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Tomás Hirsch: "Vengo de una familia judía, pero siempre he compartido las luchas del pueblo palestino"

Sábado 11 noviembre de 2023 | 06:01

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Agencia UNO

Hijo de judíos que migraron a Chile en el siglo pasado, el diputado Tomás Hirsch habla en exclusiva con BioBioChile y aborda su particular postura sobre el conflicto entre Israel y Hamás, que cumplió un mes esta semana. Si bien es crítico de los ataques israelíes en Gaza, también fustiga la matanza del grupo armado: "En muchos aspectos supera, incluso, lo vivido en los momentos del holocausto", subraya.

El pasado miércoles, una carta escrita por los diputados Carmen Hertz (PC) y Tomás Hirsh (Acción Humanista), fue enviada al Comité Internacional de la Cruz Roja solicitando que el organismo “interceda de manera urgente para obtener la liberación o constatar el estado de salud de la ciudadana israelí de origen chileno Mia Schem”.

Eso es lo poco y nada que ha dicho el parlamentario tras un mes de conflicto. Hasta ahora.

Hijo de Jorge Hirsch Bachrach y Lisa Goldschmidt Gilinsky, judíos alemanes que escaparon del holocausto y migraron para Chile en el siglo pasado, Tomás Hirsch, quien profesa el judaísmo, siempre ha estado involucrado en las discusiones respecto a la dramática situación vivida en el Medio Oriente.

Contrario a lo que se podría pensar, no toma una posición tajante en favor de Israel: “Si bien provengo de una familia judía, desde siempre he compartido los anhelos, las aspiraciones, las demandas y las luchas del pueblo palestino”, afirma el diputado en entrevista con BioBioChile. Y si bien reprocha los actos de Hamás, también cuestiona las acciones israelíes.

Curiosamente, en la discusión en el Congreso, ha tomado los dos bandos: participa en el comité interparlamentario chileno-palestino y también en el chileno-israelí.

Hirsch ha estado presente en la política desde los años 80. Fundó el Partido Humanista, al cual renunció en 2020, y luego creó Acción Humanista, movimiento que actualmente preside. En 1999 y 2005 postuló a la Presidencia de la República. Si bien no logró pasar a segunda vuelta, aún resuena su llamativa propaganda, en la que -en esa época- tiró la Constitución a la basura. Hoy, fija también su postura frente al plebiscito de diciembre próximo.

Pese a los años, muchos recuerdan aún su pegajoso jingle: “¿Qué micro toma Tomás?”. Desde 2018, es diputado por el distrito 11, que incluye Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea. Un espacio inusual para un parlamentario de izquierda.

“Lo que ha hecho Israel en Gaza sobrepasa todo lo aceptable”

—Diputado, usted es hijo de migrantes judíos alemanes ¿Cuál es la historia de sus padres?

Es una historia larga… Mi padre viene de un pequeño pueblo campesino en el norte de Alemania, en la frontera con Holanda. Un pueblo en el que vivían alrededor de 5 mil judíos. Él estuvo en campos de trabajos forzados y es de los muy pocos que lograron salir con vida. Se fue a Holanda, ahí obtuvo una visa y embarcó en el último barco que vino a Chile con refugiados. Sus padres fueron asesinados, todos sus tíos fueron asesinados, su abuelo fue asesinado. Llegó acá con cerca de 20 años, en una situación muy dramática y fue a vivir en un pueblito cerca de Osorno, donde trabajó como mecánico en un campo arreglando tractores. Posteriormente, se vino a Santiago y montó una industria de pernos. Nunca quiso volver a Alemania. Cuando volvió, en 1974, terminó muriendo por un error médico.

Mi madre, por su parte, era de una familia de Berlín. Cuando vieron que la situación se ponía compleja allá, la enviaron a estudiar piano en un conservatorio de Jerusalén. Después, se juntó con su familia en un puerto europeo y desde ahí vinieron a Chile porque también tenía parientes acá. Al igual que mi padre, ella perdió muchos familiares asesinados en el holocausto.

