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"Es tan agresivo el nivel de publicidad que te involucras": la sigilosa adicción a las apuestas online

"Es tan agresivo el nivel de publicidad que te involucras": la sigilosa adicción a las apuestas online

Martes 26 septiembre de 2023 | 06:00

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Agencia UNO

Ser ludópata es una perdición. Literalmente. No sólo se esfuman millones de pesos, también propiedades y familias. Y lo peor, es que ya no hace falta ir presencial a cambiar el dinero por fichas, basta el simple acceso a internet. La modalidad ahora son las casas de apuestas online, las que operan bajo total ilegalidad y regulación. Un descontrol total que no sólo ha hecho perder millones a ludópatas en la intimidad de su casa, sino que también ha hecho crecer a una población adicta al juego. "Vienen nuevas generaciones. A mi consulta llegan papás con un adolescente de 16, 17 años, que ya se metieron a estas casas de apuestas robando tarjetas de crédito de los padres", revelan los expertos.

Los negocios de Nicolás (32) eran irresistibles. Una apuesta segura que incluía hasta un 15% de ganancia en algunos casos. Tentador. Sobre todo cuando el único trabajo era invertir durante 30 días y esperar la devolución con intereses.

El discurso iba desde hacer ferias artesanales hasta importar algunos productos. Y como Nicolás tenía buen semblante, una familia emprendedora y representaba un esquema de vida responsable, las dudas ni se asomaban.

Tampoco era dar un paso en falso. Jugaba bien sus cartas y lograba proyectos grandes cuando se lo proponía. Eran movidas inteligentes. Él es inteligente. Por eso las personas depositaban su confianza en él con transferencias de hasta 300 mil pesos. Y funcionaba bien, hasta que terminaba el mes y ni las ganancias ni el préstamo afloraban.

Pero no desaparecía de la tierra. No era un bandido tampoco. La otra mejilla —como siempre— la terminaban poniendo sus padres para asumir sus deudas y asunto zanjado, al menos para el que invirtió. El problema permanente quedaba en la vida de Nicolás, quien ensimismado intentaba recuperar el dinero de la misma forma que lo perdió: en apuestas online.

Las primeras manos

El Nicolás de niño era competitivo. Le gustaba jugar y sobre todo le gustaba ganar. A diferencia de sus tres hermanos, él demostraba un ambición mayor cuando las partidas de lotería o dominó incluían un par de monedas. El primer episodio grande llegó a sus 17 años. Estaba de intercambio en Estados Unidos y ocupó la tarjeta de su padre para apostar 2 mil dólares.

En Chile no se detuvo. Al principio era un secreto bien guardado porque podía manejarlo económicamente. La desesperación llegó cuando los préstamos que pidió a sus cercanos no los pudo devolver y la banca rota en la que estaba hundiéndose lo tenía hasta el cogote. Nicolás es ludópata. Por eso sus padres intervinieron con tratamientos en el Schilkrut, un centro de rehabilitación que costaba un millón y medio mensual.

Sus recaídas fueron incontables, aunque la última fue una de las peores, hace seis meses, cuando vivía en Concepción. Le costó la separación de1 su pareja y una orden de alejamiento de su hija. Pidió cinco millones a prestamistas ilegales que los amenazaron en la puerta de su casa.

Sus padres, una vez más, pagaron todo y le dieron un ultimátum: se tenía que devolver a Los Andes y trabajar con ellos.

—La cosa es difícil cuando se trata de tus hijos —describe Marcia, su madre— Ha sido terrible, terrible. Todo lo que te puedo decir es poco porque realmente para nosotros es una constante preocupación. Todos los días. Porque hemos visto que puede ser en cualquier momento, tú le puedes inclusive a veces ver bien, y puede estar con la necesidad de apostar.

En algunos casos lo detectan. Cuando Nicolás se muestra ansioso, irritable o cuando esquiva la mirada y no habla. Señal clara que busca apostar online. En otras imposible. Por eso ahora le quitaron el celular y cualquier acceso a internet. Los notebook de la casa tienen clave.

—La otra vez una psiquiatra me dijo: “Tienes que achicar el espectro para que la ludopatía no tenga facilidad de tener los elementos para apostar”. Entonces, al ser tan libre en este país en las apuestas online, tienes muchas más posibilidades de seguir en la ludopatía.

