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Autorreferencia política

Por Tu Voz

05 septiembre 2025 | 11:48

El resultado es una comunicación política completamente autorreferencial. Mientras las discusiones en torno a los actores políticos hablan entre ellos sobre rankings y posiciones, los problemas del país —seguridad, listas de espera, pensiones, educación— desaparecen del debate.

En julio, luego de las Elecciones Primarias, las referencias a encuestas y métricas de desempeño electoral dominaron las comunicaciones sobre candidatos presidenciales en redes sociales, superando a todas las demás temáticas combinadas.

Mientras la comunicación política se centraba en interpretar posiciones en los sondeos, las propuestas concretas sobre seguridad, salud o educación estuvieron ausentes. Este hallazgo de nuestro estudio “Elecciones 2025: Cuarto Informe C22-CEP, autorreferencia política” revela un problema fundamental: no es la existencia de encuestas lo que distorsiona el debate democrático, sino el análisis superficial y la comunicación que se construye a partir de ellas.

Las encuestas constituyen instrumentos fundamentales para la investigación social. Permiten comprender transformaciones momentáneas y profundas, evaluar políticas públicas y dar voz sistemática preferencias de la ciudadanía que de otro modo permanecerían invisibles. El problema surge cuando el análisis de estos instrumentos por parte de los agentes políticos se reduce a comentar posiciones relativas entre candidatos, transformando datos complejos en simplificaciones momentáneas.

Nuestro análisis de julio confirma empíricamente esta observación: las menciones a métricas, las referencias mutuas entre candidatos y sus posicionamientos en sondeos superaron significativamente a cualquier otra categoría temática en la comunicación política en redes sociales.

Esta dinámica genera un círculo tortuoso. Los candidatos y sus públicos comentan las encuestas, las redes viralizan la polémica, y nuevas encuestas miden el impacto de la controversia anterior. El resultado es una comunicación política completamente autorreferencial. Mientras las discusiones en torno a los actores políticos hablan entre ellos sobre rankings y posiciones, los problemas del país —seguridad, listas de espera, pensiones, educación— desaparecen del debate. Las encuestas revelan qué políticas prefieren los ciudadanos o qué problemas priorizan, pero ese potencial se desperdicia cuando solo importa quién va ganando.

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Desde luego que el problema no radica en la existencia de encuestas semanales, sino en la fijación de los candidatos sobre su posicionamiento diario. En redes sociales esto se amplifica: las comunicaciones sobre candidatos giran obsesivamente en torno a rankings y posiciones, como documenta nuestro estudio. La situación se agrava con la llegada de plataformas de apuestas en línea, las que ahora también “miden” las elecciones chilenas según las chances de cada uno, y las redes replican estas fluctuaciones especulativas como si fueran indicadores válidos del sentimiento electoral.

Las encuestas no solo miden: moldean comportamientos. Los votantes ajustan sus decisiones según lo que perciben como tendencias dominantes. Los políticos diseñan estrategias basadas en oscilaciones semanales antes que en diagnósticos profundos. Las redes amplifican la circularidad de sí mismas. Y la ciudadanía ve postergada la discusión sobre políticas públicas que podrían mejorar su calidad de vida.

Se puede esperar que con la presentación de los programas de las candidaturas presidenciales, esta situación cambie. Ello al menos indicaría que la política aún puede escapar a su autorreferencia y preocuparse de lo que importa.

Fabián Belmar
Investigador asistente C22-CEP