En total hemos contabilizado más de 80 parientes directos que fueron asesinados en los campos de concentración. Pero nunca, nunca nos transmitieron odio, deseos de venganza, de revancha, y eso fue un elemento muy importante en mi formación. Por el contrario, mis hermanos y yo fuimos formados para construir un mundo mejor.

—Esta semana se cumplió un mes desde que se agravó el conflicto entre Hamás e Israel ¿Cuál es su postura sobre el conflicto?

Si bien provengo de una familia judía, desde siempre he compartido los anhelos, las aspiraciones, las demandas y las luchas del pueblo palestino, puesto que soy un convencido del derecho de cada pueblo a tener su propio Estado, creo que esta es la solución para este conflicto y para que puedan convivir en paz, con tranquilidad y seguridad.

Lo que sucedió el día 7 de octubre es un horror indescriptible. Me ha tocado conocer muy de cerca situaciones específicas y puntuales de cómo fue la matanza realizada por Hamás, y la verdad es que supera todo lo imaginable. En muchos aspectos supera, incluso, lo vivido en los momentos del holocausto. Una crueldad que no tiene palabras adecuadas para ser descrita.

Por otro lado, lo que ha hecho Israel en Gaza me parece que supera también todo lo que uno puede considerar como parte de las reglas de la guerra y ha sobrepasado todo lo aceptable desde un punto de vista del respeto absoluto a los civiles y a las víctimas inocentes, que han sido su inmensa mayoría. Creo que acá la única solución pasa por la inmediata detención de toda la violencia y la liberación de todos los rehenes por parte de Hamás.

—¿Israel ha cometido crímenes de guerra?

La definición de crímenes de guerra es bien precisa y habría que estudiarla con toda exactitud. Lo mismo que genocidio y otras palabras que se han ocupado y prefiero no ocupar ninguno de estos términos. Entonces, diría que se ha cometido barbaridades, asesinado a una cantidad enorme de niños. Es inaceptable el grado de violencia y el ataque indiscriminado a la población civil. Generar un desplazamiento de millones de personas, cortar el agua, la electricidad, las comunicaciones… Es verdad también, por lo que sabemos, que Hamás utiliza espacios civiles para actuar desde ahí y eso genera una situación tremendamente compleja y complicada.

—¿Cree usted que la defensa de la causa palestina en Chile y alrededor del mundo ha llevado a un crecimiento del antisemitismo?

En primer lugar, creo que se entiende y se conoce poco de la complejísima realidad de la región y la tendencia es confundir las cosas. Eso lo he visto permanentemente. Una cosa es la causa palestina y otra cosa es la acción de grupos terroristas como Hamás, que nada favorecen sino que perjudican a la causa palestina. Me parece legítima las manifestaciones de apoyo multitudinarias que han habido en el mundo hacia la causa y para que se detenga la acción de Israel, que está matando inocentes civiles en Gaza.

Pero las personas mezclan las cosas y, lamentablemente, he visto que esta situación ha hecho crecer un antisemitismo que no se justifica en absoluto. Esto no es un problema de los judíos, es un problema que tiene que ser resuelto entre el Estado de Israel y el pueblo palestino.

Hirsch y el diálogo en los dos bandos: “Tengo que admitir que he fracasado”

—¿El gobierno chileno ha sabido posicionarse de manera correcta en relación al conflicto?

El gobierno ha condenado las acciones de Hamás y las acciones de Israel en Gaza. Pero lamento que haya llamado al embajador de Chile en Israel, porque creo que es importante que él esté allá. ¡Hay chilenos que están secuestrados como rehenes de Hamás!

Entiendo que la situación para el gobierno es compleja, porque hay en el mundo de izquierda una tendencia mayoritaria a favorecer la causa palestina, pero insisto: favorecer la causa palestina es totalmente legítimo en cualquier sector político y de ninguna manera debería implicar una postura contra el derecho total y absoluto de Israel de existir, tener fronteras seguras y de defenderse de ataques terroristas.

—Pocas horas después de los ataques del 7 de octubre, la directiva del grupo interparlamentario Palestina-Chile escribió un comunicado firmado a nombre del colectivo en el cual condena el uso del término “ataque terrorista” para referirse a los actos de Hamás. En ese momento usted afirmó que no había sido consultado sobre el texto. ¿Falta cohesión en este grupo interparlamentario? ¿El diputado Jorge Brito fue el responsable por este ruido en el grupo?

