Fritz Von Erich tuvo el sueño de convertir a su familia en un poderoso clan de luchadores, pero sus abusos, los vicios y las mentiras lo llevaron al fracaso.

Fritz Von Erich tuvo dos sueños en su vida. Primero, ser una estrella de la lucha libre; y segundo, ser el patriarca de un clan que lo acompañara en su anhelo inicial: la familia Von Erich.

Jack Adkisson, el verdadero nombre de Fritz, nació en 1929 en el estado de Texas. Desde pequeño fue un asiduo al deporte, amparado en sus 1,92 metros de estatura y 120 kilos de peso.

Tras una breve aventura por equipos de segunda categoría del fútbol americano estadounidense, se radicó en Canadá donde, además de jugar en la liga local de los touchdowns, se involucró en el mundo de la lucha libre.

Fue ahí donde conoció a Doris Smith, quien años después se convertiría en su esposa y con quien tendría seis hijos. El primero de ellos, Jack Adkisson Jr., nació en 1952 -solo meses antes del debut en los rings de Fritz-.

En Edmonton, bajo la tutela del legendario peleador Stu Hart, Jack fue rebautizado como Fritz, para hacer dupla con Waldo Von Erich, como una pareja de “malvados hermanos alemanes con pasado nazi”.

La carrera del texano tuvo un veloz auge, pero a su vida también llegó rápidamente la tragedia. En 1959, con apenas 7 años, su primer hijo murió por un accidente cerca de su rancho.

Un vecino realizó trabajos eléctricos y dejó cables expuestos, los que le provocaron una descarga al niño. El pequeño Jack cayó a un charco cercano y murió ahogado.

Fama, vicios y mentiras

La muerte de su primer hijo no amainó a Fritz, quien fue pavimentado su carrera con destacados pasos por las compañías AWA y NWA.

Ahí patentó su movimiento “Iron Claw” (garra de acero), con el que sumó valiosas victorias en luchas en pareja. El peleador compaginó su carrera con su vida familiar, ya que sus otros cinco hijos querían seguir sus pasos. O eso creía -y soñaba- él.

Kevin nació en 1957, David en 1958 y Kerry en 1960. Los tres fueron, de acuerdo al sitio oficial de la WWE, los tres mejores luchadores del clan Von Erich. A ellos se sumaron Mike y Chris (1964 y 1969, respectivamente), quienes también probaron suerte en los cuadriláteros.

El sueño de Fritz, de crear un poderoso clan de luchadores, estaba en marcha. Tras su retiro en 1982, el texano compró la BTW para crear la World Class Championship Wrestling (WCCW), donde sus hijos debutaron a corta edad.

Los tempraneros golpes derivaron en el fanatismo de los hermanos por los analgésicos y los esteroides, y los efectos de los calmantes los llevaron al consumo de otro tipo de drogas.

Eran comunes las detenciones de los hermanos por posesión de sustancias, las riñas por exceso de hormonas y las lesiones ocultas a su padre. Pero la vida personal distaba del perfil de familia ejemplar y cristiana que Fritz, su esposa e hijos afirmaban llevar ante las cámaras.

El sueño, aunque el creador de la “Iron Claw” no lo supiera, estaba encaminado a convertirse en pesadilla.

Fritz Von Erich y sus hijos mayores.
WWE

El show de los Von Erich debe continuar

Solo dos años después de que Fritz creó la WCCW, la muerte volvió a golpear a la familia Von Erich. David, el tercer hijo de la pareja, fue encontrado sin vida durante una gira por Japón.

Estaba todo preparado para que ‘La rosa amarilla de Texas’ derrotara a un tal Ric Flair en una pelea por el título pesado de la NWA, a la que el talentoso peleador llegó tras debutar en la compañía de su padre.

Pese a que su familia afirmó que el deceso de David ocurrió por una intoxicación alimenticia, su compañero Bruiser Brody confesó tiempo después que todo se debió a una sobredosis.

