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El sello violento de Los Pulpos en Chile: extorsionan a punta de granadas al igual que en Perú

14 septiembre 2025 | 07:00

Las intimidaciones armadas transforman la rutina de comerciantes en distintos barrios del país, donde mensajes acompañados por imágenes de artefactos explosivos intensifican el clima de temor y ponen a prueba la respuesta de las autoridades.

Las amenazas con explosivos, que durante años aterrorizaron a comerciantes y autoridades en el norte de Perú, avanzan sobre el territorio chileno con la marca inconfundible de Los Pulpos, una organización criminal transnacional que adapta métodos y extiende sus tentáculos por el país.

El uso de granadas y dinamitas como herramienta de extorsión se está replicando en Chile, donde las víctimas ya han recibido videos y mensajes que anuncian ataques si no pagan las sumas exigidas en los llamados ‘cupos’, según conoció BioBioChile.

La influencia de esta banda quedó evidenciada recientemente, cuando un ciudadano chileno, identificado como Óscar Graciani Tiayna Ríos, fue condenado por operar a nombre de la organización peruana.

El caso, reportado por Teletrece, detalló que el acusado enviaba por mensaje de WhatsApp amenazas como: “Tienes hasta mañana para darme una solución. De lo contrario, te daremos resultados nosotros con un atentado a tu casa o bodega o trabajadores, ya que tú saldrás perdiendo a tu familia o tus insumos cuando te lancemos una granada”.

Tiayna Ríos, de nacionalidad chilena y de 33 años, seleccionado como pieza clave en la ofensiva de Los Pulpos en Arica, aprovechó su conocimiento local para vigilar a víctimas y extender el miedo mediante mensajes grabados y envíos de imágenes de explosivos, estrategia que forma parte de la identidad del grupo, nacido en el norte peruano y vinculado históricamente al uso de armamento de guerra para la intimidación.

Sofisticación del delito

El teniente Felipe Cortés, del Departamento OS9 de Carabineros, explicó: “Veía y vigilaba a la futura víctima que iba a intimidar… Este sujeto extorsionaba a estas personas a través de aplicaciones de mensajería instantánea”.

La preparación de los ataques incluía un seguimiento minucioso de los movimientos de comerciantes y trabajadores, lo que, según fuentes policiales, demuestra la sofisticación que gradualmente adquiere el crimen organizado extranjero en Chile.

La amenaza vinculada a explosivos no es una novedad para los investigadores. De acuerdo al fiscal regional de Arica y Parinacota, Mario Carrera, “esta persona indicaba pertenecer a la organización de Los Pulpos. No estaba actuando solo, claramente. Nosotros incautamos su teléfono, que nos entregó muchísima información y nos ratificó la línea investigativa que tenemos”.

Los registros obtenidos por el Ministerio Público en Chile permitieron reconstruir el proceder de la banda, cuyas extorsiones utilizando artefactos explosivos no solo apuntan a obtener dinero, sino también a sembrar pánico entre la población afectada.

En los mensajes a comerciantes y empresarios de Arica, la referencia a granadas se vuelve un elemento recurrente, replicando prácticas que en el norte peruano han dejado secuelas graves.

“Somos la organización Los Pulpos del Norte. Todo depende de ti. Cada vez estamos más cerca de tu personal. La próxima vez que iremos será para matarle, para que veas que no estamos jugando. Es mejor que colabores”, escribieron los extorsionadores en otra comunicación dirigida a trabajadores en Azapa.

Las células criminales

Las autoridades chilenas vinculadas a la investigación han detectado que, pese a los golpes logrados por Carabineros y la Policía de Investigaciones (PDI) contra facciones de Los Pulpos y otras estructuras como el Tren de Aragua, la adaptación de estos grupos dificulta su erradicación.

“Los Pulpos son una organización criminal transnacional. Es un grupo delictivo que traspasó la frontera y que actualmente, pese a que los Carabineros de Chile han desarticulado, sigue operando a través de células, las mismas que han ido evolucionando”, indicó el teniente Cortés.

