Camila Moreno, su nuevo disco y el Caso Cami: Hay cosas que expresé mal, usé términos que no conocía

25 marzo 2021 | 18:27

El viernes 2 de abril, desde las 21:00 horas, Camila Moreno se reencontrará con el público a través de un show telemático en el centro cultural Matucana 100, en el marco de su “Ciclo de Compositoras”.

La cita servirá para mostrar en vivo (y con nueva banda) la saga de adelantos de su cuarto álbum de estudio (“Quememos el reino”, “Es real”, “Cerca” y “Hombre”), además de “Hice a mi amor llorar”, sencillo que estrenará este viernes en diversas plataformas digitales.

“En 2020 hicimos muchas cosas a nivel de proyectos: lanzamos 4 singles y estuvimos trabajando en una historieta virtual que narra la historia de X y M, que es la historia que vinimos desarrollando”, explica a BioBioChile sobre el universo creativo de estas canciones.

“Tiene que ver con una historia personal que me llevó a generar una historia de ciencia ficción, y esa se viene gestando de 2019, con X y M: una mujer cyborg que se enamora de una mujer mutante de origen mapuche en el futuro. Estamos desarrollando conceptos como la distopía criolla. Hay harto de post apocalipsis en lo que estamos creando, y eso sí se comunica con la realidad que estamos viviendo ahora”, agrega.

El aislamiento la llevó a confeccionar el álbum por vías telemáticas, a pesar que este empezó a desarrollarse desde antes del arribo del covid-19. Para el mismo, la cantautora tomó distintas referencias culturales: desde el estallido social hasta el ensayo “Cyborg Manifesto”(1985) de Donna Haraway.

“Haciendo la historia me encontré con Donna Haraway. De antes venía leyendo a Ursula K. Le Guin, que escribió ciencia ficción en el siglo 20 y que me gustó mucho, su forma de reflexionar sobre distintos temas. Me gustó mucho la comunicación entre la imaginación y la posibilidad de mover la realidad, los límites de lo posible. Eso es lo que más me interesa de ese universo. Y el feminismo cyborg es algo que me parece súper interesante, y hoy me tiene súper tomada”, cuenta la autora, quien en 2020 estrenó una video historieta de cuatro episodios donde desarrolla parte del arco argumental del disco.

La relación entre feminismo, cyborgs y post apocalipsis se explica, en parte, en la afición de Moreno por los cómics. “Soy coleccionista, de hecho. Me gusta mucho El Lama Blanco de Jodorowsky y Georges Bess; y todo lo de Schuiten & Peeters (La chica inclinada, La teoría del grano de arena) que son los que más me han influenciado. Paso por temporadas también”, añade la también locutora de “Diario Nocturno”, programa de entrevistas que llevó al streaming durante la pandemia.

“Fue un año bien productivo, pero contra viento y marea, inventando cosas e intentando existir en esta nueva realidad… A nivel laboral ha sido super difícil, porque nosotros los músicos vivimos de tocar en vivo y eso ya no existe. Y eso ha sido súper complejo: el intento por sortear esta suerte que parece maldita”, resume.

¿Sirvió el encierro para darle forma al nuevo disco o fue un problema?

“Venía trabajando este disco de 2019 y el estallido social vino con todo, y con justa razón. Ahí tuvimos que cambiar todos los planes también. Fueron dos momentos de tener que mirar y frenar y ver cómo vamos a seguir para delante. Tuvimos que aprender a hacerlo: aprender a hacer reuniones por Zoom, y no fue tan fácil, la verdad.

Más que laboralmente, pude estar más en mi casa, algo que no hacía hace varios años: estar ahí, cocinar, hacer el jardín y estar con mi hijo. Otro tipo de tareas que no tenían que ver con mi trabajo directamente”.

¿Intuías que “Quememos el reino” se iba a convertir en un “himno” para muchas feministas?

“Uno nunca sabe. Quememos el Reino es una arenga a las amigas, es una canción vulnerable a la vez, pero también es una invitación: una sensación grupal de unión, un llamado que no solamente hago yo. Es una sensación que estaba pasando en las calles también. La influencia del movimiento feminista en mí fue súper importante y se ve reflejada en la canción.

Es muy maravilloso que las chiquillas en este caso se puedan apropiar de la canción y sea de ellas. Eso es un regalo para mí: yo me libero y el autor ya no importa tanto, ese es un proceso que a mí me gusta mucho con las canciones, con cualquier cosa que uno haga, cuando la autoría ya no es importante.

El título de la canción se emparenta con “Quemar el miedo”, el libro de lastesis que Jumbo optó por no vender en sus vitrinas. ¿Cuál es tu visión al respecto?

