La brecha de género en el cuidado medioambiental: ¿las mujeres son más responsables?

Créditos: Pexels

Sábado 28 noviembre de 2020 | Publicado a las 09:51

visitas
visitas

La “masculinidad tóxica” puede definirse como patrones de comportamiento normalizados que dictan lo que un hombre “debe ser” para ser digno y respetable. ¿Cómo se relacionan estos estereotipos con el medio ambiente? Antes, si un ciudadano quería ser responsable de su impacto ambiental las opciones eran reducidas. Hoy, existen muchísimas alternativas “verdes” a aspectos cotidianos: desde una menstruación libre de plásticos a cosméticos naturales.

Un informe elaborado por ClosinGap y L’Oréal sobre la brecha de género en el consumo asegura que “la mujer tiene mayor conciencia ambiental y adopta comportamientos más sostenibles que el hombre”. Afirmación que se apoya en datos: el 61% de las consultadas reconoce su responsabilidad sobre el cambio climático, mientras que en le género masculino la cifra no alcanza el 50%.

Por otro lado, el 28% de las mujeres encuestadas entienden el impacto de las grandes empresas y les atribuyen una responsabilidad social medioambiental; mientras que sólo el 20% de los hombres reconoce y considera las empresas como protagonistas del cambio. De este modo, las mujeres aspiran a crear una economía circular a través de la reducción de residuos, la reutilización de productos, el reciclaje y una educación medioambiental; actos que realizan 6% más que los hombres. Así, el 49% de las mujeres apuntan a la sustentabilidad acudiendo a comercios locales y productos “verdes” mientras que sólo el 39% de los hombres afirmó realizar estas acciones.

Las mujeres además de ser los principales consumidores -se encargan cinco veces más de las compras que los hombres- lamentablemente también se les adjudica una responsabilidad en el ámbito doméstico.

Contexto | Pexels

Según un estudio de la Oficina de Estadísticas Nacionales del Reino Unido, las mujeres realizan un 60% más de trabajo no remunerado que los hombres. La firma de investigación de mercado de Mintel denominó “brecha ecológica de género”. Jack Duckett, un analista de consumidores y sus estilos de vida, en 2018 declaró a The Guardian que las mujeres “tienden a hacerse cargo de la casa”. El trabajo doméstico y de cuidados no remunerado incluye limpieza, ropa, compras y reciclaje; labores que culturalmente suelen ser atribuidas al género femenino.

Lamentablemente, en la actualidad las campañas ecológicas y de productos verdes se enfocan principalmente hacia ellas. De esta forma, los anunciantes pueden comunicar, de manera inconsciente, que la sostenibilidad es trabajo de mujeres y así se repite la idea de que la mujer es la cuidadora, incluso del planeta.

Un artículo publicado hace seis años en el International Journal for Masculinity Studies sostuvo que “para los escépticos del cambio climático, no era el medio ambiente el que estaba amenazado; era un cierto tipo de sociedad industrial construida y dominada por su forma de masculinidad”. Orden que actualmente se ve amenazado principalmente por dos activistas mujeres: Greta Thunberg y Alexandria Ocasio-Cortez.

Janet K. Swim, la profesora de psicología en la Universidad Estatal de Pensilvania que ha realizado una extensa investigación sobre las consecuencias sociales del comportamiento ecológico, señala en una entrevista en ElDiario.es que “hay estudios estadísticos que dicen que las mujeres tienen menos huella ecológica que los varones; no porque sean mejores, sino porque se desplazan más en transporte público, realizan labores que tienen una incidencia menor en el medio ambiente”.

“En este sentido, vemos que hay una relación entre género y medio ambiente. Una de las definiciones de varón, del sociólogo valenciano Josep Vincent Marqués, es que ser varón es ser importante. Entonces, si la consigna del varón es ser importante, hay cosas que el varón tiende a hacer porque tiene una consigna que no tienen las mujeres. Así, tiene que comprarse el coche más lujoso, que contamina más, porque tiene que ser importante. Son estas consignas de la masculinidad las que inciden negativamente en la contaminación. Por no hablar, por ejemplo, de actividades como la caza, con gran incidencia negativa en el medio ambiente, protagonizadas por los hombres”, añadió.

Estudios demuestran que la feminidad y el “ser verde” tienden a relacionarse cognitivamente como dos características que van de la mano y esto es, en parte, lo que desalienta a miembros del género masculino a involucrarse más. El 2019 se publicó en la revista Sex Roles un estudio que descubrió que los hombres podrían no estar dispuestos a llevar bolsas reutilizables, reciclar u otras actividades ecológicas por miedo a ser percibidos como afeminados.

Un artículo publicado en el Journal of Consumer Research en 2016 apuntó a lo mismo: “los hombres pueden evitar o incluso oponerse a los comportamientos ecológicos para salvaguardar su identidad de género”. A pesar que la cantidad de hombres que participan en movimientos de defensa de los animales o contra la crueldad animal ha aumentado, el estigma aún persiste y tiendas como Package Free Shop, que promueve el movimiento de basura cero, revela que el 90% de sus clientes son mujeres.

Lo último