El crecimiento del fenómeno quedó reflejado en las cifras de denuncias recopiladas por la PDI y Carabineros a través de la Ley de Transparencia. Entre 2021 y 2023, los reportes de extorsión a comerciantes en la Región Metropolitana se triplicaron, con especial concentración en comunas como Santiago, Independencia y Recoleta. De 2018 a junio de 2024, la región registró 1.137 denuncias por este delito, según datos de los registros oficiales.

Muchos de los afectados relatan cómo las amenazas evolucionaron desde simples textos a mensajes en los que los victimarios exigen pagos millonarios y prometen incendiar o ‘volar’ sus negocios.

“Si no pagas 10 millones de pesos, te matamos y quemamos tu negocio”, fue, por ejemplo, uno de los mensajes dirigido al dueño de un restaurante de comida peruana en Recoleta, donde también hay presencia de Los Pulpos.

Hasta el año pasado, el blanco preferido de la banda delictiva peruana eran los migrantes peruanos, especialmente aquellos dedicados a pequeños comercios en el rubro gastronómico. Sin embargo, esta situación empezó a cambiar y ahora ya se registran denuncias por extorsión a ciudadanos chilenos.

No sólo negocios

Los métodos empleados por Los Pulpos en Chile coinciden con episodios documentados en el norte peruano, donde la banda, originaria de la ciudad de Trujillo, consolidó su fama por la utilización de armamento pesado y explosivos para conseguir sus objetivos.

Uno de los hechos más graves ocurrió a inicios de este 2025, cuando una bomba explotó en una sede fiscal de Trujillo. El atentado, que tuvo repercusión nacional, fue atribuido por la policía peruana a personas vinculadas a Los Pulpos y derivó en la detención de Thalía Neira Beltrán, alias ‘Thalía’, presunta implicada en la planificación del ataque.

La expansión del grupo por Santiago y otras comunas del país responde a su búsqueda de nuevos escenarios criminales y al poder de intimidación que confiere el control de armas y explosivos.

Según el fiscal Carrera, la autodefinición del chileno detenido como brazo local de Los Pulpos y el análisis de su teléfono confirmaron la coordinación transnacional, lo que ha motivado el refuerzo de la cooperación policial con Perú y la adopción de protocolos conjuntos para el rastreo de delitos cometidos en ambos países.

El comandante general de la Policía Nacional del Perú (PNP), Víctor Zanabria, subrayó: “Hemos hecho una alianza en el aspecto criminalístico que permite la identificación de proyectiles disparados. Y 27 casos se han dado en que armas con las cuales se ha quitado la vida a ciudadanos han participado tanto en Perú como en Chile”.

Esta colaboración, de acuerdo a expertos, es crucial para frenar la expansión de grupos capaces de cruzar fronteras y aplicar estrategias de violencia cohesionada, como quedó en evidencia con el despliegue de Los Pulpos en ambos países.

Sistema judicial

La condena impuesta a Tiayna Ríos —cinco años de presidio, cumplidos bajo libertad vigilada— evidencia las dificultades del sistema judicial chileno para enfrentar el nuevo tipo de criminalidad traída por organizaciones foráneas.

Pese a las evidencias recabadas y al temor esparcido por sus acciones, la estructura madre de Los Pulpos continúa adaptando sus tácticas y utilizando operadores locales para conservar influencia y controlar ilícitos en diferentes puntos del territorio chileno y, a miles de kilómetros de distancia, también en suelo peruano.

Mientras la investigación principal sigue abierta para determinar el paradero de Johnson Smith Cruz Torres, actual líder de Los Pulpos en Perú, y cuya presencia en Chile no se descarta, las autoridades nacionales incrementan la vigilancia en comunas azotadas por la extorsión.

Los registros oficiales apuntalan la necesidad de fortalecer la cooperación internacional y la respuesta institucional ante el avance de organizaciones que, como Los Pulpos, recurren a la amenaza con explosivos —granadas de guerra, dinamitas y bombas molotov— para garantizar lo que ellos llaman el cobro de ‘cupos’ y sellar su presencia en un territorio que, desde hace buen tiempo, ya no les parece ajeno.