“Me dolía comprar comida para mi hijo”

Francisco también es ludópata. Le da vergüenza admitir que perdió casi 200 millones. Que tuvo que vender una propiedad en el sur, que se separó y lo echaron de la casa. Ni siquiera tuvo un factor de riesgo, dice. Simplemente pasó en 2019, después de que lo despidieron de su primer trabajo y le apareció publicidad de una casa de apuesta mientras veía un canal deportivo.

Empezó como algo pequeño en la página británica Bet365. Un poco de dinero en una apuesta online que le alcanzaba para todo el mes. Luego lo duplicó, lo triplicó y al final cada juego era de mínimo un millón de pesos. Ahí mismo descubrió los casinos de la misma modalidad. Lo asume con franqueza: el blackjack y la ruleta fueron su debilidad.

—Después yo creo que he estado en 10 páginas de apuestas por lo menos —reconoce.

Betson, Betano, BetWarrior, Betway, por ejemplo.

—De repente vas jugando en una y después la otra te ofrece más. Te bonifican 500 mil y te cambias de nuevo. Te vas cambiando porque es tan agresivo el nivel de publicidad de las casas de apuestas que te involucra. Y como uno de repente está tan ilusionado de ganar dinero fácil, que no piensa, no razona.

Lo primero que usó fueron sus ahorros del banco. 40 millones. Siguió con préstamos. Más de 100. Su esposa lo descubrió en cinco oportunidades. A la sexta no dio más la batalla.

—Me pregunta “oye, ¿has jugado? Y tú dices convencido que no. Pero en realidad había apostado ocho o nueve millones en el día.

Francisco es gerente de una empresa. Cuando no jugaba le tiritaban las manos así que apostaba ahí, escondido en la oficina, como un verdadero adicto al juego. Se despreocupaba de otras responsabilidades laborales. Y familiares.

—Apostar tres o cuatro millones un día, me daba lo mismo. Pero para comprar 300 lucas de comer para darle a mi hijo, me dolía.

El 23 de abril de 2023 fue la última vez que jugó.

—Estoy asumido que estoy enfermo, que la ludopatía es una enfermedad. Y estoy haciendo de todo para salir adelante.

Por eso hace cinco meses llegó a la Agrupación de Jugadores en Terapia (Ajuter).

Ludopatía en la intimidad

La ludopatía es una enfermedad crónica, y si bien dura para toda la vida, en Chile todavía ni siquiera se reconoce como una patología. Por eso nació Ajuter hace 16 años en una reunión de iglesia. Luego se especializó en ludopatía y hoy es la única fundación que la trata de forma exclusiva.

Hay dos cosas claras de esto. Tiene un componente genético en la mayoría de los casos y cada vez hay más personas adictas al juego descontrolado. Por eso, si en 2018 existía un 2,2% de personas en juego problemático, al 2022 la cifra escaló a un 8,3%.

Los registros de la agrupación apuntan que el 70,4% son hombres de entre 18 y 40 años. Jugadores vulnerables psicológicamente, con patologías de base o con trastornos de ansiedad o depresión.

—Son las personas que buscan excitación rápida o inmediatez. Que ya vienen desde la adolescencia, seguramente jugando videojuegos, con muchas redes sociales, en que a un botón, a un clic, tienen una realimentación inmediata. Y lo pueden hacer en cualquier parte, y desde cualquier aparato. Y además, en espacios de intimidad, no necesitan moverse de su casa —explica Angela Carmona, psicóloga, fundadora de la Ajuter y presidenta de la Corporación de Juego Responsable.

Los jugadores en riesgo también crecieron de acuerdo a los números de la institución. Hace cinco años era un 16% y en la actualidad es un 18%.

—Sólo de pensar que van a meterse a jugar, o van a apostar en algo, ya su organismo secreta adrenalina y dopamina que va al centro del placer de nuestro cerebro. Y el cerebro nunca se olvida. Se enganchan en este golpe de adrenalina que les da cuando ganan.

La poca o nula regulación de las casas de apuestas online hacen lo suyo, sobre todo considerando que actúan bajo la total ilegalidad e incluidos menores de edad pueden entrar camuflados. Según Polla Chilena, hay un catastro de 1200 juegos ilegales. Pero eso no quita que la publicidad de estas industrias aparezcan en canales de televisión y auspicien deportes.

