GAM: arquitectura sin corazón y sin oído

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El GAM, en algunos aspectos, se ha consolidado como el principal centro cultural del país. Esto ha colaborado en no mirar en forma crítica –pero positiva, buscando aprender y mejorar- al GAM. Aquí quiero plantear dos temas arquitectónicos que me parecen muy importantes.

Falta de corazón

Los grandes edificios públicos requieren tener una imagen potente (que sea fácilmente recordable) y un corazón. Me refiero a corazón a que tengan un lugar que sea síntesis del edificio y de sus funciones. Un lugar que sea referencia, donde la gente se reúna y sea acogida, donde está la información y desde el cual los visitantes logran orientarse, “ordenar” su visita al centro cultural.

Este corazón arquitectónico y funcional no existe en el caso del GAM, porque en un lugar están las boleterías, en otro está “plaza” (donde antes estaban las grandes escaleras de la UNCTAD III para subir al segundo piso), y en el nivel -1 otra plaza. Lo anterior sin mencionar la sala de artes visuales (de muy mal diseño arquitectónico), la de artesanías, los locales comerciales… pero el mayor –y mejor- uso del GAM lo realizan los jóvenes que van a bailar frente al reflejo de sus vidrios que hay en distintos lados.

El GAM, con un terreno y una arquitectura muy larga, es difícil de diseñar. Entonces se entendía que el proyecto no estaba terminado. Había que esperar la ampliación para entender cómo quedaría el proyecto definitivo. Ahora que se ha dado a conocer (en diciembre pasado), sólo queda la esperanza que éste mejore cuando el GAM se apropie de los espacios posteriores y tenga salida a calle Villavicencio, porque con la construcción del teatro para 1.800 personas en la esquina de Alameda con Namur, el problema de falta de corazón arquitectónico se acrecienta.

En definitiva, lo que se tendrá es un centro cultural que a nivel visual, volumétrico, será muy unitario y fuerte, pero que a nivel funcional y espacial será muy disperso y confuso (lo que ya sucede pero se acentuará).

El GAM tendrá la plazoleta (muy deficiente) donde estaba la escalera, la plaza que está en el nivel -1, la circulación paralela a la Alameda (muy cerrada) y una serie de espacios que se relacionan en forma poco fluida.

Es difícil tener buena circulación sin un buen corazón.

¿Un GAM sordo?

Después del incendio que afectó al Teatro Municipal de Santiago se hizo evidente y cobró fuerza la necesidad de un segundo recinto para poder montar grandes obras de música (y ópera) y de artes escénicas.

Entonces se reactivó la segunda etapa del GAM, que consideraba una sala para 1.800 espectadores. Una sala que pondrá mucha presión al centro cultural (por los costos de una sala de esas características y por la forma en que afectará la “curatoría” del GAM).

La dificultad inicial –para su gestión- es conciliar el tener salas pequeñas y una grande, se ve opacada por un error que –a mi entender- puede ser decisivo en el futuro de GAM: la futura sala para 1.800 espectadores, con capacidad para una centena de músicos, tendrá una pésima acústica.

GAM, CNCA (c)

GAM, CNCA (c)

¿Cómo entender que un teatro con esa capacidad, con ese foso, en esa privilegiada ubicación y en ese centro cultural, tendrá una mala acústica, al punto de que tendrá que funcionar con amplificación?

El Teatro de la Universidad de Chile y el Teatro Municipal de Las Condes (por mencionar dos casos cercanos) pueden servir de ejemplos de los costos de tener mala acústica. Y el mismo GAM tiene un excelente ejemplo de buena acústica en una de sus salas, por lo que sabe las grandes ventajas que eso representa.

Los costos que el funcionamiento de esta segunda etapa –así como está diseñada- pueden significar para el GAM hacen que sea necesario parar obras y revisar de manera profunda el proyecto.

Es preferible pagar ahora los costos de parar las obras y corregir el proyecto a condenar al GAM a tener el lastre permanente de una sala de pésima acústica para 1.800 espectadores.

