El elenco bávaro se sintió incómodo en su visita al Deutsche Bank Park y sufrió su primera derrota en la presente Bundesliga.

En una pesadilla expresiva y terrorífica, el Bayern Múnich sufrió un batacazo en su visita a Frankfurt, goleado por la ambición, el contragolpe, la fuerza y la exhibición concluyente del Eintracht (5-1), que desbordó por encima de cualquier expectativa a su rival, cuyo desastre acaparó desde el principio hasta el final a todo el equipo, también a Thomas Tuchel.

Un accidente, quizá algo más, del campeón alemán. Una derrota extraordinaria, por excesiva, también por calidad, del Bayern, a tres puntos del liderato del Bayer Leverkusen. A mucho más si se toma como referencia un encuentro del calibre de este sábado, en el que no existió casi nunca. Ni el equipo. Ni ninguna individualidad. Ni Kane. Ni Sané. Ni Coman. Ni Kimmich, pese a su gol. Nadie estuvo a la altura.

Su primera derrota de esta temporada en la Bundesliga. Irreconocible, sobrepasado en cada sector, en cada lance, en cada cualidad que exige el fútbol, fue un fantasma casi siempre. En defensa, en medio y en ataque. En su área y en la contraria. También en la transición.

El 3-0 ya era concluyente en el minuto 36 a favor del Eintracht. No sólo aplacó al Bayern, sino que fue mucho más allá. La incredulidad de Manuel Neuer, las inconcebibles pérdidas de balón de Kimmich, la desaparición de Coman, la intrascendencia de Harry Kane y la vulnerabilidad defensiva fueron la tónica.

Un batacazo estruendoso. Desde el 1-0 de Maroush, que aprovechó el rebote en la cruceta del tiro de Chaibi, tras un error de Mazraoui, hasta el 3-0 de Larsson, que recibió un ‘pase’ de Kimmich para activar un contragolpe que también culminó él, con un regate con la derecha, con un toque sutil con la izquierda, con Upamecano desbordado.

En ese repaso, entre uno y otro momento, el 2-0 de Dina Ebimbe, en el minuto 30, que dejó en mal lugar a Kim Min Jae, todo lo contrario que a Knauff. Le ganó la pugna, aunque fuera en desventaja. Y después conectó con su compañero, que hizo el resto.

Ni siquiera la ocasión fallada por Harry Kane antes, con 1-0 nada más en contra, basta como excusa al Bayern, que no se parecía en nada a lo que debe ser. Ni a los jugadores que tiene. Ni al funcionamiento que necesita. Ni al rendimiento que se exige en un bloque de tanto nivel.

Pero el Bayern no es irreductible. Ni siquiera en la Bundesliga, en la que aún no había perdido este curso. Lo descubrió definitivamente el Eintracht en el comienzo de la segunda parte. En el minuto 50, todo parte del enésimo error del conjunto visitante. De Upamecano, esta vez. La carrera de Chaibi, la resolución de Dina Ebimbe y el 4-1. Ya fue irrebatible. Señalaba a todos y cada uno de los jugadores. También a Tuchel, sin soluciones efectivas.

Y más todavía cuando a la hora de encuentro recibió el 5-1, anotado por Knauff, a pase de Marmoush. El VAR, que validó el gol anulado inicialmente por fuera de juego, añadió un suspense que ya no tenía el partido. La derrota era incontestable. Las consecuencias las dictará el tiempo. De momento, sobrevive en la competencia por la Bundesliga, está eliminado de la Copa de Alemania y es líder de grupo en la Champions.

Para colmo, el Bayern perdió en dos minutos sobre el terreno a Gnabry. Entró en el 66. En el 68 salió del campo, lesionado muscularmente. En su lugar reapareció Musiala, un mes después, en el actual campeón de la Bundesliga, reducido a la nada por el Eintracht, precisamente el último rival que le marcó cinco tantos en esta competición. Hace cuatro años, el 2 de noviembre de 2019. También fue un 5-1.