“Ahí tú ves a gente que no entiende simbolismos. Usar las palabras sirve para eso, el lenguaje crea realidades que muchas veces tienen que ver con eso: con simbolismos. Para mí quemar el reino tiene que ver con acabar con un tipo de estructura que tenemos que es el patriarcado, y dada la injusticia y falta de razón y cordura y sentido común que dice tener la sociedad en general. Como no hay justicia, hay que quemar esa estructura vieja, antigua, que hemos heredado. Y esa estructura la hemos construido todes, no sólo los hombres o mujeres.

¿Te inspiraste en el estallido social y la pandemia para este álbum?

“El estallido social sí, porque en Quememos el Reino si bien estaba hecha de antes, yo la tomé, la hice, la produje y le cambié ciertas cosas, por la coyuntura y lo que estaba pensando. El encierro me ha llevado a componer, pero cosas que no están en el universo de este disco. Este disco tiene que ver con una historia de amor, de erotismo, de revolución.

De un tiempo a esta parte te has “electrificado” en tus canciones, antes asociadas a la guitarra y el folk. ¿Es este un cambio sin vuelta atrás?

“Este disco es lo más electrónico que he hecho, siento que venía trabajando eso en ‘Mala Madre’. Cuando tuve que llevar el ‘Mala Madre’ al en vivo, tuve que incorporar maquinitas, computador, etc. Pero ahora es más electrónico todo. Es la primera vez que trabajo un disco tan dentro del computador. Todo el disco está casi lleno de samplers, no grabamos muchas cosas la verdad. En ese sentido, está trabajado como si fuese música urbana, o hip hop… No sé si es una vuelta sin retorno, uno nunca sabe, es lo que me interesa ahora. Demás que después hago un disco con guitarra y voz, no sé la verdad. Tiene que ver con desafiarme a mí misma… No me importa mucho si es con un sintetizador o una guitarra, pero sí tengo un hambre por experimentar y eso siempre va a ser así.

¿Te interesa el trap, el reguetón, la música urbana o las alianzas con artistas del género? Ya estrenaste una colaboración con Guaynaa, por ejemplo, pero fuera de esas capas.

El 2019 me abrí al reguetón, a la música urbana como auditora, y lo empecé a disfrutar mucho, siendo que antes no me gustaba nada. Y lo empecé a disfrutar desde el cuerpo, desde el baile, y me hizo sentir mucho goce en verdad. Y estuve conectada con eso: con el goce. La música urbana es algo que me interesa; no sé si hacerla, pero sí tomar influencias de eso, sonidos, maneras de entender la música. Por ejemplo, el minimalismo es algo que me interesa harto, y que encuentro súper desafiante de hacer.

Ha pasado un tiempo desde aquel post en redes sociales sobre la detención de Camila Gallardo por infringir las normas sanitarias, que se tradujo en una ola de comentarios al respecto. ¿Qué conclusiones sacaste en limpio de ese episodio?

“Hay cosas que yo expresé mal. Usé términos que ni siquiera yo conocía, y fue un error la manera pero sigo pensando lo mismo, por eso lo escribí de nuevo después, bien planteado.

No es la primera vez que me pasa… Como soy una persona relativamente pública y siempre digo cosas, por erróneas o no que sean, me ha pasado: lo que dije en Olmué (2010); después dije algo contra Piñera en un diario y la gente se enojó con eso… No es algo que me pasó recién. Yo llevo 15 años trabajando en esto y sé cómo funciona.

El tema de la mala onda y la buena onda siempre va a apelar a algo que tiene que ver con el ego, y esa es un trabajo personal, de mantener una cordura y mantener las cosas en su lugar. A lo que voy es que quizás la gente puede ser muy mala onda en redes sociales, pero en 15 años nunca he recibido una mala onda de alguien que me esté mirando a los ojos.

Tengo la suerte de haber crecido sin internet, y todavía tengo la percepción de que eso existe, de que existe un mundo sin esa virtualidad. Entonces pucha, sí pos, a la gente que nació en la era de las redes sociales, puede ser mucho más duro un bullying en redes sociales: lo intenso que es y la mala onda que recibes si estás mirando todos los comentarios; son cosas que se juntan. En mi caso fue hablar erróneamente, pero a la vez siempre he sido una persona que habla. Hay gente que mantiene una posición más amarilla frente a las cosas y no le pasan este tipo de cosas que me pasan a mí (ríe). Yo hablaba de una muy especifica y muchas personas pensaron que les estaba hablando a ellos en particular, y bueno… Es un aprendizaje para el ego, para aprender a comunicarse mejor.