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La enorme gesta de un ciclista profesional en medio de la pandemia: ser mensajero de su localidad

06 abril 2020 | 13:24

En tiempos de necesidad los héroes anónimos surgen. Es el caso del ciclista Davide Martinelli, quien no es muy conocido entre los aficionados de este deporte. De hecho, este profesional desde 2012 solo tiene dos victorias en su historial.

Sin embargo, durante estos días, el ciclista del Astana Pro Team ha ganado notoriedad a nivel mundial por cumplir con una noble misión.

Este joven de 26 años, oriundo de la localidad de Lodetto (que cuenta con unos 1500 habitantes) perteneciente al municipio italiano de Brescia, vio que allí había una necesidad en medio de la cuarentena por la pandemia de coronavirus, enfermedad que ha dejado más de 60 mil fallecidos en el mundo y que tiene en una profunda crisis sanitaria en ese país.

Solo con su bicicleta y sus piernas, Martinelli emprendió su nueva labor: la de mensajero.

“Todo comenzó gracias a un grupo de niños, incluido mi primo Stefano”, partió diciendo Davide a ‘Tutto Bici’, quienes comenzaron a organizar un servicio improvisado de entrega a domicilio de medicamentos y alimentos de primera necesidad a las personas, principalmente adultos mayores.

“Las personas que no podían viajar a nuestra capital y que resolvieron sus problemas gracias a estos voluntarios. A lo largo de los años he recibido mucho de mi comunidad, pero apenas he tenido la oportunidad de devolverles este apoyo debido a la vida que a menudo me lleva a estar lejos de casa”, agregó.

El ciclista notó que no habían estos servicios en Lodetto (farmacias ni locales donde adquirir comida) y vio la “oportunidad de hacerme útil y ayudar a las muchas personas que siempre me han apoyado a lo largo de los años, ayudando a quienes lo necesitan en este momento”.

Así que se subió a su bicicleta y comenzó a realizar entregas por toda su localidad.

“Tuve el honor de poder ir a la farmacia a recoger medicamentos para una pareja de ancianos, en total 30 minutos y unos diez km, nada especial para un ciclista, pero cuando los entregué a su puerta, obviamente con las precauciones necesarias –máscara y guantes– sentí un agradecimiento que aún resuena en mi cabeza. Soy el hombre más feliz del mundo, el ciclismo es hermoso, todo es hermoso, pero ser útil para los demás no tiene precio”, confesó.

“Como dijo el difunto presidente de mi club de fans, Ettore Piceni, en Lodetto no hay farmacia ni tiendas, pero hay una comunicación unida y fuerte. ¡Probémoslo una vez más! Si puedes hacer algo por los demás, hazlo, ¡la satisfacción será enorme!”, cerró.