Alexis Rosenfeld

La agonía de Fluker, la ballena sin aleta que muestra el daño que los humanos le hacen a su especie

26 julio 2020 | 16:36

Fluker es una ballena jorobada conocida por los científicos del Mediterráneo, quienes se han encontrado con ella en más de una oportunidad en el santuario marino de Pelagos, una zona protegida entre Italia, Francia y Mónaco.

Su gran característica es su aleta caudal amputada, parte de la cual perdió tras chocar con un barco pesquero y el resto en agosto del año pasado, según se especula, al enredarse en una red usada.

“Nosotros lo conocimos en 2006 y lo vimos dos veces ese año. Tiene una historia muy singular ya que muchos animales guardan cicatrices de su encuentro con humanos pero un rorcual amputado de esa manera es muy poco frecuente”, aseguró Denis Ody, responsable del programa de cetáceos del WWF en Francia, según consignó el portal RFI.

“En ese momento pensamos que iba a morir en pocas semanas. Pero por sorpresa lo volvimos en ver en 2020”, agregó.

Hace algunas semanas Fluker fue divisado nuevamente, y su estado actual dejó en shock a todos. El fotógrafo marino Alexis Rosenfeld, se encontró con el rorcual azul agonizante.

“Estaba muy delgado y cubierto de parásitos que aprovechaban de su debilidad”, afirmó, agregando que “nada con dificultad y respiraba una sola vez por minuto”.

“Flucker es el embajador de las ballenas del Mediterráneo y del trato que se les da”, sentenció el fotógrafo.

Según Ody, Fluker “sobrevive con sus reservas propias ya que no puede alimentarse”, por lo que no hay esperanzas que tenga un final favorable.

Pero Fluker no es el único caso que existe, ya que son decenas los rorcuales azules -el segundo animal más grande del mundo- que sufren heridas mortales por choques con barcos de pesca o al enredarse con las mallas que dejan.

Sólo en Pelagos, donde Fluker suele aparecer, mueren entre 10 y 40 rorcuales en accidentes relacionados con embarcaciones.

Por esta misma razón, la WWF está preocupada y recomienda limitar la velocidad de los barcos en la zona a unos 20 kilómetros por hora, que se utilicen sistemas anti colisión para detectar la presencia de animales y lanzar una campaña para recolectar las redes usadas y usar otras que sean biodegradables.

Pero esto no es tan fácil ya que se necesita el apoyo de los gobiernos de Italia y de Francia. “El santuario Pelagos es una zona con muchos flujos marítimos. Este tráfico aumenta cada año en un 4% y esto va a volver imposible la convivencia con los animales” sentenció Ody. “Debe reconocerse el santuario Pelago como una zona marítima vulnerable”, cerró.