Efectivamente no fui consultado. La verdad es que ni siquiera conocí ni he recibido el comunicado completo. Nunca lo recibí. Me enteré por las redes y lamento que no me hayan consultado porque creo que es legítimo que todos sepamos, o bien, que lo firmen solamente quienes participaron de su redacción. Le manifesté al diputado Jorge Brito, que es presidente del grupo, y él me dijo que no fue quien lo redactó y quien puso la firma. Ahora, tengo que ser sincero y decir que, si bien desde hace muchos años me inscribí en los dos grupos interparlamentarios justamente como un gesto tratando de mostrar que es posible estar en ambos grupos y de ese modo generar diálogo, tengo que admitir que he fracasado. Eso no se ha dado en la práctica y tengo muy poca participación real en este grupo.

—¿Usted sabe quién redactó el comunicado?

Creo que eso habría que preguntárselo a Jorge Brito.

—¿Acaso no es una contradicción tener origen judío y formar parte del Grupo Interparlamentario Chileno-Palestino?

Esas cosas llaman la atención acá en Chile. En Israel una mayoría de la población está por la existencia de un Estado palestino. Soy parte del grupo interparlamentario palestino porque comparto la aspiración del pueblo palestino. Pero no comparto, evidentemente, y creo que nadie del grupo puede compartir, acciones violentas, acciones terroristas. Esta creencia de que uno tiene que elegir entre uno de los dos bandos, no la acepto. Si tuviera que elegir un bando, diría que soy del bando de los que buscamos la construcción de un mundo mejor y un mundo más humano en el que puedan convivir distintas razas, culturas, religiones, nacionalidades, diversidades, etc.

— ¿Qué le pareció el evento realizado por la Embajada de Israel en Chile, donde fueron divulgadas imágenes inédita sobre los ataques de Hamás a Israel? ¿Esta es la mejor manera de crear concientización de lo que ha sucedido en Medio Oriente?

Hay que buscar caminos para acercarse, buscar caminos de diálogo, de convergencia. Creo que estas imágenes, que son reales, son de una brutalidad indescriptible y no contribuyen para generar condiciones para el diálogo, sino que aumentan el dolor, el deseo de venganza y otros sentimientos que me parece que no son los más adecuados.

“Debe continuar la lucha por una nueva y buena Constitución para Chile”

—En nuestro país estamos en medio del debate constitucional. Usted fue pionero en criticar la Constitución. En su campaña presidencial, en 1999 y 2005, tiró el texto a la basura ¿Cómo ha visto el actual proceso constitucional?

Llevo 40 años luchando por tener una nueva y buena Constitución generada democráticamente. Evidentemente la Constitución que tenemos es ilegítima en su origen y en su contenido. En la forma en que fue generada y en el contenido son profundamente antidemocráticas, incluso con las reformas que se le han hecho. Y eso nos ha llevado por décadas a la necesidad de tener un nuevo texto constitucional. Por eso lo tiré a la basura. Cuando algo no funciona, uno trata de arreglarlo, es verdad, pero cuando ya no tiene arreglo, hay que botarlo. Entonces, necesitamos cambiar la Constitución, pero no por cualquier cosa. La propuesta que tenemos hoy en día arriba de la mesa significa consolidar y profundizar un modelo que viene arrastrándose desde aquellos años a través de la Constitución del 80. Y, además, genera la perversión de pretender validar ese modelo en democracia, lo que es más nocivo aún. Por lo mismo, creo que debe ser rechazada en el plebiscito de diciembre. No porque me guste la que hay, sino porque debe continuar la lucha por una nueva y buena Constitución para Chile.

—Como muchas figuras políticas han dicho ¿Esta es la última oportunidad o deberíamos intentar un tercer proceso?

