Cocaína y drogas sintéticas al alza: el informe que revela cómo Chile aumentó en criminalidad

Cocaína y drogas sintéticas al alza: el informe que revela cómo Chile aumentó en criminalidad

18 noviembre 2025 | 06:05

La cocaína y las drogas sintéticas van en auge. El cannabis se mantiene como la sustancia más consumida. Y la corrupción en tribunales y en las cárceles debilita la independencia judicial, además de abrir camino al crimen organizado. Esas son algunas de las conclusiones a las que llegó la tercera edición del informe Índice Global de Delincuencia Organizada 2025.

Si bien el documento expone datos a nivel global de 21 países, también menciona a Chile y el crecimiento que tuvo en los “marcadores de criminalidad”. Si en 2021 partió con 4.6, hoy asciende a 5.48. Eso lo deja —en el contexto de los países de América del Sur— como uno de los que tuvo mayor aumento.

Lo anterior se explica, según el escrito, porque en Chile predomina el comercio ilegal con impuestos especiales: alcohol, cigarros y medicamentos son algunos de ellos. Más preocupante aún, es la subida de que tuvo la categoría trata y tráfico de personas.

—Cuando vamos a ver las mediciones en materia de actores criminales, pues vemos que el tipo de actor criminal que más crece son los actores extranjeros y esto obviamente se relaciona con la presencia del tren de Aragua —explica Felipe Botero, director para Región Andina de GI-TOC que participó en la elaboración de las cifras.

A nivel general, el informe concluye que hoy, el mundo “se encuentra en una coyuntura crítica”. Los últimos cinco años de análisis demuestran que el crimen organizado llegó a un punto de inflexión. Por una parte, porque los delitos, además de persistir y aumentar, también se están volviendo más complejos y violentos. Al mismo tiempo, los mercados están cambiando. Si antes era la heroína, hoy son las drogas sintéticas mucho más fáciles de elaborar y vender.

—Esto subraya la importancia de un enfoque integral de la sociedad para abordar el crimen organizado, un enfoque que movilice a los gobiernos, la sociedad civil, la cooperación internacional y el sector privado para generar efectos de refuerzo y fomentar la resiliencia sistémica”, concluyen en los documentos.

Momentos críticos

La tercera edición del informe se basa en una recopilación de datos de los últimos cinco años. A grandes rasgos, exponen que hay tendencias que persisten: la expansión del narcotráfico, la explotación humana y los delitos financieros, que cada vez agarran mayor fuerza. Este último punto es clave. Particularmente porque se entrelaza con las “transformaciones macroeconómicas en geopolítica, tecnología, estrés ambiental y conflictos”.

En simple, se “generan nuevas formas de delincuencia más adaptables, interconectadas y difíciles de combatir”. El Informe Mundial sobre las Drogas estima que 316 millones de personas consumieron estupefacientes en 2023. Esto se traduce en un aumento de un 28% en la última década. O sea, supera el crecimiento de la población mundial.

Por otra parte, el mercado de sustancias ilícitas ha mutado. Si antes era la heroína y la marihuana, hoy la cocaína y las drogas sintéticas están en auge. Al 2025 la cocaína pasó de 4.52% a 4.89%. Las sintéticas crecieron de 4.62% a 5.14%. Este último incremento interanual es el registro más alto que ha tenido cualquier mercado criminal desde la creación del informe (2021).

—La cocaína y las drogas sintéticas, aunque aún no son las más comunes, están en rápido ascenso hacia el dominio de los mercados mundiales de drogas— sentencian. Pese a esto, el cannabis sigue siendo la sustancia más consumida, solo que mantiene sus estándares. No sube ni baja.

Respecto a lo anterior, Sudamérica es quien tiene mayor alcance global en cuando a los cárteles de droga. Las conexiones que existen en esta parte del mundo con otras regiones, facilitan el comercio ilícito.

Chile en aumento

Si bien Chile no es de los países que tiene los indicadores más altos de criminalidad, sí está en números rojos. Del 2023 al 2025 creció un 0.30%. Es decir, su puntaje cierra en 5.48% (Ver foto). En otras palabras: Chile partió en 2021 con un puntaje de 4.6 y a la fecha ya subió más de un punto completo.

Felipe Botero, director para Región Andina de GI-TOC, expone que cuando se compara a Chile en el contexto de América del Sur, es uno de los países junto a Uruguay, Brasil y Ecuador que más crecieron desde la última medición.

—¿Qué particularidades vemos para el caso de Chile? Por una parte, un crecimiento importante sobre todo en dos indicadores, los crímenes financieros y esto muy de la mano lo que es la tendencia global, y por otra parte, los crímenes que tienen que ver con el comercio de productos que son sujetos a impuestos especiales. Pero además de este crecimiento, en estos dos mercados vemos unos que ya tenían unas puntuaciones altas y que además crecen en medio punto: estos son el tráfico de personas.

Trata de personas subió un 0,50% y acumula un total 6.50 puntos. Es de los más altos junto al tráfico de armas, cocaína y cannabis. Sutilmente más bajo quedaron el tráfico de personas, extorsión, productos falsificados, evasión de impuestos y crímenes en fauna le siguen.

Es precisamente con las drogas donde hay que poner el foco. Según Pablo Zeballos, consultor chileno en crimen organizado y exoficial de Carabineros, geográficamente la salida por el Océano Pacífico es una de las más rentables y con mayor demanda. Es decir, se debería reforzar la infraestructura portuaria, terrestre y de almacenaje.

—El tráfico de drogas se está convirtiendo en un duopolio. Hay una predominancia de la cocaína y de las drogas sintéticas. ¿Y por qué para Chile es importante? Porque tenemos una sobreproducción de cocaína en los tres países andinos que la realizan, que es Perú, Colombia y Bolivia —señala.

