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Bibliotecaria dejó trabajo, novio y familia por amor, un capitán de yate con el que estuvo por 50 años

16 julio 2025 | 15:09

“No fue una vida perfecta, ni mucho menos (…) Tuvimos nuestros momentos difíciles, como cualquier pareja. Pero nunca dudé de que tomé la decisión correcta aquel verano de 1968″.

Así Beverly recuerda a Bob, su esposo, por el cual dejó más que su trabajo en Canadá, dejó a su familia y también a su novio de aquel entonces, Doug.

Su caso parece una historia sacada de un libro de Nicholas Sparks, la cual seguramente se convertiría en película. Sí, muy al estilo The Notebook o Un amor para recordar.

Imagina una playa en Mazatlán, México y el mar Pacífico a un costado. Los edificios y la fachada colonial son parte de la postal. Beverly Carriveau, una joven bibliotecaria de 23 años, estaba saliendo de una tienda cuando un hombre sale de un taxi.

“Fue como si un rayo pasara entre nosotros”, dijo a CNN Travel. Fue de esos momentos inexplicables que pasan pocas veces en la vida.

Se trataba de Bob Parsons, un capitán de yate norteamericano de 30 años, quien también estaba en Mazatlán.

La botella de vino

El momento quedó impreso en Beverly, pero fue más que eso. Incluso, mientras cenaba con una amiga en el restaurante del hotel donde se quedaba, le dijo que “Me acaba de pasar algo. Miré a este hombre y no pude evitarlo”, relató.

Pero eso solo fue el inicio de su historia de amor. Un camarero le llevó una botella de vino enviada por un “hombre del bar”. Dudó antes de aceptarla, pero finalmente lo hizo.

Ante la curiosidad de saber quién la envió, fue al bar y se encontró con Bob, a quien invitó a su mesa a compartir junto a su amiga.

“Estaba hipnotizada. Era alto, guapo…”, dijo Beverly, quien en ese momento tenía algo de culpa, ya que su novio de tres años la esperaba en casa.

La entonces bibliotecaria añadió que “No era para nada agresivo, era un hombre muy tranquilo, directo”. Él las invitó a un bar cercano, pero ella en todo momento le dejó en claro que “Está bien, pero quiero que sepas que no significa nada”, a lo que Bob respondió “Sólo te invité a tomar algo”.

Y el ‘sólo te invité a tomar algo’ pasó a ser encuentros todos los días mientras estuvo en México. No pasó nada más allá, pero de que había química, la había.

El regreso a casa… y adiós

“La pasamos bien, pero mi padre siempre me advirtió sobre los marineros y los estadounidenses, ya sabes, que hay que tener cuidado (…) Y yo tenía a Doug, mi novio en casa. No estaba buscando nada”, dijo Beverly, pero la verdad es que ella “estaba asombrada. No podía pensar en otra cosa”.

Finalmente, volvió a su casa, en Canadá, junto a su trabajo, familia y su novio, a quien le confesó que conoció a alguien, pero que pese a que no ocurrió nada entre ellos, había una conexión inexplicable.

La respuesta de Doug la dejó sorprendida “Bueno, eso es una locura. Será mejor que vayas y lo averigües”.

Bibliotecaria dejó trabajo, novio y familia por un capitán de yate: estuvieron 50 años juntos

Todos los días revisaba su buzón. Estamos hablando de los años 60′, así que olvídate de mensajes de texto, celulares o correos electrónicos. Todo era por medio de cartas.

Pero la carta de Bob nunca llegó. Lo que sí llegó fue una carta de su compañera de cuarto, quien le preguntó: “¿Quién diablos es el Capitán Parsons del Sugar Shack?”.

Gracias a una clienta de Bob, Beverly viajó a San Diego, ya que él tenía que recoger un nuevo yate.

Ya todo era más que evidente, se estaban enamorando. Pasaron el fin de semana juntos y cuando regresó a su casa el lunes siguiente, renunció a sus tres trabajos, terminó con Doug y le contó a sus padres.

“Sabía que era una locura y estaba mal, porque, ya sabes, en ese entonces la gente no hacía este tipo de cosas”, detalló.

“No podía esperar, así que no esperé. Pensé… ‘Si no voy, me lo preguntaré el resto de mi vida’”, relató Beverly a CNN.

A fines de agosto de 1968, sólo un par de meses después de conocerse, ya estaban viviendo juntos en Mazatlán.

De bibliotecaria a una vida sobre el mar

Bob trabajaba administrando cuatro yates: Sugar Shack, El Jefe, Gold Coaster y el del actor Jerry Lewis.

Beverly le ayudaba en la cocina, como camarera, comprando o administrando también. Cambió por completo su estilo de vida, pero nunca se mostró arrepentida.

Un día, mientras Bob salía de la sala de máquinas, entre la grasa de motor y paños sucios, le dijo que se quería casar.

Aún atónita por la propuesta, llamaron desde la radio del barco a sus padres en Canadá. Utilizaron una radio de banda lateral única. Es decir, se conectaban con una operadora, quien los comunicaba con sus padres, pero al ser por radio, tanto ellas como todos los que estaban en la frecuencia los podían escuchar.

Bibliotecaria dejó trabajo, novio y familia por un capitán de yate: estuvieron 50 años juntos

La operadora se reía mientras ella daba (o mejor dicho gritaba) la noticia a sus padres. Esperaba el rechazo de ellos claramente, pero la respuesta fue contraria. Su madre, le dijo un conciso “Bueno, si se van a casar, entonces se vienen acá y se casan en la iglesia”.

En tres semanas se casaron, pero volvieron a Mazatlán y vivieron en el Sugar Shack.

“Vivimos en el barco durante los siguientes cinco años (…) Fue una vida absolutamente extraordinaria”, relató Beverly, quien dijo que pese a no ser una vida glamorosa, era completamente feliz.

Había semanas donde la pasaban solos en el mar, otras veces explorando islas o zonas que ella no conocía. Definitivamente de esos capítulos que pocos pueden contar.

Hasta que llegaron a tierra firme

Tras cinco años en el mar, decidieron volver a tierra firme. Construyeron una casa en California, cerca del mar, para luego mudarse al norte de Washington, cerca de la frontera con Canadá.

Ella comenzó a trabajar en la misma industria de los yates junto a Bob, para quien el cambio fue un poco más difícil, sin embargo, “lo hizo con todo su corazón”. Juntos consolidaron una exitosa carrera, la que los llevó a recorrer el mundo.

Estuvieron juntos por 50 años, hasta el fallecimiento de Bob en 2021. Lamentablemente, al igual que en The Notebook, previo a eso él estuvo con demencia por varios años.

Bibliotecaria dejó trabajo, novio y familia por amor, un capitán de yate con el que estuvo por 50 años

“No fue una vida perfecta, ni mucho menos (…) Tuvimos nuestros momentos difíciles, como cualquier pareja. Pero nunca dudé de que tomé la decisión correcta aquel verano de 1968″, recuerda con nostalgia Beverly.

Lo que pasó ese verano, añade la bibliotecaria, “Fue un rayo (…) Algo que simplemente no puedes explicar. Y cuando eso sucede, tienes que tener el valor de seguirlo”.