El deporte chileno logró una participación histórica en los Panamericanos de Lima. Con 13 medallas de oro, 19 de plata y 18 de bronce, nuestro país superó las 8 doradas obtenidas en Buenos Aires 1951 y las 42 preseas logradas en Guadalajara 2011. Doble récord.

Así se consolidó en el octavo lugar del medallero, por sobre el local Perú (39, 11 oros), que contaba con la ventaja de una delegación más abultada por su condición de local.

Chile incluso logró la mejor proporción de medallas per cápita en Sudamérica, 1 por cada 382.000 habitantes, por sobre potencias como Brasil (171 preseas), Argentina (101) y Colombia (84).

“Se tiene que trabajar muchos años para llegar a tener estos resultados. Sobre todo los deportistas. Nos demuestra que cuando uno es persistente en lo que hace, y tiene paciencia para esperar, se van viendo estos resultados”, remarcó la ministra del Deporte, Paulina Kantor, en entrevista con Radio Bío Bío.

Para ello coincidieron una serie de factores: el buen momento de los deportistas, su esfuerzo personal y, también, una creciente inversión estatal.

Sólo el presupuesto 2019 considera una inversión superior a 22.600 millones de pesos en el desarrollo del alto rendimiento, donde se incluye el Plan de Desarrollo Administrativo (PDA), para financiar la administración de las federaciones; el Plan de Selecciones Nacionales (PSN), que apoya a unos 2.500 deportistas aún sin opciones en Juegos Olímpicos y Panamericanos; y el Plan Olímpico (AED), que se enfoca en casi 400 deportistas con posibilidades de obtener logros en dichas competencias.

Y de acuerdo a cifras del Ministerio del Deporte, el monto ha ido aumentando paulatinamente en los últimos años: de 19.400 millones de pesos en 2017 a 20.800 millones en 2018, para llegar hasta los 22.600 de 2019.

En detalle, el presupuesto de este año considera 1.700 millones de pesos en el PDA, 5.500 millones de pesos en el PSN y 7.300 millones en el AED.

Las principales disciplinas que han captado ese dinero en 2019 son el Hockey Césped ($649 millones), Remo ($645 millones), Handball ($628 millones), Voleibol ($601 millones), Ciclismo ($591 millones), Hockey y Patinaje ($582 millones), Atlética ($480 millones), Karate ($434 millones), Levantamiento de Pesas ($425 millones) y Esgrima ($403 millones), Esquí Naútico ($403 millones) y Tenis ($389 millones).

Por lo mismo, no es casualidad que todas esas categorías hayan obtenido alguna medalla en los últimos juegos, excepto el Hockey Césped, que rozó el bronce tras un meritorio cuarto lugar de la selección masculina.

Aunque claramente el dinero no ha sido el único factor. La consolidación de ciertas disciplinas en las que antes no se figuraba -como el hockey, remo y voleibol- llegó de la mano de buenas generaciones, pero también de la mano de los Head Coachs con basta experiencia internacional, sumado al aporte de entrenadores nacionales.

Head Coachs

Con los hermanos Ignacio, Antonia y Melita Abraham a la cabeza, el caso emblema lo grafica el español Bienvenido Font en el remo, cuyo deporte sumó 8 medallas en los Panamericanos de Lima: 4 oros, 2 platas y 2 bronces, tras la participación de 10 competidores.

A él se suman Mateo Garralda, en el balonmano, que logró Plata tras doblegar a Brasil, que desde Indianápolis 1987 había disputado todas las finales panamericanas; Daniel Nejamkin, en el voleibol; y Sergio Cachito Vigil, en el hockey césped.

Si bien los dos últimos no lograron medallas en Lima, han ganado espacio y experiencia para recortar camino frente a las potencias sudamericanas como Argentina.

“La figura de los head couch generó un cambio (…) permite ver todo el lineamiento de la disciplina. Es la cabeza que vela cómo se tiene que desarrollar estratégicamente. Qué tipo de entrenamiento, cuántas veces al día, a qué competencias tienes que ir”, explicó Kantor.

