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La guerra electrónica ya no es del futuro: ocurre ahora y esta es la posición de Perú

06 septiembre 2025 | 09:02

La irrupción de sofisticadas tecnologías de defensa transforma las estrategias militares y científicas nacionales, mientras funcionarios y especialistas promueven alianzas y desarrollos clave para fortalecer la seguridad y la presencia peruana en el espacio digital y geopolítico.

La guerra electrónica ha dejado de ser una anticipación futurista para instalarse como una de las principales preocupaciones estratégicas en el Perú, según han dejado claro recientes declaraciones de autoridades civiles y militares y expertos en relaciones internacionales.

El concepto, habitual en escenarios de potencias militares, se impone progresivamente en el debate nacional, planteando interrogantes y desafíos para la seguridad y la defensa nacional en el actual contexto geopolítico.

“Esta es una disciplina que tiene sus primeros auges en la Primera Guerra Mundial y se intensifica en la Segunda Guerra Mundial; hoy en día no se puede ir al campo de batalla sin tener capacidades de guerra electrónica”, afirmó el general FAP César Torres, viceministro de Políticas para la Defensa del Ministerio de Defensa peruano, durante una entrevista a El Montonero.

Torres resume la transformación actual del escenario militar señalando que “la guerra electrónica asegura con una alta probabilidad de lograr los objetivos militares” y aporta una “alta probabilidad de supervivencia” para las tripulaciones.

El debate en el país se activa mientras el mundo observa cómo los últimos conflictos, como el estallido militar entre Israel e Irán, o las posibles tensiones entre Estados Unidos y Venezuela, ofrecen muestras de la trascendencia de la guerra en el ámbito del ciberespacio, con impactos directos en las estrategias y doctrinas tradicionales.

Nuevo terreno de batalla

En palabras del excanciller peruano Miguel Ángel Rodríguez Mackay, la guerra electrónica constituye “un novísimo punto de inflexión en los conflictos de la contemporaneidad”, que implica el ingreso de los estados a un nuevo terreno de batalla.

“Las guerras se realizarán en salones o tableros llenos de botones y esa es una realidad que no puede ser soslayada”, dijo.

Mientras crece el interés en las universidades y círculos técnicos, el Ministerio de Defensa peruano consolida iniciativas dirigidas a fortalecer las capacidades de las Fuerzas Armadas.

El propio Torres recuerda que en la década del noventa se avanzó considerablemente en capacidades de guerra electrónica en el país, al punto de contar con sistemas antirradar y equipos para protección activa y pasiva de las aeronaves militares.

Advierte, sin embargo, que el escenario contemporáneo exige nuevas respuestas: “Ya no es ningún secreto: yo tuve a mi cargo una de las armas letales de la guerra electrónica. Antes de la guerra de Vietnam, eran acciones temporales, pasivas… pero a partir de esta guerra, con los famosos wild weasel o comadreja salvaje, ya los aviones llevan los antirradar. Hoy en día la guerra electrónica es letal”.

El crecimiento de la infraestructura tecnológica plantea retos de largo aliento. En sentido, Torres subraya la función de los satélites de comunicaciones no solo como plataforma de integración y ahorro de recursos estatales, sino como factor decisivo para la soberanía y el desarrollo territorial.

“Un satélite de comunicaciones, un geoestacionario, es imprescindible, porque no hay otra forma de llegar a nuestros peruanos que están tan alejados y tan vulnerables”, señala el viceministro, y agrega que la presencia peruana en la órbita tiene vínculos innegables con la geopolítica espacial y la consolidación de nexos con agencias extranjeras.

“Formar un grupo selecto”

La academia y el sector civil también se alinean a los nuevos desafíos. Rodríguez Mackay destaca el impulso de talleres y formaciones técnicas, como el destinado a “formar un grupo selecto en guerra electrónica en el Perú”, que reúna a especialistas y estudiantes de ingeniería eléctrica de las mejores universidades del país, con el objetivo de actualizar los saberes frente a tecnologías que transforman la defensa global.

“Las políticas de seguridad y defensa deberán invertir cada vez más en la ciberseguridad y la ciberdefensa, pues las guerras en este marco serán letales y catastróficas en su carácter altamente específico y selectivo”, advierte el excanciller.

En la esfera militar, la adquisición de nueva tecnología ocupa un lugar prioritario. El Estado peruano evalúa la compra de veinticuatro cazas de nueva generación, cuyo equipamiento contará con “una cúpula de protección de la guerra electrónica, tanto para la detección como para neutralizar esas ondas electromagnéticas”.

“La Fuerza Aérea lo tiene muy claro, son muy profesionales y saben la gran importancia que tiene la guerra electrónica. Sin duda, los nuevos aviones van a tener todo un sistema integral de protección”, comentó Torres.

De acuerdo con el viceministro de Perú, estas adquisiciones tienen una proyección de vigencia de cuatro décadas, por lo que la planificación y el respaldo institucional resultan fundamentales.

Torres asegura que se “están haciendo los mejores esfuerzos”, advirtiendo sobre la “inmensa responsabilidad” que implica la modernización de los sistemas de defensa, dado que las decisiones actuales determinarán la calidad y solvencia operativa de las Fuerzas Armadas durante los próximos cuarenta años.

Industria privada

La integración entre el Estado, la industria privada y la academia aparece como un componente crucial. Torres defiende una sinergia basada en el esquema de “investigación, desarrollo, innovación”, donde intervienen las Fuerzas Armadas generando requerimientos, las universidades investigando, las empresas produciendo y el Estado promoviendo y facilitando las condiciones.

“Si nos encapsulamos directamente como Fuerzas Armadas, esto no avanza… La industria para la defensa es esa interacción con las cadenas productivas privadas. Los privados son los que producen la riqueza, no el Estado… Esa interacción se la tenemos que fortalecer”, precisó el viceministro.

La preocupación por la capacidad de reacción y el control sobre las fronteras resulta recurrente en el análisis de la coyuntura.

Consultado por los episodios de tensión geopolítica en la frontera norte y las declaraciones de países vecinos, Torres sostuvo: “El tema de las fronteras para el país, como lo ha dicho la primera mandataria (Dina Boluarte), está cerrado. Nosotros no tenemos problema con ningún país… Nuestra preocupación ha sido intensa en levantar las capacidades operativas. Si el país necesita por emergencia a las Fuerzas Armadas, ahí estaremos presentes. Está muy bien respaldado todo lo que podemos hacer en defensa de la soberanía”.

Escudo cibernético

El desarrollo de un escudo cibernético nacional representa el siguiente paso en el robustecimiento de las capacidades de defensa. Torres lo considera la “columna vertebral” del sistema integral, mediante la convergencia de plataformas y respuestas integradas para generar sinergias en el país. El objetivo advierte, es evitar el trabajo aislado y garantizar la convergencia de capacidades en el sector defensa.

Rodríguez Mackay, en tanto, enfatiza que la guerra electrónica “ha dejado de ser un asunto del futuro y también de hallarse a la vuelta de la esquina. Debemos aceptar que ya está en nuestras narices y los gobernantes no pueden ver esta realidad como una cuestión accesitaria o superficial”. Su análisis concluye con una advertencia: “Solo así la paz podría aflorar como un presupuesto realista”.

Las declaraciones y análisis recogidos proyectan el compromiso de las autoridades y expertos peruanos de enfrentar la nueva era de los conflictos en el terreno virtual, con medidas institucionales, tecnológicas y formativas que buscan anticiparse a la dimensión presente y futura de la guerra electrónica.