Efemérides: El 08 de marzo de 1935 murió el perro Hachikō

Raymundo Fleming

Periodista BBTV

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Un día como hoy, 8 de marzo, pero hace 90 años atrás, Japón perdió a uno de los perros más leales que haya existido, un Akita llamado Hachikō. Esta es la conmovedora historia de un perro que, incluso después de la muerte de su amo, siguió esperando fielmente en la estación de Shibuya durante años.

Una historia de lealtad

En 1924, un profesor japonés de la Universidad de Tokio, Hidesaburō Ueno, adoptó a un cachorro de raza Akita en la ciudad de Odate. El perro, llamado Hachikō, había sido transportado en tren durante dos días desde su hogar en el norte de Japón hasta la capital. Aunque al principio parecía estar muerto, el perro se reanimó al recibir un vaso de leche. El profesor se encariñó tanto con el animal que lo adoptó, y pronto, Hachikō comenzó a acompañarlo todos los días a la estación de tren, despidiéndose por la mañana y esperándolo en la tarde.

El vínculo entre el profesor y su perro fue inquebrantable hasta el 21 de mayo de 1925, cuando Ueno falleció repentinamente por una hemorragia cerebral mientras trabajaba en la universidad. A pesar de la trágica noticia, Hachikō continuó con su rutina diaria, esperando en la estación de Shibuya durante los siguientes diez años. Lluvia, sol, frío o calor, el perro se sentaba frente a la estación esperando, día tras día, el regreso de su amado dueño.

Finalmente, el 8 de marzo de 1935, Hachikō murió a los 11 años debido a un cáncer y una infección en el corazón. Su lealtad no pasó desapercibida; los transeúntes y empleados de la estación cuidaron de él durante todos esos años. Un año antes de su muerte, en 1934, se erigió una estatua de bronce en su honor, aunque esta fue destruida durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, una nueva estatua fue levantada y permanece hasta el día de hoy, convirtiéndose en un punto de encuentro popular. Cada 8 de marzo, se conmemora a Hachikō en la estación de Shibuya, un recordatorio eterno de la lealtad inquebrantable de un perro hacia su amo.

En este video, Nibaldo Mosciatti nos cuenta más acerca de esta notable historia.

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Un día como hoy, 8 de marzo, pero hace 90 años atrás, Japón perdió a uno de los perros más leales que haya existido, un Akita llamado Hachikō. Esta es la conmovedora historia de un perro que, incluso después de la muerte de su amo, siguió esperando fielmente en la estación de Shibuya durante años.

Una historia de lealtad

En 1924, un profesor japonés de la Universidad de Tokio, Hidesaburō Ueno, adoptó a un cachorro de raza Akita en la ciudad de Odate. El perro, llamado Hachikō, había sido transportado en tren durante dos días desde su hogar en el norte de Japón hasta la capital. Aunque al principio parecía estar muerto, el perro se reanimó al recibir un vaso de leche. El profesor se encariñó tanto con el animal que lo adoptó, y pronto, Hachikō comenzó a acompañarlo todos los días a la estación de tren, despidiéndose por la mañana y esperándolo en la tarde.

El vínculo entre el profesor y su perro fue inquebrantable hasta el 21 de mayo de 1925, cuando Ueno falleció repentinamente por una hemorragia cerebral mientras trabajaba en la universidad. A pesar de la trágica noticia, Hachikō continuó con su rutina diaria, esperando en la estación de Shibuya durante los siguientes diez años. Lluvia, sol, frío o calor, el perro se sentaba frente a la estación esperando, día tras día, el regreso de su amado dueño.

Finalmente, el 8 de marzo de 1935, Hachikō murió a los 11 años debido a un cáncer y una infección en el corazón. Su lealtad no pasó desapercibida; los transeúntes y empleados de la estación cuidaron de él durante todos esos años. Un año antes de su muerte, en 1934, se erigió una estatua de bronce en su honor, aunque esta fue destruida durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, una nueva estatua fue levantada y permanece hasta el día de hoy, convirtiéndose en un punto de encuentro popular. Cada 8 de marzo, se conmemora a Hachikō en la estación de Shibuya, un recordatorio eterno de la lealtad inquebrantable de un perro hacia su amo.

En este video, Nibaldo Mosciatti nos cuenta más acerca de esta notable historia.