Crítica de Teatro: “No despiertes a los niños”

Youtube | Fundación Teatro a Mil
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Como director de obras destacadas -“Comida alemana” y “Paso del norte”-, Cristián Plana ha exhibido en sus trabajos un estricto y brillante concepto de síntesis de sentido.

Para la adaptación del texto del austríaco Thomas Bernhard, con el silencio verbal creó una ficción alusiva a Colonia Dignidad: los
niños y niñas protagonistas exhibieron movimientos coreográficos robótico-militar de alto impacto.

Por el contrario, en la puesta en escena del relato del mexicano Juan Rulfo, contrastó la abundancia de palabras con el quietismo corporal, opción que apoyó el severo y opresivo ambiente en que transcurría la obra.

En ambos casos, más allá de las diversas y bien logradas opciones escénicas, el director tuvo textos de referencias sólidos.

Plana aportó una extraordinaria síntesis de sentido que permitió al espectador apropiarse de historias trascendentes, entretenidas, conmovedoras y profundas.

Dramaturga emergente

“No despiertes a los niños” se instala en un punto intermedio. La dramaturga emergente Constanza Manríquez (“Los insiliados”, 2012; “A deo”, 2013), aportó el diálogo hiper cotidiano de un matrimonio joven de hoy.

Ella, abogada, ejecutiva, siempre colgada al celular porque tiene cosas importantes que responder; él, un chef sin ambiciones especiales.

Ninguno quiere tener hijos… aparentemente (la conexión con la pareja contemporánea).

Entre ellos, los conflictos son tácitos y, aparentemente, hay desgaste… pero se necesitan. Incluso abren una puerta hacia un dormitorio para ver si los niños -reales o ficticios, la idea sugiere pese a todo, la existencia de una familia convencional- siguen durmiendo.

Como no hay comunicación, él inicia el abandono del living (en realidad, es un pseudo abandono). Entonces, ella lo detiene… y comienza un juego con disfraces e instrumentos eróticos.

Todo en sordina, para que no despierten los niños ilusorios.

Cada uno representa ciertos roles y expone sus fantasías, tal vez como única manera de mostrar al otro algo verdadero y que le pertenece.

Esta es la mecánica del montaje. El director dota de silencio verbal muchos momentos de la obra y deja que el desplazamiento de la pareja (funcional actuación de Angela Gaviraghi y Gabriel Urzúa) sugiera y produzca un estado de expectación respecto de algo de proporciones que parece que va a suceder.

Leopoldo Pulgar

Leopoldo Pulgar

Sin embargo, en la penumbra de la sala de estar, estos coqueteos con la violencia larvada y las perversiones sexuales asoman como conductas infantiles ocultas en el closet. Incluso, reflejan grados de ternura e ingenuidad.

Más allá de estas variantes, el relato se mueve en un mismo punto y revela a una escritora en sus primeros pasos en la dramaturgia.

Leopoldo Pulgar Ibarra
Periodista

Taller Siglo XX. Ernesto Pinto Lagarrigue 191. Jueves a sábado, 21:00; domingo, 20:00 horas. $ 6.000. Hasta el 26 de Abril.

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Como director de obras destacadas -“Comida alemana” y “Paso del norte”-, Cristián Plana ha exhibido en sus trabajos un estricto y brillante concepto de síntesis de sentido.

Para la adaptación del texto del austríaco Thomas Bernhard, con el silencio verbal creó una ficción alusiva a Colonia Dignidad: los
niños y niñas protagonistas exhibieron movimientos coreográficos robótico-militar de alto impacto.

Por el contrario, en la puesta en escena del relato del mexicano Juan Rulfo, contrastó la abundancia de palabras con el quietismo corporal, opción que apoyó el severo y opresivo ambiente en que transcurría la obra.

En ambos casos, más allá de las diversas y bien logradas opciones escénicas, el director tuvo textos de referencias sólidos.

Plana aportó una extraordinaria síntesis de sentido que permitió al espectador apropiarse de historias trascendentes, entretenidas, conmovedoras y profundas.

Dramaturga emergente

“No despiertes a los niños” se instala en un punto intermedio. La dramaturga emergente Constanza Manríquez (“Los insiliados”, 2012; “A deo”, 2013), aportó el diálogo hiper cotidiano de un matrimonio joven de hoy.

Ella, abogada, ejecutiva, siempre colgada al celular porque tiene cosas importantes que responder; él, un chef sin ambiciones especiales.

Ninguno quiere tener hijos… aparentemente (la conexión con la pareja contemporánea).

Entre ellos, los conflictos son tácitos y, aparentemente, hay desgaste… pero se necesitan. Incluso abren una puerta hacia un dormitorio para ver si los niños -reales o ficticios, la idea sugiere pese a todo, la existencia de una familia convencional- siguen durmiendo.

Como no hay comunicación, él inicia el abandono del living (en realidad, es un pseudo abandono). Entonces, ella lo detiene… y comienza un juego con disfraces e instrumentos eróticos.

Todo en sordina, para que no despierten los niños ilusorios.

Cada uno representa ciertos roles y expone sus fantasías, tal vez como única manera de mostrar al otro algo verdadero y que le pertenece.

Esta es la mecánica del montaje. El director dota de silencio verbal muchos momentos de la obra y deja que el desplazamiento de la pareja (funcional actuación de Angela Gaviraghi y Gabriel Urzúa) sugiera y produzca un estado de expectación respecto de algo de proporciones que parece que va a suceder.

Leopoldo Pulgar

Leopoldo Pulgar

Sin embargo, en la penumbra de la sala de estar, estos coqueteos con la violencia larvada y las perversiones sexuales asoman como conductas infantiles ocultas en el closet. Incluso, reflejan grados de ternura e ingenuidad.

Más allá de estas variantes, el relato se mueve en un mismo punto y revela a una escritora en sus primeros pasos en la dramaturgia.

Leopoldo Pulgar Ibarra
Periodista

Taller Siglo XX. Ernesto Pinto Lagarrigue 191. Jueves a sábado, 21:00; domingo, 20:00 horas. $ 6.000. Hasta el 26 de Abril.