La selección de Croacia es símbolo de esfuerzo y sacrificio. Los jugadores, como es el caso de Luka Modric, han tenido que vivir una vida marcada por las carencias y los estragos de la guerra.

Los hinchas se han identificado con estas historias del equipo comandado por Zlatko Dalić y lo candidatean como favorito para quedarse con el Mundial de Rusia 2018, en desmedro de Francia.

Sin embargo, para los galos tampoco ha sido fácil. El racismo y la discriminación, sumado a la pobreza, han azotado a algunos de sus jugadores desde pequeños.

Si para los croatas Modric es su símbolo, en Francia tienen a N’Golo Kanté, una de las revelaciones de esta Copa del Mundo.

El centrocampista del Chelsea no brilla en el campo de juego. No hace amagues ni bicicletas, más bien realiza un trabajo silencioso. Es el que hace la ‘pega’ sucia en Francia, y sus números así lo reflejan.

Es el cuarto jugador que más ha corrido durante este mundial (62.681 metros), siendo superado por Modric, Zobnin y Rakitic, quienes tienen más minutos por haber disputado más alargues durante la fase final de Rusia 2018.

“Es un gigante, el mejor del mundo en su posición”, ha señalado su técnico Deschamps.

“Debe de tener 15 pulmones, de lo contrario no entiendo cómo se puede correr tanto”, ha señalado su compañero de selección Paul Pogba.

De buscar chatarra a una final de un mundial

Pero para este joven de 27 años la vida no siempre ha sido fácil. Futbolísticamente se inició en el US Boulogne de Francia (2011-2013) y posteriormente jugó en el Caen (2013-2015). El 2015 es transferido al Leicester (conquistó la Premier League con ese equipo) donde un año más tarde llamaría la atención del poderoso Chelsea.

Antes de iniciar su romance con el fútbol, a la edad de 7 años, Kanté debió ganarse la vida con su familia en las calles de París.

De hecho, cuando todos celebraban el Mundial de Francia 1998 de la mano de Didier Deschamps y Zinedine Zidane, él iba con su padre a limpiar la calles recogiendo basura para enviar después a una planta de reciclaje, contó Globoesporte.

Pero eso no fue todo, pues a los 11 años su padre falleció (2002) y Kanté debió caminar aún más en busca de chatarra pues no había dinero.

Además, cuando se inició en el mundo del fútbol, muchos equipos lo rechazaron por su físico (1,68 metros) y también lo discriminaron por su origen malí.

Es por eso que se volcó en estudiar una carrera, hasta que el Caen confió en sus capacidades y años después podemos ver a la mejor versión de Kanté.

Quien lo diría, a los siete años se crió mirando a sus ídolos y hoy, 20 años, después, puede proclamarse campeón del mundo con el seleccionado francés.