ESPECIAL COPA DEL MUNDO RUSIA 2018
Domingo 17 junio de 2018, a las 11:44
La escalera al cielo, una camiseta verde y la mano dudosa: la aventura de Chile en Francia
Por: Felipe Santibañez .
Gerard Malie / Agence France-Presse
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Una algarabía efervescente recorría Chile el 16 de noviembre de 1997. La selección batió por 3-0 a Bolivia y volvió a un Mundial después de dieciséis años. Al menos por un momento, los fracasos deportivos y el bochorno del “Cóndor” Rojas podían ser mirados con otro prisma.

Nelson Acosta estuvo en el banco, un hombre que no satisfacía el paladar de los que les gusta el buen juego, pero sí el que se necesitaba por la urgencia de esos tiempos. “Don Nelson” erigió una fortaleza casi impenetrable en el estadio Nacional, solo perdió con Argentina, y rescató valiosos empates en Quito, La Paz y Buenos Aires que le permitieron superar por cabeza a Perú en la angustiosa carrera por el último cupo.

Era un equipo con casco y overol, construido de atrás para adelante, celoso de su arco y que en ataque confiaba en lo que pudieran hacer la dupla de Iván Zamorano y Marcelo Salas, las estrellas internacionales que engalanaban la plantilla. “Bam Bam”, un eximio finiquitador, y el “Matador”, un delantero con alma de enganche, se complementaban a la perfección. Dicen que siempre hubo tensión entre ellos, pero la odiosidad quedaba fuera de la cancha. Eran, quizá, la mejor dupla del mundo. Ellos liderarían la aventura chilena en el suelo francés.

La escalada de Salas

A Chile le tocó iniciar con la poderosa Italia. La “azzura” tenía una escuadra con galones: Paolo Maldini, Alessandro Nesta, Fabio Cannavaro, Alessandro Del Piero, Christian Vieri, Filippo Inzaghi, entre otros.

El rojo tiñó las tribunas de Parc Lescure. Una embestida del “Toro” Vieri abrió la cuenta para los italianos, pero al filo del primer tiempo Marcelo Salas cazó un rebote a la salida de un córner para batir a Francesco Toldo.

El gol le subió la estima a Chile. El monstruo legendario no se veía tan temible de cerca. Salas, con la misma insolencia que mostró cuando partió en la “U”, inquietaba a un equipo con una defensa de hierro.

Al área llegó un rechazo bombeado y el “Matador” se encumbró hombro a hombro con Cannavaro, de los mejores defensores del mundo en ese momento. El chileno pareció escalar al rocoso italiano, el tiempo se suspendió por menos de un segundo antes de que el “Matador” girase la cabeza y pusiese la pelota en la ratonera de Toldo.

Un penal dudoso

Chile resistía como podía el agobio italiano. Roberto Baggio, ese pintor con trazos de genio, tomó la pelota en la derecha y quedó cara a cara con Ronald Fuentes. El ex 10 de la Juventus amagó con pasar, pero finalmente hizo rebotar la pelota en el brazo de Ronald Fuentes.

Baggio levantó ampulosamente sus brazos para exigir penal. El nigerino Lucien Bouchardeau un ex rugbista de mirada fría, marcó el punto del penal. De nada sirvió la diplomacia chilena. Pedro Carcuro, transmitiendo para TVN, expulsaba lava en el palco de los comentaristas. “¡La señora Fifa!, ¡la mafia Fifa! Qué le vamos a hacer, los conocidos de siempre. ¡Me da una rabia!, ¡qué vergüenza! No sé si rabia o vergüenza, eso no es penal aquí ni el quebrada del ají”.

Baggio, con el espinoso recuerdo del penal perdido en la definición ante Brasil en el Mundial de Estados Unidos, se paró frente a la pelota con las manos en la cintura. Le pegó cruzado, sin mucha fuerza. Nelson Tapia arañó la pelota, pero no la pudo sacar.

