Esa masa informe que cayó desde el espacio en 1967...

Christian Leal

Periodista. Director de BioBioChile. Penquista.

Sábado 12 julio de 2025 | 17:36

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Lo único que quedó del pobre Komarov | Archivo RIA Novosti

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Me gustaría decirles que lo que ven en la fotografía es alguna extraña especie de ser alienígena. Sería, al menos, más digno. Por desgracia se trata de los restos de un ser humano, específicamente del astronauta Vladimir Mikhaylovich Komarov, quien tuvo el dudoso honor de convertirse en el primer ser humano en morir en el espacio.

Bueno, no precisamente en el espacio sino desde el espacio. Luego de sufrir toda clase de averías, su nave se precipitó a tierra a 140 kilómetros por hora, impactando contra el planeta con la fuerza de un meteorito de 2.8 toneladas. Pero no lo mató el golpe. Durante su paso por la atmósfera, el vehículo alcanzó una temperatura de 2500 grados Celsius. El pobre Komarov quedó reducido a un bulto de 80 centímetros de largo y 30 de diámetro. Sólo una parte de él quedó “reconocible”: un hueso de su talón. Una ironía para Aquiles.

¿Lo peor? Que Komarov sabía que esto iba a suceder.

Era 1967 y EEUU con la Unión Soviética estaban en plena Guerra Fría, esa época de “a ver quién es el que la tiene más grande“. Cinco años atrás, Yuri Gagarin se acababa de convertir en el primer hombre en llegar al espacio marcando un tanto para los soviéticos, por lo que EEUU dijo “saben qué, nosotros pondremos dos hombres al mismo tiempo en el espacio“, y creó el proyecto Gemini. A lo que el líder comunista, Leonid Brezhnev, replicó: “¿Ah sí? Entonces nosotros llevaremos 3 hombres al espacio al mismo tiempo“, y sacó de la manga el proyecto Voskhod.

(Todo muy maduro por ambas partes).

El problema es que el proyecto Voskhod era una bravuconada de Brezhnev. No existía. Así que los ingenieros rusos, motivados por la amenaza de unas vacaciones permanentes en Siberia, tomaron apresuradamente un módulo Vostok creado para una persona y bueno… donde cabe uno caben tres. Listo.

Ahora sólo había que probarlo, y el hombre seleccionado para esa misión fue el coronel Vladimir Komarov.

Komarov antes de que lo convirtieran en la Princesa Grumosa...
Komarov antes de que lo convirtieran en la Princesa Grumosa…

Aquí es cuando el tema se pone emotivo. Yuri Gagarin y Komarov eran amigos entrañables. Sus familias se conocían. Ambos salían a cazar y a beber juntos. Por eso cuando Komarov supo que había sido designado voluntario, no pudo negarse: si lo hacía, el siguiente en la lista para reemplazarlo sería su amigo Gagarin.

“Moriría él en vez de mí. Tenemos que cuidarlo”, dijo Komarov a sus compañeros.

Gagarin y Komarov de cacería...
Gagarin y Komarov de cacería…

Gagarin, que por entonces ya era un héroe nacional gracias a su logro, hizo todo lo posible por detener el vuelo. Junto con algunos ingenieros expertos revisaron la nave y encontraron nada menos que 203 problemas estructurales que prácticamente garantizaban su destrucción. El premiado astronauta hizo llegar el informe a todos los contactos que tenía en el gobierno y hasta en la KGB, pero nadie se atrevía a contradecir al resuelto Brezhnev. Y con razón: los pocos que se atrevieron, fueron despedidos o degradados.

El fatídico día del 27 de abril de 1967, Gagarin llegó al centro de lanzamiento y se puso su traje de cosmonauta amenazando con acompañar a Komarov en su periplo, como último acto desesperado. Pero no sirvió de nada. La nave despegó llevando únicamente a su amigo.

Tal como se esperaba, la nave funcionó peor que si hubiera usado Windows Vista: las antenas no se desplegaron como debían, la energía se cortaba, los instrumentos de navegación no respondían. Komarov hizo todo lo posible para lograr un ángulo de entrada que permitiera su reingreso a la Tierra, pero finalmente su destino fue evidente para todos, incluyéndole. No podría regresar en una pieza.

Como por entonces los mensajes de radio se filtraban más que las carpetas del Ministerio Público, los espías de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de EEUU escucharon por sus audífonos cómo se desenvolvía el drama. Los operadores de vuelo llevaron a la esposa del astronauta, Valentina Yakovlevna, para que se despidiera de él por radio. Hablaron sobre qué decirle a sus hijos. Incluso el primer ministro soviético, Alexei Kosygin, lo llamó para decirle que sería recordado como un héroe. Dicen que Kosygin lloraba mientras hablaba.

Cuando la cápsula comenzó su vertiginoso descenso, Komarov hizo notar el alza de la temperatura en su interior. Un último fallo confirmó que no había esperanza: el paracaídas de la Voskhod se negó a abrirse.

Aquí, hay dos versiones sobre las últimas palabras del desafortunado astronauta. Según los archivos rusos, Komarov indicó “Me siento excelente. Todo funciona de maravillas. Por favor transmitan esto” antes de perder conexión. Según los espías estadounidenses, Komarov estalló en ira gritando “¡Maldita nave del demonio! ¡Nada aquí funciona!”.

(No sé ustedes, pero en esta le creo más a los gringos).

Kosygin cumplió su palabra y Komarov tuvo un funeral de Estado, aclamado como un héroe nacional. Lo realmente misterioso, es que pese a que sus restos no eran más que una masa quemada e informe, los miles de asistentes a la ceremonia pudieron verlos por haberse realizado con el ataúd abierto.

La esposa de Komarov despidiéndose de su esposo | Archivo RIA Novosti
La esposa de Komarov despidiéndose de su esposo | Archivo RIA Novosti

Algunos dicen que el propio Komarov lo exigió, como una forma de echarle en la cara su ineptitud a los jerarcas rusos. Otros, que fueron sus compañeros los que dejaron a la vista sus restos, con el mismo fin.

Pero alguien aún no se consideraba satisfecho: su amigo Yuri Gagarin. Rumiando su rabia, el pionero espacial confidenció a su amigo de la KGB, Venyamin Russayev, su ánimo de venganza contra Brezhnev.

“Voy a llegar hasta él de alguna manera y, si me entero de que él estaba al tanto de la situación y aún así dejó que esto pasara, entonces sé exactamente lo que voy a hacer”, relató en 1989 Russayev.

¿Qué era exactamente lo que iba a hacer? No lo mencionó. Quizá darle un golpe en la cara, creía Russayev. Existe un rumor que nunca se comprobó, de que Gagarin logró reunirse con Brezhnev, y sin medir las consecuencias, le habría arrojado un vaso de licor en la cara.

Nunca lo sabremos porque Yuri Gararin murió al año siguiente. En un accidente de avión, por cierto.

RIA Novosti
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