Este 28 de noviembre se cumplieron tres años de una de las mayores tragedias en la historia del fútbol. El avión que trasladaba a la comitiva del Chapecoense a disputar la final de la Copa Sudamericana a Colombia se estrelló, dejando un saldo de 71 fallecidos y seis sobrevivientes.
La causa del accidente fue un agotamiento de combustible en el avión que formaba parte de la empresa LaMia. Tras lo sucedido, Atlético Nacional le otorgó el título continental de manera póstuma, comenzando un largo proceso de refundación con momentos buenos y malos.
El destino le tenía deparado un triste momento al cuadro brasileño, ya que este miércoles se certificó el descenso del Chapecoense a la serie B, en medio de serios problemas económicos, problemas dirigenciales y mal rendimiento de sus jugadores.
Distinto es el panorama que atraviesan las seis personas que salieron con vida de las laderas del Cerro Gordo: tres futbolistas, dos auxiliares de vuelo y un periodista.
La vida después de la tragedia
El primer sobreviviente rescatado del lugar fue Alan Ruschel, que fue el único miembro del plantel que siguió jugando de forma profesional. De hecho, este año dejó el cuadro de ‘Chapeco’ para recalar en el Goias con una emotiva declaración.
“Ahora tengo un nuevo desafío, demostrar que no dependo de la lástima de nadie y demostrarle a muchas personas en Brasil que no estoy en el fútbol por favor del Chapecoense”, declaró.
Otro de los futbolistas que logró salir con vida fue Helio Neto, quien fue el último en ser rescatado, pasando varios meses en estado crítico. Aún forma parte de Chapecoense pero a sus 33 años todavía no disputa un partido oficial.
Paralelo al deporte, Neto lanzó un libro titulado ‘Se puede creer en el mañana’, donde relata su proceso de recuperación y llega a la conclusión de que hay cosas más importantes que el fútbol.
Peor suerte corrió Jackson Follmann, quien debió dejar la actividad tras sufrir la amputación de su pierna derecha. Actualmente es embajador del Chapecoense, está esperando a su primer hijo e inició una carrera como cantante en el reality PopStar de la cadena globo Brasil.
También sobrevivió Ximena Suárez, azafata boliviana que al momento de la tragedia tenía 28 años. Tras pasar tres semanas internada en una clínica de Colombia, lo primero que hizo fue escribir un libro titulado ‘Volver a los cielos’, que lanzó el mismo año del accidente.
Después estudió Ingeniería en control de procesos, aunque la dejó para volver a su verdadera vocación: ser azafata. Actualmente está terminando su entrenamiento para trabajar en la aerolínea boliviana Amazonas. El resto del tiempo se lo dedica a sus hijos.
El otro miembro de la aerolínea que sobrevivió fue Erwin Tumiri, mecánico aeronáutico, quien era el encargado de determinar si el avión tenía las condiciones para volar.
Actualmente vive con su madre en Cochabamba, integra una banda de pop cristiano y está terminando sus estudios de aviación.
Por último estaba el periodista Rafael Henzel, quien cubría la actualidad del Chapecoense. Escribió un libro y volvió a trabajar para la Radio Oeste Capital. A fines de marzo, murió producto de un infarto al corazón mientras jugaba un partido de fútbol.