“Mis disculpas para Chile. He visto varias veces esa imagen, es lógico. Sufrí mucho, mi carrera se acabó. No tuve la intención de perjudicad a nadie. Vi una mano dentro del área, que interrumpió un centro”. Cuatro años después de esa tarde en Burdeos, el juez se vio involucrado en un caso de corrupción con Joseph Blatter, por entonces presidente de la FIFA. Falleció en febrero de este año.

Una camiseta verde y un triste gol de última hora

A Nelson Tapia no le gustaba usar la camiseta verde de la selección porque creía que le traía mala suerte. La evitaba siempre que podía. Para el partido con Austria iba a salir con la amarilla, la misma del debut, pero en el camarín le dijeron que no se iba a poder porque los árbitros se iban a vestir en el mismo tono. No quedó de otra.

Fue un partido que puso a prueba la paciencia de Chile, el equipo de Acosta martillaba y martillaba intentando derribar el muro de los europeos. Tapia se desesperaba en el arco viendo los fallidos intentos de sus compañeros.

Recién a los ’70, Marcelo Salas anotó a boca de jarro luego de un cabezazo de Zamorano repelido a medias por el portero. La “Roja” tenía los tres puntos en el bolsillo. Sin embargo, cuando se jugaba el segundo minuto de descuento, Ivica Vastic recibió en la entrada del área, se giró ante la pasividad de la defensa y remató.

Nelson Tapia se quedó petrificado observando la pelota que pasaba lejos de él. El golero se desplomó y permaneció un buen rato con piernas y brazos extendidos, boca abajo. La camiseta verde hacía que se mimetizara con el pasto.

“Austria no tuvo ninguna opción y nosotros teníamos el partido controlado. Pero justo nos equivocamos en salir a romper y Vastic la clava en el ángulo. Ahí nos dimos cuenta del poco roce internacional que teníamos, porque el 90 por ciento del equipo jugaba en el campeonato local”, rememoró Ronald Fuentes en una entrevista a La Tercera.

El “Coto” Sierra y un momento generacional

A pesar de los dos empates, Chile dependía de sí mismo para avanzar a octavos de final por primera vez desde el Mundial del ’62. Los jugadores sintieron la presión y fueron carcomidos por la angustia en el partido ante Camerún. Pero a los ’21 minutos, el árbitro Lázló Vagner pita falta favorable a Chile al borde del área. Jacques Songo’o, arquero de Camerún, acomodó la barrera y aguardó por el remate de José Luis Sierra, que empezó a pulir su técnica embocando balones en las canastas de mimbre que había en la panadería de su familia.

Sierra dio dos pasos, levantó su melena noventera con la carrera y con el botín izquierdo trazó una parábola mágica que ni el salto desesperado de los hombres de verde ni la estirada elástica estirada del arquero pudieron detener. A la “Roja” después le empataron y lo pudo haber perdido. El gol de Sierra valió una clasificación.

“Fue un gol impresionante, de esos que se ven pocas veces. No pude pensar mucho y me lancé. Creo que no mucho que decir para explicar un tiro libre así. Quizá lo repetía muchas veces no le resultaba”, recordó el golero camerunés el año pasado.

El gol de Sierra se convirtió en una postal. Un símbolo para aquellos que nunca habían visto a Chile en un Mundial, una marca generacional, una joya que ha sido reconocida como uno de los mejores goles en la historia de los mundiales.

Los malos de siempre

Cada vez que Chile se ha ido eliminado de una Copa del Mundo en fases de eliminación directa, el verdugo ha vestido de amarillo. El Brasil de Ronaldo, último campeón, era el gran favorito para conquistar Francia. Chile pudo haberlos evitado si hubiese sostenido el marcador ante Italia y Austria. En octavos lo hubiese esperado la accesible Noruega.

La telaraña defensiva diseñada por Nelson Acosta fue desbaratada antes de la media hora de juego con un doblete de Cesar Sampaio. Otros dos tantos de Ronaldo remataron a Chile. El descuento de Salas ni dio ni un para un mínimo de esperanza. Sucedió lo que suele ocurrir ante los brasileños, no hubo reproches para un grupo que devolvió a Chile a la elite mundial.

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