Edición: Jaime Silva (BBCL)

La confesión que hizo caer a los acusados de la muerte de Yuri, activista trans de Iquique

13 junio 2022 | 07:00

La muerte de la Yuri generó revuelo en el norte del país. Su cadáver, enterrado en la playa, solo pudo ser encontrado cuatro días después de su homicidio, tras la confesión de un "testigo" en medio de una desolada carretera. "Mordió la mano que le dio de comer", dicen sus cercanos, luego de que se detuviera por el asesinato a un extranjero que fue acogido por la víctima en su propia casa. Por ahora, su nombre busca ser recordado y bautizaron la próxima fiesta nortina de San Lorenzo en su honor: Yuridia.

El ataúd de la Yuri (55) estaba sellado y cubierto de una tela sintética café, parecida al terciopelo y para nada ostentoso. Cientos de manos acariciaban el féretro suave, y a su lado, una voz masculina acompañado de su guitarra le cantaba:

Hoy, después de nuestro adiós, hoy vuelvo a verte cariño malo, y, se ve por tu reír, que aún no sabes cuánto he llorado…

La melancolía embriagó a todos las primeras horas del velorio. Entre llantos descontrolados exigían justicia. Por la Yuri, por las mujeres trans.

—No somos putas. Queremos trabajar, queremos ser ciudadanas, queremos un cupo laboral pa’ todas las mujeres trans. No queremos más prostitución —alzaba la voz su amiga.

Y así la noche llegó y dejó atrás las lágrimas. La consigna del homenaje era despedirla bailando en una gran fiesta en la Caleta Caramucho en Iquique, donde vivió casi toda su vida.

Poco se notaba que era lunes, que había un tiempo otoñal, o que ya estaba amaneciendo. Al final, todos terminaron tarareando:

Un saltito para el frente, y un pasito para atrás. Jugaremos todos juntos. Ser feliz no está demás. Ilari, ilari, ilarié, oh, oh, oh.

Pero en el fondo, detrás de las sonrisitas había miedo y rabia por el homicidio de la Yuri. Entre ellos sabían que fue una muerte cruel y que el autor de su asesinato sería quien ella consideraba su pareja. El mismo que habría enterrado su cuerpo en la playa que la vio crecer.

Yuri pa’ los amigos y amigas

—Cuando una se viste por primera vez de mujer, y se ve mejor que una mujer, ese es el reflejo que te queda, te gusta como te veís de mujer, entonces empezai a vestirte más seguido, día y noche vestido de mujer; uñas pintá y regia siempre.

Hace 14 años Pedro Pizarro dio una entrevista para un libro de transformismo. Sin tapujos contó que a los 24 años se vistió por primera vez de mujer en un departamento de Santiago. Le gustó y lo disfrutó. Desde ese momento comenzó a ser Yuridia Alexander. Yuri, para sus amistades.

Después se enamoró y volvió a la Caleta Caramucho, donde trabajó atendiendo el negocio de su hermano y sacando huiro, una especie de alga.

—Siempre con su sonrisa… Cómo no recordar que cada vez que uno entraba a Caramucho lo primero que ve y saludaba era a ella —describe su amiga Myriam Morales.

Casi toda la región de Tarapacá conocía a la Yuri porque bailaba en la Diablada Corazón de San Lorenzo, festividad típica del norte. Era la primera transgénero que participaba en la actividad religiosa y, orgullosa decía: “Con harta fe y devoción le bailo a mi santo”.

“Usted lo que merece es morirse”

Y así fueron sus últimos días. Bien simples. Bien tranquilos. Rodeada del mar y vendiendo su pan recién horneado. Eso, hasta que la mataron el domingo 29 de mayo y estuvo desaparecida por cuatro días. Toda la caleta la buscó, pero solo la encontraron cuando un imputado confesó el crimen.

—Íbamos en la Ruta 1 en dirección a Carabineros. Nos topamos en la carretera a una patrulla, la hicimos parar y les conté lo que había pasado, por lo que me subieron solo a mí y me llevaron al lugar donde estaba enterrado Pedro, según mis indicaciones.

El testimonio vino a caer en mitad de una autopista desértica del norte de Chile. Néstor Cuellar (29), en menos de un mes no solo le había revelado a la PDI que ingresó irregularmente por Colchane, también reconoció ser “testigo” de un homicidio.

Si bien llevaba pocos días en el país, relató frente a la Brigada de Homicidios que iba a la casa de Yuri a almorzar, cenar o tomar unas cervezas, aunque el verdadero anfitrión era el colombiano Jonathan Cañon (21), quien vivía con ella hace casi un año. Según su familia, eran pareja. Según los imputados, Jonathan tenía otra polola.

—Fui solo a la casa de Pedro con el fin de comprar pan. Ingresé a la casa y observé de manera inmediata que Pedro estaba discutiendo con Jonathan en la cocina. No recuerdo qué cosas se decían. Jonathan le pegó tres combos en la cara a Pedro, quedando contra la pared de la cocina, para luego tomarlo del cuello con la mano derecha y empezar a asfixiarlo mientras le decía “usted lo que merece es morirse”.

