillizos Horacio y Curiacios, con el triunfo de un combatiente y el sometimiento del pueblo adversario.

No obstante, el Horacio victorioso asesina a su hermana, apenas sabe que llora la muerte de su novio Curiacios, porque el romano ve en ese gesto de dolor una traición a la familia y a la Patria: condenado a muerte por violar la ley, el pueblo le perdona por su victoria.

Con algunas variantes y un final implacable, el relato escrito en 1968 por Heiner Müller, “El Horacio” llega al escenario con el cartel de héroe-asesino.

Voces de hoy

Un tinte salvaje resalta en esta propuesta que enfatiza la opción ética de mirar la realidad en todas sus aristas, no auto engañarse con las apariencias ni los prejuicios, y entender que la distorsión del poder está en el origen del abuso y la injusticia.

También exhibe en carne propia la dualidad de héroe y asesino, rasgos contradictorios posibles del ser humano con autoridad que deben ser vigilados siempre para contrarrestarlos a tiempo.

Poder, prejuicios sociales, la inutilidad del honor trasnochado y el rol de la mujer son algunas aristas que la obra refriega ante el espectador.

Actores, actrices y la banda rockera en escena, con sus matices propios, asumen en conjunto un férreo compromiso corporal y espiritual para dar forma a este relato del Colectivo The Braiers.

La obra recurre a la voz y a la palabra como instrumentos culturales de comunicación y entendimiento, y a la música, generadora-transportadora de impulsos y emociones que acompañan la batalla y el encuentro-desencuentro humano.

A su vez, la voz hablada en toda su polaridad deja espacio a la palabra sabia y profunda, síntesis de historias de ayer y de hoy, entrega especial de la propuesta que catalizó con gran presencia el actor Igor Cantillana.

Porque historias de este tipo no se quedan en el escenario: rebotan en las calles, a través de palabras que pueden exhibir u ocultar realidades, determinando la búsqueda de la verdad.

“La revolución pixelada y arena en los ojos”, Stgo a Mil (c)
“La revolución pixelada y arena en los ojos”, Stgo a Mil (c)

Única función

La mayor debilidad de “La revolución pixelada y arena en los ojos”, de Rabih Mroué, son las limitaciones de su contexto político y el olor a propaganda anti gobierno de Siria y pro estadounidense (u Occidente) que proyecta.

Y es una lástima porque la propuesta tenía el atractivo de lo bicultural alemán-libanés, además de aportar una mirada cercana del Medio Oriente, área geopolítica y económica saboreada por las grandes potencias.

Por esto mismo, queda en segundo plano la teoría que el autor desarrolla cuando elucubra sobre qué pueden significar las imágenes registradas sobre la muerte propia o ajena que, en una realidad de guerra, graban y difunden por internet fotógrafos y camarógrafos anónimos.

Temas valiosos con resonancia en la lucha callejera de nuestro país, insurrección que ha generado miles de fotos y videos que muestran la enorme energía de millones que luchan por sus derechos básicos y una Asamblea Constituyente.

La guerra de EE.UU. y sus aliados por derrocar al gobierno sirio que comenzó en 2011 y que fracasó sólo por la intervención militar rusa, es el gran contexto que soslaya la arista política de esta producción.

Fundamental en esta propuesta, entregada en el formato de teatro-conferencia, en dos partes, en inglés con subtítulos, es la reflexión y análisis de documentos reales, grabaciones originales borrosas, que se pixelan al ampliarse, captadas en terreno con un celular, con el fotógrafo corriendo peligro; e imágenes construidas en condiciones de plena seguridad.

La ficción se entremezcla con lo documental, a través de diversos recursos gráficos que se proyectan y con las interpretaciones del autor.

En la primera parte, especula sobre las diferencias de sentido y compromiso, materiales y espirituales, que representan dos personas que no se conocen, protagonistas de un enfrentamiento desigual de un edificio a otro.

Un ciudadano –testigo que arriesga su vida para captar y difundir hechos que el medio oficial oculta- versus un francotirador del ejército sirio, representante del poder, que busca con su fusil al videísta, hasta que lo ubica, dispara y hiere, para evitar que registre la realidad.

Todas las referencias, interpretaciones e ironías que el conferencista utiliza (Mroué, siempre sentado junto a una mesa, leyendo y proyectando imágenes) apoyan al sector antigubernamental de una guerra civil, financiada y armada por EE.UU.

En la segunda parte, se alude a la guerra que todavía libran Rusia, Siria e Irán, entre otros países, contra el Estado Islámico.

Se condena el uso de imágenes llenas de violencia -ejecuciones de occidentales- que los fundamentalistas graban y diseminan por internet para reclutar “extremistas islámicos” en territorio alemán, según el autor.

Sin embargo, comenta al pasar, como dato irrelevante, que el material que usa lo recibió de un servicio de inteligencia, una maniobra de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución en Alemania.

Así, las sabias, irónicas e interesantes opiniones del conferencista se perciben otra vez como propaganda pro EE.UU. (u Occidente), en un ambiente de guerra extendida de “baja intensidad” de más de ocho años en Siria que ha dejado alrededor de 400 mil muertos.

“La revolución pixelada y arena en los ojos”, Stgo a Mil (c)
“La revolución pixelada y arena en los ojos”, Stgo a Mil (c)

El Horacio
Teatro Camilo Henríquez
Amunátegui 31.
Martes 7, 19.30 (gratis); miércoles 8 y jueves 9, 18.00 horas; domingo 12, 19.30 horas (gratis)

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