“Tiré las drogas del cuarto por el retrete antes de que llegase la policía”, dijo, según consigna Mundo Deportivo.

Los derechos de la misa de David fueron vendidos a la TV y, días después, se comercializaron 30 mil entradas para un evento donde Kerry, el cuarto hijo de Fritz y Doris, venció a Flair para ganar el título que estaba pensado para su fallecido hermano.

Miedo, dolores y verdades

Mientras la familia intentaba reponerse de la muerte de su tercer hijo, la carrera del resto de los hermanos pasaba por constantes altibajos.

Kevin no pasó de ser un luchador de segunda categoría, Mike fue obligado por su padre a pelear y sufrió constantes lesiones y Chris, presa de un asma crónica, siempre destacó por su debilidad física.

Kerry era la excepción. “The Texas Tornado” era el de mejor físico de los Von Erich, pero también el más descarriado. Muchas veces daba golpes a rivales invisibles en el ring, se golpeaba con las cuerdas y coqueteaba con las fanáticas.

También eran constantes sus problemas con la policía, por los que fue detenido en innumerables ocasiones, y protagonizó un grave accidente en motocicleta en 1986.

Kerry regresó a los rings antes de completar su recuperación y debieron amputarle el pie derecho e instalarle una prótesis. La desesperación de su padre por mantener a su hijo como una superestrella de la lucha libre lo llevaron a ocultar la cirugía, al extremo de que se duchaba con zapatos después de cada evento.

1987 sería otro año trágico para los texanos. Kevin, a la mitad de un combate, sufrió una sobredosis y convulsionó en pleno ring. La WCCW vendió el episodio a un movimiento de su rival, lo que atrajo dinero a costas de la salud del peleador.

Meses después, Mike no soportó la depresión producto de un shock tóxico que en 1985 le hizo perder 60 kilos y la cordura. Tampoco pudo con la angustia de superar a David por los deseos de su padre. Dejó una nota de suicidio, se intoxicó con pastillas y alcohol y se quitó la vida cerca del lago del rancho familiar.

Fritz, no contento con destrozar la vida de su quinto hijo, repitió el espectáculo del funeral de su tercer primogénito y ofreció entradas a 100 dólares, que incluían una cena de duelo con la familia.

Fritz Von Erich y sus hijos.
ARCHIVO

Cobardía y agallas

Los esfuerzos de la familia Von Erich por sanar su nombre fueron un fracaso. Doris pidió el divorcio a Fritz, los escándalos de Kevin y Kerry no paraban y Chris cayó en un profundo cuadro clínico de ansiedad.

Para peor, la WCCW quebró a comienzos de década por la aparición de la WWF, que se llevó a varias de sus estrellas, y puso en severos líos económicos al clan que prometía revolucionar la lucha libre estadounidense.

En 1991, con Kerry intentando hacerse un lugar en la WWF y Kevin haciendo lo imposible para no dejar a la familia en bancarrota, Chris no soportó la depresión y se disparó en la cabeza.

En el mismo rancho, dos años después, “The Texas Tornado” tomó un revólver y apuntó a su corazón. Agobiado por haber roto su libertad condicional y a días de ser ingresado a una cárcel, optó por el suicidio.

Su padre, al poco tiempo, recibió un lapidario informe médico: cáncer de pulmón y un tumor en el cerebro.

Ya desahuciado, el patriarca dio una última entrevista acompañado del único hijo que le quedaba con vida. Ahí, sacó el revólver con el que Kerry se había disparado y dijo: “Me mataría si tuviese agallas, pero no tengo tantas agallas como tus hermanos”.

Kevin le quitó el arma a su padre y respondió: “Ellos cogieron el camino fácil, pero lo necesario para quedarse es el coraje”. Jack Adkisson murió días después.

En 2009, la WWE inmortalizó el abominable legado de Fritz y el sufrimiento de sus hijos en el salón de la fama, honor que Kevin agradeció y recibió a nombre de su, para entonces, consumida familia.