De ninguna manera es la última oportunidad, pero hay distintos modos de enfrentar lo que viene. Los ríos son correntosos, pero hay partes en que tienen recodos, en que el río da una vuelta. Son los momentos en que uno puede subirse a un bote o bajarse, son los momentos en que uno puede hacer cosas. Hay que buscar el momento, hay que encontrar el modo. Las demandas del pueblo seguirán. No creo que la solución sea empezar en este momento un tercer proceso similar a los anteriores, con una nueva convención. Por ahora creo que lo que vamos a tener que hacer, si es que gana el rechazo, es trabajar fuertemente en reformas estructurales al modelo. Salud, educación, pensiones, tributaria, descentralización… Pero ya llegará el momento, porque las demandas, insisto, no estarán resueltas y el pueblo tiene la capacidad de movilización y organización para exigir que avancemos en una nueva Constitución.

Tomás Hisch
LEONARDO RUBILAR CHANDIA/AGENCIAUNO

—¿Cree usted que la decisión de hacer un plebiscito para una nueva Constitución fue apresurada? Cabe recordar que esto fue decidido en 2019 bajo presión social y en un momento impar de la historia de Chile?

Todo el proceso tiene muchos aspectos que deben ser revisados. El acuerdo del 15 de noviembre de 2019, nosotros humanistas no lo firmamos, no formamos parte, porque ya en ese momento teníamos críticas y decíamos que se estaba realizando sin la participación de los movimientos sociales, de la expresión ciudadana. Sin embargo, después participamos muy activamente, una vez que eso empezó a avanzar y se incorporaron muchos elementos que sí lo hicieron más participativo. Tan participativo que la primera convención fue básicamente una convención de independientes, ciudadanos.

Ya el segundo proceso, creo que fue apurado. Hubo una compulsión por realizarlo demasiado rápido, después de una derrota que había sido brutal a una propuesta que, desde mi punto de vista, era buena porque ponía a Chile a la vanguardia del siglo 21. No solo fue apresurado, sino que la fórmula utilizada fue una suerte de péndulo que dejó totalmente afuera de esta vez a los pueblos originarios, a los independientes. Además, el resultado de la elección de los consejeros constitucionales para el segundo proceso fue una suerte de continuidad de lo que había pasado. Entonces, nos encontramos con un Partido Republicano que arrasó en ese proceso, no teniendo en el país, ellos mismos lo reconocen, una mayoría de ese calibre. Entonces sí, creo que fue un poquito apresurado. Pero tampoco creo que uno pueda llorar por la leche derramada. No se puede ser general después de la guerra. Participé de ese proceso, así es que no estoy aquí culpando y responsabilizando a otros, sino que haciendo una reflexión de cómo se dieron las cosas.

—En 1999 usted decía que la Constitución de 1980 es “ilegal, está viciada y es nula. No sirve” ¿Sigue pensando lo mismo?

Sigo pensando que tiene un origen espurio y que eso la hace ser algo imposible como estructura básica para la sociedad chilena. Hemos logrado convivir con ella, se le han hecho muchas reformas, pero este origen espurio en cuanto a la falta total y absoluta de legitimidad democrática, y la falta absoluta de un contenido pluralista, siguen haciéndola una Constitución que no nos sirve. Mantengo estas palabras. Ahora, eso no impide que vivamos bajo el mandato de esa Constitución. Soy diputado y por lo tanto estoy legalmente y constitucionalmente obligado a cumplirla. Pero jamás voy a dejar de luchar por cambiarla.

—¿Es mejor o peor la propuesta actual?

Con todo respeto, esta pregunta es tramposa. El tema no es cuál de las dos es peor. La Constitución vigente hoy en Chile es mala y no permite que el país pueda proyectarse adecuadamente al futuro. La propuesta que nos están haciendo es mala y no permite que Chile pueda proyectarse adecuadamente al futuro. Así que para mí no es un tema de competencia. Y quiero ser muy claro, cuando digo que voy a votar En Contra de la nueva propuesta, no estoy diciendo que me parezca buena la que hay. No. La solución que se está dando para esta mala Constitución no es una buena solución.

“A los humanistas nos miraban como ultrones. El tiempo nos dio la razón”

—Con los años, su propaganda presidencial se hizo icónica ¿Siente que el tiempo le terminó dando la razón?

