Este 2019 ha sido uno de los años más fructíferos para el tenis nacional. Cristian Garin y Nicolás Jarry son los principales responsables de esto. En su primera temporada inmersos de lleno en el circuito ATP han logrado grandes resultados.

Ganaron sus primeros títulos ATP, derrotaron a varios jugadores top 10 y junto al equipo chileno de Copa Davis lograron clasificar a la fase final que se disputará desde noviembre en Madrid.

En medio de este ilusionante panorama, los amantes del tenis chileno recibieron una noticia que remeció a los seguidores del deporte en general. Por primera vez, Roger Federer estará en el país para realizar un partido de exhibición.

Se trata de una de instancias más históricas del deporte en Chile. Una verdadera leyenda viviente del tenis, catalogado por muchos expertos como el mejor de la historia, estará el 19 de noviembre en el Movistar Arena disputando un partido contra Alexander Zverev (6° ATP).

Como era de esperar, las entradas se agotaron rápidamente y el suizo ya está palpitando lo que será encontrarse con una nueva ‘hinchada’: “Confío en que habrá un gran ambiente, espero algo especial en ese sentido, algo que nunca haya sentido antes porque es un país en el que nunca he estado y los fanáticos suelen ser muy diferentes en todos los lugares a los que voy”, reconoció.

La efervescencia que genera ‘Su Majestad’ va más allá de sus grandes logros en la cancha de tenis (es el tenista que ha ganado más Grand Slam en la historia). Su caballerosidad y templanza es un sello característico. Es un ejemplo integral para las futuras generaciones de lo que debiera ser un deportista.

Sin embargo, no siempre fue así. Sus comienzos en el tenis estuvieron marcados por el gran talento y condiciones que exhibía además de un fuerte temperamento. Sus padres, entrenadores y hasta el propio Federer lo han confirmado: ‘Yo era un niño rebelde’.

Raquetas rotas, castigos de sus entrenadores por mala conducta y un look que dista mucho de lo que es ahora marcaron la historia del suizo.

Florida Usta
Florida Usta

“El que le trabajó la cabeza se merece un Premio Nobel”

Hay Federer para rato. Con 38 años, el suizo ya confirmó que la próxima temporada jugará Roland Garros y los Juegos Olímpicos de Tokio. Más de 15 años en la elite del tenis mundial no le han pasado la cuenta y, ante la irrupción de jóvenes talentos, sigue estando en las instancias finales de los torneos más importantes.

En este fin de temporada, Federer ‘sorprendió’ al protagonizar ciertos percances durante partidos. También es humano y puede llegar a perder la paciencia.

Prueba de ello fue lo que ocurrió en el Masters de Shangai contra Alexander Zverev. Luego de un punto, que ganó el alemán, Federer descargo su molestia lanzando una pelota hacia la tribuna.

Segundos más tarde, el umpire español Nacho Forcadell lo sancionó con un punto argumentando ‘abuso de pelota’. Federer inmediatamente fue discutirle la decisión.

Aunque para muchos la decisión fue injusta, teniendo en cuenta lo lejos que estuvo su reacción de ser ‘furiosa’, lo cierto es que de varios sitios especializados de tenis hicieron eco de la notica. Ver a Federer discutiendo durante un partido no es frecuente.

Sin embargo, lo que puede ser raro para muchos, en la interna del circuito no lo es: “Lo que los conocemos, cada tanto cuando está en un partido que no le encuentra la vuelta, se ve que está a punto de estallar pero cómo se controla es impresionante”, señaló el tenista argentino Guillermo Coria.

El ‘Mago’ llegó a ser número tres del mundo y durante años animó el circuito junto a Roger Federer y otros más. Juntos vivieron la etapa de junior por lo que Coria desempolvó ese paso en conversación con el programa radial Cambio de Lado.

“Te digo la verdad, con una mano en el corazón, después de haber compartido circuito junior con Federer, nunca hubiésemos imaginado que iba a llegar a ser lo que es y sigue siendo. El trabajo que hizo la gente que lo rodeó, sobre todo el que le trabajó la cabeza a Federer, que es para darle el Premio Nobel porque fue impresionante el laburo que hizo”, relató el finalista de Roland Garros.

Siguiendo en dicha línea recalcó que “Era completamente sacado. Escuchaba música electrónica a full con los auriculares, pelo teñido de rubio, una personalidad… ¡Nada que ver a lo que es hoy!, Por eso digo que es para darle un Premio Nobel al que le hizo un cambio de su personalidad y en su forma de controlarse”.

