A punta de revólver, amenazas y amiguismo, el vicealmirante Carlos Lacoste amasó un gran poder en el fútbol argentino que lo llevó a la cima de la FIFA.

Fanático de las armas, apasionado por el fútbol y enamorado del mar. Carlos Alberto Lacoste, presidente de facto durante 11 días en Argentina, también es recordado en el vecino país por el poder que amasó gracias al balompié.

De muy pequeño se maravilló de River Plate, así como de los uniformes. Criado en el seno de una familia acomodada, a los 16 años decidió que quería ser un señor del mar.

En 1946 ingresó a la Escuela Naval y se graduó dos años después como guardiamarina. Ahí coincidió un año con Emilio Eduardo Massera, quien en 1976 lideraría el golpe de estado que puso fin al gobierno de Isabel Perón.

Lacoste también amasó poder gracias a su familia, ya que su prima Alicia Hartridge fue esposa del dictador Jorge Videla, quien presidió el “Proceso de Reorganización Nacional” de 1976 a 1981.

Tras la caída de Perón, el Mundial de Fútbol de 1978 fue una de las prioridades de la Junta Militar. La organización, a cargo del Ministerio de Bienestar Social hasta el 24 de marzo de 1976, quedó en manos del recientemente creado Ente Autárquico Mundial 1978 (EAM ’78).

‘El Gordo’ (como sus compañeros apodaron a Lacoste), entonces capitán de navío, fue nombrado vicepresidente del EAM ’78 por Videla, quien puso a la cabeza al capitán en retiro Omar Actis.

El inicio de la ambición

Actis estuvo menos de un mes en el cargo. El 19 de agosto, el mandamás del EAM ’78 fue acribillado en la ciudad de Wilde (Avellaneda) en extrañas circunstancias.

“Se trató de cuatro delincuentes subversivos quienes, luego del atentado, se dieron a la fuga”, detalló La Nación.

Sin embargo, el periodista Eugenio Méndez, en su libro Almirante Lacoste ¿quien mató al general Actis?, señala al marino como el autor intelectual del homicidio.

Actis fue reemplazado en la testera del EAM ’78 por Antonio Merlo, hombre de confianza de Carlos Lacoste, quien desde las sombras se adueñó de la organización del certamen planetario.

Su primera medida fue desterrar a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) de la planificación del torneo. El capitán de navío habló de atrasos y dineros dilapidados, prometiendo transparencia a partir de ese momento.

Lacoste mintió. El Mundial de 1978 le costó a argentina 517 millones de dólares. El de España 1982, cuatro años después, costó apenas 112 millones de la divisa norteamericana.

El marino amante de las armas -siempre lucía un impecable revólver en su cintura- dijo que la construcción de los estadios de Córdoba, Mar del Plata y Mendoza para la cita planetaria elevaron diez veces el presupuesto inicial, pero esos dineros jamás se rindieron gracias al decreto 1261/77.

Plantel de Argentina campeón en 1978.
ARCHIVO

El Gráfico, cuatro días después de la final del Mundial de Argentina 1978, tituló que aquellos oscuros días en suelo trasandino “no eran momentos de palabras, sino de hechos”.

¿Qué mejor que la Albiceleste campeona para tapar las turbiedades de la Junta Militar? “La sociedad argentina le debe agradecimientos a Lacoste”, añadió el popular medio trasandino.

Ascenso de Lacoste a la FIFA y control del fútbol argentino

Con el éxito de la Selección trasandina en el Mundial, el nombre de Carlos Alberto Lacoste adquirió renombre y poder político.

Poco importó que, incluso dentro de la Junta Militar, hubiese detractores a su labor. El secretario de Hacienda, Juan Alemann, lo acusó de despilfarrar dineros: una bomba estalló en la puerta de su casa el mismo día que apareció una pancarta en el Obelisco, con la frase “el silencio es salud”.

Con el fútbol argentino en sus manos, ‘El Gordo’ designó a Julio Grondona en la presidencia de la AFA en 1979, cargo que el dirigente ocupó hasta su muerte en 2014.

Ese mismo año, Lacoste -ya como contraalmirante- ocupó su poder para intimidar a Ubaldo Fillol, arquero de su amado River Plate, para que renovase contrato con los ‘millonarios’.

“Había un militar (Lacoste) que hacía y deshacía dentro de su ámbito y se metió dentro del tema de mi contrato en River. Me citó un día y me dijo, mientras sacaba una pistola de la cintura: ‘Arreglé contrato, porque yo si quiero, vos desapareces en 30 segundos y no te encuentran nunca más’. Yo en ese momento era muy pibe, me reía, obviamente no le tenía miedo a nada”, relató el retirado guardametas a Telefé.

Ubaldo Fillol, el portero amenazado por el vicealmirante Lacoste.
ARCHIVO | River Plate

No contento con Argentina, el marino se tentó con más poder: la FIFA. El trasandino había hecho buenas migas con el brasileño Joao Havelange, entonces presidente del ente rector del fútbol mundial, quien movió sus hilos para llevar a Lacoste a la vicepresidencia.

El que Lacoste jamás formara parte de una entidad deportiva dio lo mismo, el dirigente brasileño lo puso en la vicepresidencia de la Conmebol y, meses después, lo ascendió a la FIFA.

En su país también tuvo ascensos importantes. Aprovechando el desplome del gobierno de facto de Roberto Viola, el contraalmirante asumió la presidencia de la nación el 11 de diciembre de 1981. 11 días después, le entregó el poder a su amigo Leopoldo Galtieri.

El ocaso del torturador

Con el regreso a la democracia en diciembre de 1983, el ahora vicealmirante pasó a retiro y el poder que cosechó en el fútbol argentino, lentamente, comenzó a esfumarse.

Lacoste renunció a la vicepresidencia de la FIFA en 1984, pero siguió trabajando codo a codo con Havelange, quien fue muy cercano a la mayoría de los dictadores de Sudamérica, y mantuvo su cargo en la Comisión Organizadora del Mundial de México 1986.

En tierras aztecas, su presencia fue repudiada por la prensa: “Un torturador es parte de la comitiva de la FIFA”.

Un sonriente vicealmirante Lacoste (a la derecha).
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El temor que ‘El Gordo’ sembró ya no era el mismo. Atrás quedaron esos días en los que citaba a su oficina a dirigentes de River Plate para anunciarles que tenía listo al nuevo entrenador, o cuando convocó a la testera de Boca Juniors para amenazarlos si contrataban a Diego Maradona: “Juega en River o nada”.

Con Argentina superando lentamente la dictadura, aparecieron las primeras acusaciones en contra de Carlos Lacoste. La Fiscalía de Investigaciones Administrativas (FIA) lo acusó por administrar fraudulentamente el dinero del Mundial y por enriquecimiento ilícito.

Joao Havelange salió en su defensa, asegurando ante la justicia trasandina que las millonarias propiedades de las que el vicealmirante era propietario, habían sido compradas con dineros prestados por él.

Lacoste no pagó por sus delitos. Nunca fue acusado en tribunales por delitos de lesa humanidad, pero su actuar en la dictadura ha sido consignado en libros y reportes de los años más oscuros del terrorismo de Estado en Argentina.

‘El Gordo’ murió en 2004. Hasta el día de hoy, River Plate mantiene su imagen entre los socios honorarios del club.