En 1968, los pilotos chilenos Carlos Acevedo y Miguel Moya 'desaparecieron' 70 kilómetros en el Rally Vuelta a Sudamérica. ¿Fueron abducidos por un OVNI como ellos dijeron o se trató de una trampa?

En agosto y septiembre de 1978, el Rally Vuelta a Sudamérica prometía ser una fiesta del deporte tuerca en este lado del mundo. Sin embargo, nadie contaba con que un binomio chileno sería protagonista de unas de las historias más inverosímiles de la disciplina.

Carlos Acevedo y Miguel Ángel Moya fueron parte de la competencia que recorrió los 10 países del subcontinente, iniciando en Buenos Aires y culminando en su punto de partida 39 días después.

A bordo de su Citroën GS, el binomio nacional sufrió varios percances que los tenían sin chances de ganar con más de 1.000 kilómetros aun por disputarse en suelo trasandino.

Por lo anterior, optaron por completar el recorrido dejando pasar a los equipos que peleaban por el título y que, en su mayoría, viajaban en vehículos de mayor potencia (Mercedes Benz, BMW o Renault).

Así, cuando pasaban por la localidad de Viedma rumbo a Bahía Blanca, se hicieron a un lado de la berma al ver por sus espejos retrovisores una brillante luz que se les acercaba a toda velocidad, creyendo que era otro binomio que intentaba darles caza.

Pero, según el relato de Acevedo y Moya, la luz de pronto inundó el interior de su vehículo y ni siquiera podían ver el tablero de su Citroën.

“Me di cuenta de que aquello era algo completamente anormal. Quise mirar nuevamente por la ventanilla, pero lo único que veía era luz y que estábamos a dos metros del suelo”, comentó por entonces Carlos.

“Recuerdo que comencé a gritar ‘¿Qué pasa?’, pero Moya no me contestaba, cuando miré a mi derecha, mi compañero no estaba allí, o al menos no lo podía ver”, añadió el piloto.

‘Desaparecieron’ por 70 kilómetros

Carlos y Miguel Ángel no podían creer lo que les había pasado. Una vez que la luz brillante se disipó y estuvieron en el suelo, se bajaron a revisar que el Citroën GS no tuviera daños.

El auto estaba intacto, pero se percataron de que el tablero tenía varios detalles anómalos. Por ejemplo, el estanque de emergencia estaba vacío pese a que había sido llenado con 40 litros de combustible.

Otro detalle que los alertó es que, al detenerse en una estación de servicio en Pedro Luro, a 127 kilómetros de Viedma, su odómetro señalaba que solo habían recorrido 52 kilómetros.

En ese lugar fueron alcanzados por el piloto Edmundo Carvajal, a quien habían superado en una zona de curvas en la cual les perdió el rastro. “No estaban solos, también estaba la Policía. El copiloto estaba en un estado de shock terrible”, contó a History el ecuatoriano.

“Moya no podía hablar, estaba blanco como el papel. Hay 70 kilómetros que su odómetro no los tenía, es como si no los hubieran recorrido”, añadió Carvajal.

¿Cómo fue posible que el binomio nacional recorriera esa distancia en tan poco tiempo y, además, saltándose un punto de control?

Para los organizadores, Moya y Acevedo tuvieron que tomar un atajo. Sin embargo, esta hipótesis genera dudas ya que, en 1978, solo existía un camino entre Viedma y Bahía Blanca.

“A mí me parece que ellos no hicieron ninguna trampa. Ninguno de nosotros tenía oportunidades de ganar, lo que queríamos era terminar el rally por un deseo deportivo”, los defendió el ecuatoriano Carvajal.

Recortes de la época sobre la supuesta abducción de Moya y Acevedo.
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“Esos tipos eran unos tramposos”

Pese a que Carlos y Miguel Ángel insistieron en su inocencia, las autoridades del Rally Vuelta a Sudamérica optaron por descalificar al equipo chileno acusándolos de una trampa que, hasta hoy, no puede ser comprobada.

La dupla nacional llegó a un punto de control casi dos horas antes que el resto de competidores. La mesa de radar recién estaba siendo instalada cuando los vieron llegar. Ahí fueron informados como “irregulares” y su tiempo dejó de ser contabilizado.

De ahí en más, fueron escoltados por la Policía el resto del camino. Al llegar a Bahía Blanca, en lo que fue la penúltima jornada de la competencia, fueron entrevistados por personal de la Fuerza Aérea de Argentina.

“En un primer momento yo pensé que habíamos saltado una loma. Me asusté, pero cuando noté que el auto parecía flotar en el aire y no descendía me atemoricé aún más. Realmente era una situación que no podía comprender”, fue parte del relato de Moya.

“De pronto todo pasó, y estábamos solos en la ruta. Nos miramos con Carlos pero no podíamos decirnos nada. Yo estaba como entumecido, me temblaban las manos y sentía una opresión en el pecho, me costaba respirar”, añadió el copiloto en su declaración.

Amenazas, acusaciones y silencio

Según explicó el binomio nacional luego de su entrevista con la Fuerza Aérea de Argentina, les pidieron su ropa y el Citroën GS para analizarlos y los dejaron volver a Chile con una advertencia.

“No pueden contarle de esto a nadie”, les dijeron, al mismo tiempo que les confirmaron que el vehículo y el vestuario que usaron aquella noche no les serían regresados.

Lo cierto es que en el país vecino muy pocos creyeron la historia de Acevedo y Moya, donde fueron blanco de burlas y acusaciones por su supuesta abducción.

“¡Era un tramposo ese tipo! Es imposible acortar, porque entre Viedma y Bahía Blanca había un solo camino. Puede haberle pagado a alguien para que le cambie los horarios en las planillas, pero no sabemos”, los reprocharon desde la organización del Rally Vuelta a Sudamérica.

“Nunca supimos cómo pasó. Tampoco nos ocupamos de aclararlo porque por los tiempos que hizo, igual lo eliminamos de la carrera en Bahía Blanca”, concluyeron los encargados de la carrera.