El relato de Néstor continúa:

—Pedro se desvaneció cayéndose de espalda contra el piso, oportunidad en la que Jonathan se abalanzó sobre él comenzando a apretarle el cuello nuevamente pero con las dos manos, permaneciendo en esa posición por largo rato, como unos 10 minutos más o menos, observando que falleció en ese momento.

Y antes de que quisiera arrancar -declaró el testigo-, Jonathan, vestido con una polera negra con cuello y un pantalón de mezclilla del mismo color, lo amenazó a él con un cuchillo y bramó: “Si dices algo te mato a ti y a toda tu familia en Colombia”.


Contradicciones en los relatos

Luis Ballesteros (41), alías “El Chutas” también ingresó de forma ilegal a Chile en mayo, junto a su hijo de 14. El mismo paso que Néstor: Colchane. Se contactó con Jonathan por Facebook porque ya era un viejo conocido, y sin cuestionarse nada, terminó viviendo unos días en la casa de Yuri. Lo echaron un día antes de su muerte según confesó a la PDI:

—Estaba enojado con Jonathan porque le había fallado, no sé en qué, pero nos dijo que nos fuéramos para siempre y que nos lleváramos todas nuestras cosas, por lo que tomamos nuestras pertenencias y nos fuimos a la calle.

Al día siguiente, el 29 de mayo, Jonathan va a buscar al Chutas en el furgón blanco de Yuri. Lo hizo subirse y le explicó que ya pueden volver a la casa porque Pedro había viajado a Bolivia y regresaría en un mes.

—Cuando llegamos a la casa, Jonathan me confesó que había matado al Pedro. Después lo echó en el furgón y lo fue a enterrar al desierto. No me dijo si fue solo o acompañado, tampoco detalles claros de dónde lo enterró, diciéndome además que Pedro tenía plata en una cuenta y que él era el que manejaba las claves, teniendo una especie de plan de quedarse en la casa y seguir construyendo el segundo piso de la vivienda y trabajar en la panadería.

Pero el relato de Néstor Cuellar discrepa. Éste detalla que entre los tres ayudaron a trasladar el cadáver. Jonathan agarró una pala y subieron el cuerpo al furgón con dirección hacia el norte. Manejaron aproximadamente 15 minutos hasta estacionar en la costa y caminaron otros cinco para empezar a cavar un hoyo, contó.

—El Chutas le dijo (a Jonathan) “yo le ayudo”, cavando con la misma pala. En mi caso, yo no quise participar en eso a pesar que Jonathan me dijo que le ayudara. Una vez que tenían un agujero no muy profundo, Jonathan y El Chutas bajaron el cuerpo de Pedro y lo tiraron al hoyo, comenzando a rellenarlo con tierra. Al finalizar le pusieron un sillón viejo que estaba botado en un basural.

Advertencias familiares

Las primeras personas que cuestionaron la versión de Jonathan fue la familia de Yuri. Que viajara sola a otro país era raro y poco concordante con su personalidad. Además, la fecha no coincidía con ninguna festividad. Todos comenzaron a desnudar sus sospechas y apuntar con el dedo, pero nadie tenía una prueba concreta.

Su sobrina, Ana María Valdés, revela con un tono de resignación que Yuri siempre acogió a extranjeros. Por un día, por dos, por semanas o meses. El tiempo era irrelevante cuando se trataba de ayudar. Vivía sola y cada vez que llegaba alguien sin hogar le ofrecía su techo y su comida.

—Siempre le decíamos a mi tío (Yuri) que dejara de entrar gente a su casa. Mi papá, que es su hermano, varias veces le echó gente de su casa porque no correspondía. La familia siempre le dijo que le podía pasar algo o le podían robar, pero él no cambiaba.

Su familia siempre supo que estuvo con Jonathan. Pero guardaban distancia frente al resto.

—Él en ese momento estaba en pareja con Jonathan. Eso lo sabían ellos, porque en público no demostraban nada, pero mi tío a veces venía y lo presentaba como su pareja-amigo. Este muchacho ya llevaba más de un año viviendo con mi tío. Nadie se pensó que había sido capaz de hacer algo así.

Parte de la declaración del Chutas relata que Claudia era la novia de Jonathan. En ningún momento hace alusión a que tenía algo con Yuri.


La mano que le dio de comer

Hasta ahora hay tres imputados por el homicidio de Yuri: Néstor Cuellar, Jonathan Cañon y Luis Ballesteros (El Chutas). Todos en prisión preventiva.

La Fiscalía de Tarapacá solicitó el alzamiento de secreto bancario desde la cuenta de Pedro Pizarro, porque existen sospechas que se efectuaron movimientos de dinero desde la cuenta después de su muerte.

El encargado de Derechos Humanos del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), Ramón Gómez, lamentó “este crimen que cobra una nueva víctima trans, lo cual por sí solo se tipifica como femicidio, algo que las policías y fiscalías debiesen saber”.

En su velorio, la Caleta Caramucho decidió honrar su nombre y anunció que bautizaría el próximo festival de San Lorenzo como “Yuridia”. Su sobrina concluye:

—La impotencia y la rabia está, más contra este tipo (Jonathan), porque mi tío le daba trabajo, comida, le daba todo. Mi tío le compraba todo lo que él quería. Que le pagara así, que mordiera la mano que le dio de comer, que le dio un techo cuando no tenía nada… Mi tío no se merecía esto.