No hubo Premio Nobel para nadie, pero si un largo camino para lograr la estabilidad emocional y mostrarse como un verdadero ‘hombre de hielo’ en momentos claves.

“Era un loco total”

Madeleine Baerlocher era entrenadora de un club de tenis en Basilea cuando llegó a su dirección un niño de siete años llamado Roger Federer. En el TC Old Boy, el actual número tres del mundo dio sus primeros pasos en el deporte. Y desde ese momento ya sorprendía por su talento y personalidad.

En conversación con el medio suizo NZZ, Madeilene rememoró aquellos años cuando Federer ya era apodado como ‘un pequeño Satán’: “Roger maldecía mucho y en voz alta, pero también se reía y animaba”.

“Una vez, después de perder un partido, se sentó en la silla del árbitro, llorando desconsoladamente. Todos los demás estaban en la casa del club con el picnic”, relató.

Y también recordó una vez cuando el suizo sorprendió en su llegada a la academia tras ganar el Orange Bowl, prestigioso torneo de tenis infantil. Federer llegó con una gorra de beisbol. “Estaba dando vueltas y no se la quería quitar. Le pregunté por qué no se iba a su casa y me respondió: ‘No confío en mí mismo, me he teñido de rubio’”.

Paul Dorochenko también estuvo en los inicios de la carrera del suizo. Cuando tenía 17, lo llamaron para ser su preparador físico. A Federer no le gustaba entrenar, prefería jugar y comer papas fritas y pizza sumado a una personalidad ganadora, que a veces sobrepasaba los límites.

“Era una persona poco puntual, llegaba tarde al entrenamiento y había que empujarle para que empezara con las sesiones. No era demasiado trabajador y se cansaba rápidamente porque los ejercicios los hacía con suma facilidad”, recuerda en conversación con Swiss Info.

Siguiendo en dicha línea, recalcó que “era un loco total. No había forma de que no tirara la raqueta contra el suelo cuando le salían mal las cosas. Su ojo dominante es el izquierdo y por ello pecaba de poca concentración, algo que ha ido corrigiendo a lo largo de los años”.

Como forma de frenar estos comportamientos, desde el club le imponían castigos: “Recuerdo que se le imponían castigos cuando arrojaba la raqueta y perdía el control. A las 7 de la mañana tenía que ir a las pistas cubiertas de la Federación y limpiar las marcas amarillas que dejaban las pelotas sobre la superficie de las pistas”.

Thomas Coex | Agence France-Presse
Thomas Coex | Agence France-Presse

Los factores del cambio

Con el paso de los años, Federer seguía haciéndose un nombre en el circuito. Pero la consagración aún no llegaba y se frustraba con facilidad. Fue entonces que durante un partido donde no logró contener sus emociones tuvo el ‘click’ que tanto esperaba.

En el libro ‘Los años de celebración’ de Marco Keller, Roger relató que “jugaba con Marat Safin y nos portábamos uno peor que el otro. Tras el segundo set, en la pantalla grande del estadio, mostraron cómo se enfurecía él y cómo me enfurecía yo… mientras lo veía me sentía profundamente avergonzado. Y me dije: “Esto realmente no puede seguir así”.

También fue clave conocer a su actual esposa, Mirka Vavrinec, con quien tiene dos parejas de gemelos. El amor nació cuando disputaba los Juegos Olímpicos de Sydney 2002. Federer llegó a las semifinales y comenzaba a asentarse entre los 100 mejores.

“Nuestra relación se hizo rápidamente algo serio. Gracias a ella crecí más rápido. Ella es mayor que yo y las mujeres igualmente maduran antes que nosotros”, relató el suizo.

Los resultados también lo empiezan a acompañar. En 2003 gana su primer Wimbledon y en 2004 alcanza el número uno del ranking por primera vez en su carrera. De ahí en más, su nombre no se volvería a mover de los primeros lugares.

Horacio de la Peña reafirma esta tesis. Más allá de trabajar el lado psicologico, recalca sobre Federer que “los chicos van evolucionando de acuerdo a como van aprendiendo y eso tiene que ver con la ayuda y formación que le dan sus entrenadores. Federer fue un chico que siempre tuvo un montón de talento y le constaba encontrar el camino de la tranquilidad, y esa la encontró con tenis, la encontró en los tiros y fue jugando cada vez mejor”.

“Cuando cumplí 17 años, mi familia decidió que debía ir a un psicólogo. Desde ese momento, mi crecimiento ha sido constante. Cada vez que estoy bajo presión, pienso en todo el duro trabajo que he hecho”, relató Federer en el libro.

Thomas Coex | Agence France-Presse
Thomas Coex | Agence France-Presse