Instituto Nacional de Rehabilitación Pedro Aguirre Cerda, Pelagia Rodríguez.

Esa buena costumbre en desuso de dar las gracias

05 octubre 2025 | 10:58

Muchas y muy diversas deben ser las razones para que, en términos individuales como colectivos, hayamos dejado de dar las gracias. O hacerlo de manera tan restringida. Quizás porque sentimos que, al menos en Chile, pagamos por casi todo. Y olvidamos a las personas que tenemos al frente y, que muchas veces, lo hacen bien. Y muy bien.

Es, posiblemente, un cambio cultural profundo. Uno donde el otro no importa si hemos pagado, si responde a un “derecho adquirido”. Donde la relación humana es desplazada por la relación comercial o utilitaria.

En tiempos donde gana la frustración, las descalificaciones y la rabia -algunas veces devenidas en odio-, es bueno destacar lados luminosos. Y dar las gracias por ellos. Algunos ejemplos.

Instituto Nacional de Rehabilitación Pedro Aguirre Cerda

Desde pocos días antes de Navidad del 2024, un amigo terminó hospitalizado con un grave cuadro infeccioso. Ha pasado por el Hospital Salvador, el Hospital Metropolitano y, ahora desde hace unos meses, en el Instituto Nacional de Rehabilitación Pedro Aguirre Cerda, en Peñalolén.

Mi amigo está en Fonasa. En cada uno de esos recintos donde lo he visitado, la atención ha sido de muy buena calidad. Con un trato profesional y, al mismo tiempo, cuidadoso y humano. Cariñoso en varios casos.

Es emocionante y reconfortante saber que esta persona, que lleva más de nueve meses hospitalizado, que no puede valerse por sí mismo, es cuidado así. En el Instituto Nacional de Rehabilitación Pedro Aguirre Cerda está en un lento proceso para volver a caminar y valerse por sí mismo. Requiere mucho esfuerzo, paciencia y perseverancia. En ese contexto, la atención y el cariño que ha recibido por parte del personal del recinto ha sido esencial.

Mil gracias.

Registro Civil

Perdí mis documentos. Torpeza mía. Fui hace un par de semanas, temprano, a la oficina del Registro Civil que queda más cerca de mi trabajo. Por tener más de 60 años, saqué número de manera presencial, sin necesidad de hacerlo vía internet, como es la práctica obligatoria en muchos servicios públicos.

Hice todo el trámite en menos de 20 minutos. Saqué mi cédula de identidad y pasaporte. El miércoles de la misma semana, en 48 horas, recibí un correo avisándome que ambos documentos estaban listos. Pasé al día siguiente en la mañana. Tuve que esperar quince minutos para terminar el trámite. Un nivel de eficiencia que superó los plazos establecidos, acompañado de un muy buen trato.

Gracias.

Dirección de Tránsito

Entre los documentos perdidos, estaba mi Licencia de Conducir, la que, además, debía renovar. Solicité la hora para hacer el trámite en la plataforma de la Municipalidad de Providencia.

Como tenía hora tomada, el proceso fue rápido. Demoré más en la espera que en dar mis datos, que me tomaran la foto y pasar por los dos controles exigidos. La entrega se demoró un poco más, por los feriados de Fiestas Patrias. Retirarlos fueron los pocos minutos que necesitó el funcionario para plastificar la licencia. Nuevamente, trato y la rapidez de los trámites fueron más que satisfactorios.

Gracias.

Con estas líneas no estoy defendiendo ni al Sistema de Salud, al Registro Civil ni a la Municipalidad de Providencia (de la que soy muy crítico en algunos aspectos). Estoy destacando a las y los buenos funcionarios y, en especial, equipos. Porque un buen servicio, casi siempre, es resultado de un equipo.

Lo anterior, debiera ser una nueva razón para implementar verdaderos y reales mecanismos de evaluación de desempeño de funcionarios y equipos. Porque de esta forma se puede destacar y valorar a estas y estos funcionarios que, no pocas veces, hacen más de lo que está estipulado. Y no solo lo hacen bien, lo hacen de manera amable.