—Vienen nuevas generaciones. A mi consulta llegan papás con un adolescente de 16, 17 años —revela Angelica preocupada— que ya se metieron a estas casas de apuestas robando tarjetas de crédito de los padres.

Golpes de suerte

La única ley en Chile —N°19.995— es la que regula los 24 casinos físicos. Según la Superintendencia de Casinos y Juegos, tienen permitido explotar cinco categorías de juegos de azar: cartas, dados, ruleta, máquinas de azar y bingos. Y sólo para quienes tienen licencia. Dentro de esta misma normativa se detalla que no se permiten los juegos de azar —o suerte— en línea.

Según la Asociación Chilena de Juego Responsable (ACCJ), “la mayoría juega de manera responsable” y sólo el 1% escapa de esta realidad. Al menos esa es la cifra que expone su página web. Número que se contrapone con un estudio de la Facultad de Administración y Economía de la Universidad de Santiago junto a la Corporación de Juego Responsable (CJR) que detectaron que el 11,7% tiene problemas al juego.

Lo tentativo es que todas las casas de apuestas online ofrecen beneficios sólo con inscribirse y apostar. Algunas dan hasta 200 mil pesos para iniciarse en el juego. La letra chica, como siempre, es la que los amarra hasta que pierden millones.

Le pasó a Rodrigo, ingeniero civil industrial con 52 años. En su caso admite que es ludópata pero no de apuestas online, sino del casino físico, el de luces brillantes y sonido constante de monedas.

Comenzó jugando pool en la universidad. Apostaba partidas y conseguía dinero fácil. Se le daba bien. A los 25 rondaba los casinos. Al principio con amigos y después solo. En algún momento invitó a su pareja. Se sintió presionado y quizás hasta juzgado.

Fueron años de apostar manos de hasta 200 mil pesos. Entremedio visitaba psicólogos. Su vida la describe en tres procesos y suma el total: 150 millones perdidos.

—El solo hecho de sentir que en algún momento podía venir el golpe de suerte seguía yendo —confiesa.

Jugar para perder

Nunca pudo comprarse una casa y ahora vive con sus padres. En mayo del año pasado fue la última vez que jugó y la plata que usaba para las máquinas ahora es para pagar deudas eternas. Cerró todas sus tarjetas y se autoexcluyó del casino.

Tampoco fue un proceso a la ligera. Sus padres se enojaron, se separó y ahora intenta recuperar la relación con su hija de 17 años, quien según Rodrigo, también tiene rasgos de adicción.

—Yo estaba destruido. Estaba mal, mal. (…) Mis papás se preocuparon mucho. No entendían un poco el tema, pero ellos tampoco entendían que yo estaba enfermo. Mi padre siempre me decía, eres ingeniero, ¿cómo no te das cuenta que estas son probabilidades?

La vergüenza ya se le pasó y ahora busca recuperar amistades viejas. De entrada les prohibió que le volvieran a prestar dinero. Lo único que todavía no puede hacer es perdonarse.

—Siento que cuando termine de pagar mi deuda completa a todos, voy a estar un poco más tranquilo y ahí voy a iniciar el proceso de este perdón o esta aceptación —finiquita.

La conducta adictiva es destructiva, obsesiva y compulsiva. Una bomba atómica que cae, como describe Angela, y destruye a todos los cercanos. Algunos se recuperan y otros no. Pasa lo mismo con las familias. No siempre pueden perdonar.

Lo primordial, afirma la experta en adicción, es capacitar desde temprana edad. Enseñar y sensibilizar sobre ludopatía. Eso como una forma de que el Estado mueva las cartas en el asunto. Lo que realmente quiere es otra cosa.

—Mira, yo te diría así como bien inocente, que no dejaran entrar estas casas de apuestas deportivas en Chile. Pero sé que no va a poder ser porque el poder que tienen y la parte económica, es impresionante. Pero que no haya publicidad en los medios de comunicación. Que no hayan bonos de bienvenida. No puede ser que funcionen con las mismas reglas que tiene la Superintendencia para todos los casinos legales en Chile.

La Superintendencia de Casinos y Juegos no respondió las consultas para este reportaje

  • Todos los nombres en este reportaje, con excepción de Angela, fueron cambiados por petición de los involucrados.
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