El delantero Alfredo Gutiérrez "murió" en la tragedia de Green Cross en 1961. Pero, tal fantasma, reapareció en su trabajo y le dio una sorpresa a su familia que ya preparaba su funeral.

El 3 de abril de 1961, un avión Douglas DC-3 con 24 personas a bordo -incluyendo parte del plantel de Green Cross-, se estrelló en el cordón montañoso del Nevado de Longaví. No hubo sobrevivientes, incluyendo al delantero Alfredo Gutiérrez.

En la aeronave viajaban jugadores y cuerpo técnico del histórico club con sede en Santiago (campeón en 1945), además de árbitros, dirigentes de la Asociación Central de Fútbol (hoy ANFP) y cuatro tripulantes.

No hubo milagro, como ocurriese con los uruguayos del club de rugby Old Christians Club que, en 1972, se estrellaron en Los Andes y cuya historia inspiró La Sociedad de la Nieve.

“Desaparecido avión de Green Cross: no hay sobrevivientes”, titulaba diario La Nación, matutino donde Alfredo trabajaba como linotipista.

Cuando el jugador llegó a las oficinas del periódico al día siguiente, sin tener idea del accidente aéreo, sus compañeros de abalanzaron sobre él. “¡Pero si tu estás muerto!”, le dijeron.

La suerte de Alfredo

Efectivamente, el nombre de Gutiérrez figuraba en los informes oficiales de LAN Chile y los reportes de la prensa como una de las 24 víctimas fatales del accidente del Douglas DC-3 en Longaví (región del Maule).

Según relató el exfutbolista a Panenka, él debió morir en la tragedia aérea.

Green Cross había viajado a Osorno para enfrentar a una selección local por Copa Chile, en años donde el tradicional torneo recién comenzaba a escribir su historia.

Luego de caer 1-0 ante el cuadro local y quedar eliminados del torneo, el plantel del equipo metropolitano debía volver a Santiago. Lo harían en dos vuelos, ya que no habían cupos disponibles para que todos viajaran juntos.

El primer avión en despegar tenía contempladas escalas en Pucón, Temuco y Concepción, mientras que el segundo viajaría directo a la capital del país. Alfredo Gutiérrez tenía pasajes para éste.

Sin embargo, minutos antes de embarcar, su compañero Héctor Toledo se le acercó. Le ofreció cambiar cupos y él accedió.

“Aunque parezca paradoja, cambié mi pasaje con Toledo porque él quería ir con varios de sus mejores amigos de la plantilla. Había la posibilidad de tomar un vuelo algo más cómodo unos minutos después, pues tenía una sola escala”, contó el exjugador.

“Alfredo, tú estás muerto”

El Douglas DC-3, vuelo 201 de LAN Chile, se estrelló a las 23:57 horas. En ese momento, Gutiérrez y el resto del plantel de Green Cross que eludió la tragedia aun viajaba en su tedioso vuelo.

Ignorando la tragedia, Alfredo se separó de sus compañeros en el aeropuerto de Santiago y se fue a su casa a descansar. Al otro día debía estar a primera hora en las oficinas de La Nación y él siempre destacó por su puntualidad.

“Cuando llegué al trabajo se me abalanzaron mis compañeros y me mostraron la portada del diario, que decía ‘desaparecido avión de Green Cross, no hay sobrevivientes’. Como yo di el nombre de Toledo, todos pensaban que me había muerto”, recordó el exjugador.

Todos lo veían como un fantasma. Incluso, en su casa de Villa Alegre, su familia ya preparaba su último adiós.

“Cuando hablé con mi madre, que vivía en Villa Alegre, no me creía que yo estuviera vivo”, detalló Gutiérrez. “Yo debí haber ido en ese avión. Debí haber muerto en esa nave y, sin embargo, estoy acá, enterándome de todo esto”, concluyó el otrora delantero.

Alfredo encabezó días después el masivo funeral de sus compañeros. Los ataúdes estaban todos sellados, no hubo una despedida más allá de las protocolares. “Así fueron las consecuencias del destino”, dijo el hombre que murió en la tragedia del Green Cross pero vivió para contarlo.

Plantel de Green Cross 1960.
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