El ministro de Seguridad Pública, Luis Cordero, confirmó que el Presidente Gabriel Boric no viajará a la frontera con Perú y que el Gobierno seguirá apostando por la coordinación técnica con Lima, sin responder a gestos políticos del vecino país. Esto último, luego que el mandatario interino de Perú, José Jerí, llegara hasta la ciudad de Tacna para supervisar el despliegue militar en la frontera, generando molestia al interior del Palacio de La Moneda, que optó por seguir administrando la crisis a distancia.

Sin viaje presidencial ni giros dramáticos, el Gobierno insistió en que la situación está contenida, justo cuando Perú endureció su postura, dejando en claro que no aceptará reconducciones sin registro migratorio previo.

Desde Santiago, el ministro de Seguridad Pública, Luis Cordero, confirmó que el presidente Gabriel Boric no viajará a la zona y que el Gobierno mantendrá su estrategia: coordinación técnica con Perú y ejecución del plan fronterizo, sin responder a los gestos políticos del vecino país.

Y frente a la comparación inevitable con Jerí en Tacna y Boric en Santiago, Cordero fue tajante en asegurar que “las estrategias internas del Perú no ameritan un pronunciamiento del Estado de Chile”.

A diferencia del tono institucional de La Moneda, en el lado peruano la señal es otra. El ministro del Interior, Vicente Tiburcio, recorrió la frontera junto a Jerí, defendiendo el despliegue militar, asegurando que el “libre tránsito” no está obstruido y recalcó que cualquier migrante sin registro será devuelto de inmediato.

En paralelo al despliegue binacional y los patrullajes reforzados, en Santiago avanzan medidas legislativas que reactivan el debate interno. La Comisión de Gobierno Interior volvió a poner en tabla el proyecto de centros de internación provisoria.

Su impulsor, el diputado Radical Rubén Oyarzo, lo defendió como una herramienta urgente para ejecutar expulsiones.

En Cancillería, en tanto, transmiten una idea que no apareció públicamente pero sí en conversaciones internas: Chile no está disponible para replicar “modelos improvisados” ni responder con el dramatismo que mostró Perú.

Según altas fuentes del Ministerio de Relaciones Exteriores, la estrategia peruana ha sido errática, reactiva y más influida por presiones políticas internas que por una política migratoria sostenible.