GAM, corte de la futura sala, CNCA (c)

GAM, corte de la futura sala, CNCA (c)

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El GAM, en algunos aspectos, se ha consolidado como el principal centro cultural del país. Esto ha colaborado en no mirar en forma crítica –pero positiva, buscando aprender y mejorar- al GAM. Aquí quiero plantear dos temas arquitectónicos que me parecen muy importantes.

Falta de corazón

Los grandes edificios públicos requieren tener una imagen potente (que sea fácilmente recordable) y un corazón. Me refiero a corazón a que tengan un lugar que sea síntesis del edificio y de sus funciones. Un lugar que sea referencia, donde la gente se reúna y sea acogida, donde está la información y desde el cual los visitantes logran orientarse, “ordenar” su visita al centro cultural.

Este corazón arquitectónico y funcional no existe en el caso del GAM, porque en un lugar están las boleterías, en otro está “plaza” (donde antes estaban las grandes escaleras de la UNCTAD III para subir al segundo piso), y en el nivel -1 otra plaza. Lo anterior sin mencionar la sala de artes visuales (de muy mal diseño arquitectónico), la de artesanías, los locales comerciales… pero el mayor –y mejor- uso del GAM lo realizan los jóvenes que van a bailar frente al reflejo de sus vidrios que hay en distintos lados.

El GAM, con un terreno y una arquitectura muy larga, es difícil de diseñar. Entonces se entendía que el proyecto no estaba terminado. Había que esperar la ampliación para entender cómo quedaría el proyecto definitivo. Ahora que se ha dado a conocer (en diciembre pasado), sólo queda la esperanza que éste mejore cuando el GAM se apropie de los espacios posteriores y tenga salida a calle Villavicencio, porque con la construcción del teatro para 1.800 personas en la esquina de Alameda con Namur, el problema de falta de corazón arquitectónico se acrecienta.

En definitiva, lo que se tendrá es un centro cultural que a nivel visual, volumétrico, será muy unitario y fuerte, pero que a nivel funcional y espacial será muy disperso y confuso (lo que ya sucede pero se acentuará).

El GAM tendrá la plazoleta (muy deficiente) donde estaba la escalera, la plaza que está en el nivel -1, la circulación paralela a la Alameda (muy cerrada) y una serie de espacios que se relacionan en forma poco fluida.

Es difícil tener buena circulación sin un buen corazón.

¿Un GAM sordo?

Después del incendio que afectó al Teatro Municipal de Santiago se hizo evidente y cobró fuerza la necesidad de un segundo recinto para poder montar grandes obras de música (y ópera) y de artes escénicas.

Entonces se reactivó la segunda etapa del GAM, que consideraba una sala para 1.800 espectadores. Una sala que pondrá mucha presión al centro cultural (por los costos de una sala de esas características y por la forma en que afectará la “curatoría” del GAM).

La dificultad inicial –para su gestión- es conciliar el tener salas pequeñas y una grande, se ve opacada por un error que –a mi entender- puede ser decisivo en el futuro de GAM: la futura sala para 1.800 espectadores, con capacidad para una centena de músicos, tendrá una pésima acústica.

GAM, CNCA (c)

GAM, CNCA (c)

¿Cómo entender que un teatro con esa capacidad, con ese foso, en esa privilegiada ubicación y en ese centro cultural, tendrá una mala acústica, al punto de que tendrá que funcionar con amplificación?

El Teatro de la Universidad de Chile y el Teatro Municipal de Las Condes (por mencionar dos casos cercanos) pueden servir de ejemplos de los costos de tener mala acústica. Y el mismo GAM tiene un excelente ejemplo de buena acústica en una de sus salas, por lo que sabe las grandes ventajas que eso representa.

Los costos que el funcionamiento de esta segunda etapa –así como está diseñada- pueden significar para el GAM hacen que sea necesario parar obras y revisar de manera profunda el proyecto.

Es preferible pagar ahora los costos de parar las obras y corregir el proyecto a condenar al GAM a tener el lastre permanente de una sala de pésima acústica para 1.800 espectadores.

GAM, corte de la futura sala, CNCA (c)

GAM, corte de la futura sala, CNCA (c)