Y el fortalecimiento de los entrenadores también ha sido sustentado con fondos públicos. Sólo en 2019, el trabajo de estas y otras figuras contempla una inversión superior a los 680 millones de pesos, encabezados por el voleibol ($109 millones), hockey césped ($83 millones), atletismo ($82 millones), handball ($81 millones), levantamiento de pesas ($61 millones), esgrima ($49 millones), remo ($48 millones), esquí náutico ($40 millones), hockey y patinaje ($39 millones), karate ($36 millones), tenis ($30 millones) y ciclismo ($27 millones).

El “sueldo” de los medallistas

Por supuesto, aunque con algunas polémicas y dificultades, los deportistas también reciben financiamiento mensualmente mediante la beca Proddar.

Eso sí, los aportes dependen directamente de los éxitos deportivos, por lo que en muchos casos es dificil de sostener. Actualmente, quienes más “sueldo” reciben son la pesista María Fernanda Valdés, flamante campeona panamericana; y Arley Méndez, quien no pudo competir en Perú por lesión. Ellos reciben $1,6 millones. Más atrás le sigue Nicolás Jarry en el tenis, con $1,1 millones, que obtuvo oro en los dobles mixtos.

Por su lado, un millón de pesos reciben los hermanos Abraham, Joaquín González (Karate), Tomás González (Gimnasia) y María José Moya (Patín Carrera).

Y en el rango de los 700 mil pesos se encuentran los medallistas Antonio Cabrera (Ciclismo), Felipe Cárdenas (remo), Alexa Guarachi (tenis) y Felipe Peñaloza (ciclismo). Para cerrar, 580 mil pesos reciben los medallistas Tomás Briceño (Judo) y los primos Marco y Esteban Grimalt (vóleibol playa).

Curiosamente, muchos de los remeros que obtuvieron medalla no reciben ningún aporte: Soraya Jadue, Christopher Kalleg, Isidora Niemeyer, Roberto Liewald y los hermanos Fabián y Felipe Oyarzún.

El caso de los tres últimos es curioso. Junto a Cárdenas obtuvieron oro en conjunto en la categoría de peso lígero, pero sólo él recibe la beca estatal. Así, pese a la creciente inversión, quedan en evidencia los desafíos del futuro.

Deudas y metas pendientes

Con todo, de inmediato surge una contradicción insoslayable. En 2015, el Ministerio de Educación desarrolló 27 diálogos con el propósito de diseñar una Política de Actividad Física Escolar Integral, los cuales arrojaron problemas clave.

Entre otras cosas, las conversaciones revelaron la subvaloración de la asignatura de Educación Física frente a otras como Lenguaje y Matemáticas, pocas horas del ramo en relación a su relevancia, y baja participación en talleres extraescolares.

De todos modos, el Gobierno optó por recortar las horas de Educación Física (al igual que las de historia) para 3° y 4° medio, sin considerar además las altas cifras de obesidad que registra nuestro país.

Pese a ello, Kantor defendió la medida y acusó que en esa etapa suelen presentar justificativo u ocupar ese tiempo para estudiar la prueba que no tuvieron tiempo de revisar en la casa.

Por lo tanto, aseguró que el cambio “va a permitir flexibilidad. Estamos viendo en las horas de libre disposición, llegar con una oferta entretenida. Que pueda tener alternativa de hacer yoga, entrenamiento funcional, estamos trabajando en un Plan Nacional de Actividad Física escolar que sea más variada e irresistible”.

Sin embargo, pese al diagnóstico de 2015, no se habla de obligatoriedad, pese a que los desafíos aún son enormes: si bien Chile consiguió 50 medallas, aún queda ir a la caza de Colombia, la potencia sudamericana que quedó sobre nuestro país en el medallero, en el séptimo lugar, gracias a sus 28 oros (84 preseas en total).

Y para ello, probablemente sea necesario mirar el modelo de desarrollo de los cafeteros, quienes a partir del Consejo Directivo del Instituto Colombiano del Deporte (Coldeportes) buscar dar énfasis a una mirada integral, pues no sólo convocan a las autoridades deportivas y del Ministerio de Educación -como en Chile-, sino que también suman al Ministerio de Cultura, Desarrollo Social, municipios e incluso a la Federación de Profesores de Educación Física.