Los humanistas somos ucrónicos, una palabra poco conocida, que significa que planteamos cosas antes de tiempo. Desde antes del 99, veníamos planteando la necesidad de transformaciones estructurales profundas. Por décadas recorrí el mundo impartiendo una charla que llamaba “Los Fracasos del Éxito”. Chile se vendió internacionalmente como el país del éxito neoliberal. Claro, los que publicitaban eso eran, por supuesto, los que se beneficiaban de los grupos económicos, los sectores más acomodados de la sociedad. Nunca tuvieron la oportunidad los pueblos originarios, las mujeres, los adultos mayores, los jóvenes estudiantes de salir al mundo a explicar los fracasos.

Durante muchos años, a nosotros nos miraban acá como utópicos, ingenuos, ultrones, viviendo lo imposible. Lo que planteamos en el año 99, que en ese momento generó escándalo cuando yo tiré la Constitución a la basura, muchos académicos y otros dijeron: “¿Cómo alguien va a tirar la Constitución a la basura? Esto es inaceptable”. Bueno, el tiempo nos dio la razón. En esa época, si tratábamos de hacer una movilización por una nueva Carta Magna, muy poca gente se sumaba. No es un tema muy sexy hacer una marcha por una nueva Constitución. Es distinto a una marcha por mejores condiciones de salud, educación, pensiones… Nuestra campaña presidencial del 99 tuvo cuatro elementos centrales: una nueva Constitución para Chile, terminar con las AFPs, un cambio a la ley minera y al sistema minero, y una transformación a la estructura tributaria. Bueno, me parece que siguen siendo totalmente vigentes y, afortunadamente, creo que hoy en día son compartidas por muchísima gente.

—Sus ideas políticas siempre las impulsó de la mano del Partido Humanista, pero terminó saliendo de él por diferencias con Pamela Jiles. Ahora que ella ya no es parte ¿Ha pensado en volver?

No salimos por diferencias con Pamela Jiles. Eso es lo que pusieron muchos de los medios. Salimos por una serie de circunstancias que nos hicieron ver que el partido estaba dejando de ser lo que había sido su proyecto original: transformador, de estilo no violento, paritario, etc. Por distintos motivos, mucha gente, sobre todo el núcleo que habíamos formado el Partido Humanista y todo el conjunto de gente más joven decidimos dar un paso al costado sin entrar en confrontación, sin entrar en descalificación. Hoy en día me parece fantástico que hayan dos expresiones del humanismo, está el Partido Humanista y está la Acción Humanista. Así como existen varias expresiones de la socialdemocracia o del marxismo. No tenemos pensado, por ahora, volver o fusionarnos.

—Tras el fracaso electoral de la diputada, el Partido Humanista estuvo al borde de la desaparición y tuvo que empezar de nuevo ¿Le gustaría que se volviera a constituir con la fuerza de antaño?

Acción Humanista, partido que yo presido, está legalizado en varias regiones y estamos concretando otras regiones más. Entiendo que el Partido Humanista vive situación similar. Tal como decía antes, me parece muy bien. No creo que esto tenga que ver con éxito o fracaso de la señora Pamela Jiles. Ella es una diputada independiente, no tiene ninguna relación, entiendo yo, con el Partido Humanista. Y tampoco veo relación con la performance electoral de esa diputada, que por lo demás salió reelecta. Lo que quedó atrás me parece que fue su posible candidatura presencial, pero no tiene que ver con eso.

— Y para terminar, en el sentido más amplio de la palabra, a día de hoy ¿Qué micro toma Tomás?

La micro de la gente que aspira a un poco más de dignidad. La micro de la mayoría de los hombres y mujeres en Chile y en el planeta que sienten que no se les está retribuyendo con justicia, con dignidad, con derechos, su aporte a la sociedad. La misma micro que he tomado toda la vida. Cuando tenía 15 años, me pasó lo mismo que a muchos. Dije ‘quiero cambiar el mundo’ y un tío me dijo que eso pasaría. ¡Eso no sucedió! Somos muchos los que queremos un mundo mejor y quiero que cuando me vaya, ojalá las cosas estén un poco mejor que cuando llegué.

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