Esteban Paredes acaba de anotar en el arco sur del Monumental y corre desaforado hacia el banderín del córner. En la garganta carga con un grito que llevaba años esperando. No es solo el gol del triunfo ante la combativa La Serena, sino que el pináculo de una carrera a puro esfuerzo. Atrás aparecen los brazos de Lucas Barrios para abrazarlo y pasarle el testigo de goleador de Colo Colo. Nueve años han pasado de esa imagen y los caminos de ambos se han vuelto a encontrar.

Era la segunda fecha del Clausura 2009. Colo Colo venía de un empate con Curicó que dejó una mezcolanza de sensaciones. Por un lado, un sabor agrio por no arrancar sumando de a tres en el Monumental. Por otro, la ilusión por un fútbol eléctrico, intenso y de alto volumen ofensivo. Daba la impresión que solo era cuestión de afinar la puntería. Uno de los más que había fallado ante los curicanos fue Esteban Paredes. Blanco y Negro había renovado el plantel con el objetivo de dejar en el olvido la guerra de Marcelo Barticciotto con el plantel durante el primer semestre. Paredes era el nombre más rimbombante de los recién llegados. Tras varias temporadas de brillo con poca estridencia en Santiago Morning, tenía la oportunidad de su vida ya con 29 años.

A su lado estaba Lucas Barrios, al que conocía de Cobreloa. La llegada Barrios, a principios de 2008, frunció el ceño de una hinchada que, creyendo la promesa de Gabriel Ruiz-Tagle, esperaba refuerzos de estela dorada para asaltar de una vez por todas la Copa Libertadores de América. Barrios era visto como el que no se la pudo en México. Al cabo de un año, todo había cambiado. Con goles de todos los colores y en los momentos más importantes, se erigió como un ídolo. Europa tocó a su puerta, pero Colo Colo se negó a venderlo por menos de seis millones de dólares.

Se tuvo que quedar. Regaló una actuación antológica ante el Palmeiras. También se habló de un posible llamado a la selección argentina. A fin de semestre, sería el momento de partir. Sin embargo, nuevamente Blanco y Negro se negó a vender.

Ahí estaba Barrios jugando contra La Serena el 18 de julio de 2009. Pese a que su rostro y sus movimientos resumían su disgusto, anotó el 1-0. En Pedrero se pensaba que llegaba el vendaval de goles, pero los nortinos silenciaron el estadio con gol de Francisco ‘Murci’ Rojas.

La escuadra de Hugo Tocalli perdió el libreto. Del equipo de la primera fecha no había rastro. Colo Colo no tenía imaginación ni fuerza para romper el cerco granate. Estaba encomendado a una genialidad. Y la genialidad ocurrió. Se gestó en la cabeza de Macnelly Torres y se concretó en los pies de Paredes. Un pase del cafetero atravesó como una daga la defensa serenense y dejó solo al goleador de los visos. Paredes controló con la derecha y remató con la zurda cuando quedaban menos de diez minutos para el final.

Esa fría noche de julio, Paredes no sabía que empezaba una leyenda. Barrios, probablemente, sí sabía que estaba viviendo sus últimos minutos con la camiseta blanca. A la semana siguiente fue vendido al Borussia Dortmund, cuadro que con él de titular rompería la hegemonía de hierro del Bayern München en Alemania.

Para este semestre, ambos cargarán en sus hombros el peso de sacar del letargo a un equipo que está lejos del puntero. Tendrán que demostrar que golear en Colo Colo puede ser cosa de a dos. Y al menos arrancaron bien con una diana cada uno en la victoria alba por 2-1 sobre Unión La Calera en Viña del Mar.