Crimen organizado y resiliencia

Respecto a los “actores criminales”, Chile puntúa en un 5.60; subió 0.30%. El ítem que más creció fue el referente a los grupos o mafias. Ahora, pese a que no aumentaron las categorías de “redes criminales” y “actores extranjeros”, ambos siguen siendo los más altos, con 6.0 y 6.5 puntos respectivamente.

Felipe Botero explica que los actores criminales más influyentes son los extranjeros, como el Tren de Aragua que opera en todo Chile, pero principalmente en el norte y en la región Metropolitana.

Esto influye y se entremezcla con los indicadores de resiliencia. Chile está en 6.17, lo que es alto. Sin embargo, ha disminuido en las categorías de “líderes políticos y gobierno” y “sistema judicial y detención”. Y a nivel general también bajó porque en 2021 puntuaba 6.42.

Aún así, Chile es el segundo país con mayor resiliencia para Sudamérica. Solo lo supera Uruguay.

—Terminaría diciendo que Chile tiene una posición privilegiada en el contexto suramericano. Esta posición privilegiada, por supuesto, presenta retos porque la criminalidad en el país ha venido creciendo. Porque esa criminalidad además sabemos que se está expresando de manera violenta y eso genera un impacto muy importante en materia del Estado. Por otra parte, su resiliencia tiene unos aspectos a mejorar que podrían ayudar a Chile a hacer mejor frente al reto que tienen ante la amenaza del crimen organizado —plantea Botero.

El exoficial de Carabineros, Pablo Zeballos pone el foco en las mafias chinas, italianas y albanesas. Según él, ellos van a empezar a ser los verdaderos líderes de la criminalidad de América del Sur.

—También destacaría cómo los actores criminales vinculados al Estado, o sea, actores estatales vinculados al crimen organizado, empiezan a fortalecerse. Y al fortalecerse también por lógicas de corrupción empiezan a poner en debilidad el estado de derecho.

Doble fracaso

A nivel mundial, “los mercados de drogas están experimentando profundas transformaciones”, y a medida que cambia la dinámica de las drogas, existen mayores consecuencias para la salud pública, la delincuencia y la violencia.

Por lo mismo, señala el documento, el Poder Judicial desempeña un papel fundamental. Son ellos quienes a través de la investigación y sentencias pueden llegar a “salvaguardar el estado de derecho”.

Asimismo, van de la mano con las cárceles, quienes deberían desarticular el crimen organizado y evitar su reproducción. Incluso, un penal eficaz podría “desmantelar las estructuras de liderazgo criminal, obstaculizar las redes operativas y cumplir una función rehabilitadora, facilitando la reintegración de los delincuentes en la sociedad”.

Pero en la práctica, eso no ocurre. De hecho, este indicador es quien, de manera constante, tiene un desempeño deficiente. El ítem “sistema judicial y detención” se ubica entre los cuatro pilares más débiles. Sus resultados solo van a la baja.

—Es especialmente preocupante ya que refleja la debilidad de una institución esencial para mantener la resiliencia a largo plazo frente al crimen organizado —cuestionan.

Pero hay algo peor: la corrupción. Este debilitamiento del que hablan muchas veces se da porque los funcionarios están corrompidos por miembros de organizaciones criminales. Esto genera vulnerabilidad estructural en todo ámbito porque jamás se va a abordar el problema con eficacia.

—La corrupción, la injerencia política y la aplicación selectiva de la ley erosionan la independencia judicial, debilitan la capacidad de la fiscalía y distorsionan las prácticas de imposición de penas. Los sistemas penitenciarios, en lugar de servir como espacios para la disrupción y la rehabilitación, pueden convertirse en extensiones de las redes criminales.

En otras palabras, los delincuentes y líderes de mafias pueden obtener privilegios que los hacen seguir operando desde el interior de la cárcel.

—El resultado es un doble fracaso: el poder judicial y el sistema penitenciario pierden su capacidad disuasoria y, simultáneamente, refuerzan la impunidad de quienes cuentan con protección política.

Aumento vulnerabilidad

La tercera edición del informe es crítico al mencionar que el mundo está en un “punto de inflexión”. Además de las disrupciones geopolíticas y económicas, ahora se suman con fuerza las tecnologías. Eso ingresa nuevos mercados ilícitos menos visibles, como los delitos financieros y cibernéticos.

—El crimen organizado no solo se está expandiendo, sino que se está reorganizando radicalmente, integrándose cada vez más en los sistemas lícitos con una velocidad y sofisticación que siguen superando la capacidad de respuesta de los Estados.

Este ecosistema criminal se potencia por diferentes factores. Primeramente apuntan a que el mercado de falsificación es más invasivo por la innovación tecnológica y las “perturbaciones económicas”, como la inflación, desigualdad y estancamiento del crecimiento. Segundo, hay un duopolio en la economía mundial de las drogas: hoy son sintéticas y no se necesitan condiciones climatológicos para producir.

También está “la creciente influencia de actores extranjeros y del sector privado que refleja su interconexión cada vez más profunda a través de las fronteras y el papel central de los mediadores en la dinámica del tráfico”.

El pronóstico es desalentador, pero no imposible. Si bien existe una evolución de la delincuencia, las acciones se deben tomar ahora.

—Creo que uno de los mensajes más importantes que vale la pena resaltar es que desde nuestra edición del 2021, las mediciones de criminalidad a nivel global han ido aumentando, mientras que la resiliencia ha venido descendiendo. Y esto es importante porque lo que nos muestra es que se amplía una brecha, pues se está aumentando la vulnerabilidad de las distintas personas. Y hoy en día sabemos que el 82,7% de la población mundial vive en países que tienen medidas o un indicadores de alta criminalidad —concluye Botero.