Las caras tristes y la mirada baja lo dejaron claro. La expresión de los jugadores de Colo Colo tras el pitazo final del árbitro Wilmar Roldán hacía evidente su decepción, tras caer derrotados sin apelaciones ante Palmeiras por los cuartos de final de Copa Libertadores.

Los goles de Dudú y Borja sellaron el triunfo de los paulistas y la eliminación del cuadro chileno, que vio finalizado su sueño de avanzar en el torneo tras una llave donde, salvo lapsos del primer partido, habitualmente lucieron lejos del potencial de su rival, tanto en juego como en la comparación de calidad de los jugadores, con algunas excepciones como Jorge Valdivia.

Sin dudas el desafío era de una dificultad evidente. Palmeiras había demostrado ser uno de los cuadros más sólidos de la copa y vive un presente a la altura en el frente interno, donde es uno de los punteros del Brasileirao. Por ello, para el cuadro ‘albo’ era necesario manejar cada detalle del armado del equipo y también las contingencias que presentan los partidos, labor en la que el entrenador Héctor Tapia no estuvo lúcido y a la altura de la exigencia.

Ya en el partido de ida se había quedado con poca reacción tras el tempranero gol que le dio la ventaja al ‘Verdao’, dependiendo de la jornada brillante de Valdivia y las subidas de Óscar Opazo para generar alguna respuesta. Poco para superar la eficacia de un rival dirigido por Luiz Felipe Scolari, ‘viejo zorro’ que leyó el escenario y modificó su esquema para aprovechar los espacios y sellar esa jornada con un segundo gol vía contraataque.

Ese traspié en la ida, además de las ausencias de Paredes y Pérez, obligaban a Tapia a meter mano al equipo y sorprender en el desafío táctico a ‘Felipao’. Pero la decisión de sumar un volante central (Pavez) y dejar a Barrios solo en ataque pareció más una alternativa para buscar un empate o evitar una derrota amplia. Algo comprensible en otros momentos de la campaña donde podía significar la clasificación, pero no cuando debía lograr un triunfo como visita para evitar quedar fuera.

Por eso la revisión al trabajo de Tapia será clave. Es cierto, el fútbol siempre termina pasando por los jugadores y la influencia de un DT es menor en comparación a ellos. Además, nadie podría negar que ‘Tito’ enderezó el rumbo en la Libertadores tras el pésimo registro sin triunfos de Pablo Guede en esa instancia y, desde su puesto, logró estar cerca del máximo potencial que le brindaba su plantel. Pero también quedó claro que cuando el desafío de Palmeiras exigía más intervención del entrenador para reducir las distancias entre ambos equipos, sus decisiones aportaron casi nada. En buen chileno, le quedó grande el poncho.