Mario Waissblut y su novela Ecos de la soberbia: "Estamos abriendo una caja de Pandora"
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Gabriela Pulgar

Periodista BioBIoTV.

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El creador de Educación 2020 y autor de múltiples ensayos sobre política y educación, Mario Waissblut, sorprendió con su primera novela a los 76 años. En conversación con Bio Bio TV, relató que la inspiración surgió tras leer un artículo en la revista Nature sobre organoides de cerebro humano implantados en ratas. “Tenemos una rata con un tercio de cerebro humano, y me fui de espalda”, recordó.

El ingeniero explicó que decidió abordar este dilema desde la ficción para explorar los límites éticos de la ciencia. Su editor lo empujó a reescribir el manuscrito inicial, demasiado ensayístico, para dotarlo de tensión dramática. Así nació Ecos de la soberbia, donde hechos científicos reales se mezclan con una trama que interpela sobre la manipulación de la vida.

Waissblut destacó que muchos avances presentados en la novela son verídicos, desde los organoides cerebrales hasta chips como Neuralink, desarrollados por Elon Musk, que permiten a parapléjicos mover músculos mediante la mente. “Estamos abriendo una caja de Pandora de la cual pueden salir sapos y culebras”, advirtió, alertando sobre los riesgos de hibridar cerebros humanos con animales.

Consultado sobre los límites, señaló que no existe una frontera nítida entre humano y animal. Recordó experimentos que demuestran empatía, conciencia e incluso sentido de justicia en especies como ballenas, pulpos y primates. “La frontera entre los animales y los humanos está cada día más claramente difusa”, afirmó.

El autor también planteó interrogantes sobre el futuro: ¿podrían generarse chimpancés con un 50% de cerebro humano y fines militares? ¿Es moral compartir inteligencia superior con otras especies? “Hoy día es perfectamente factible”, aseguró, añadiendo que la biología actual ya permite crear quimeras genéticas entre humanos y monos.

En sus palabras, el mayor desafío no está en la ciencia, sino en las motivaciones de quienes la impulsan: la soberbia, el prestigio académico y el interés económico. “Lo hago porque puedo hacerlo”, resumió sobre la lógica que inspira a muchos investigadores.

Finalmente, reconoció que el mundo que se avecina, marcado por la inteligencia artificial, la biología y la medicina avanzada, es inquietante. “Me temo que el horizonte no es mediano. Si alguien lo quisiera hacer, lo podría hacer ya”, concluyó.

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