La ranita chilena que desafía nuestro concepto de maternidad y que está en serio peligro

Jueves 25 junio de 2020 | Publicado a las 10:51

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La ranita de Darwin es un anfibio chileno que vivía libremente en los bosques entre Concepción y la región de Aysén.

Vivía, porque el avance y desarrollo urbano, comercial e industrial nacional la llevó a ser considerada una especie en peligro, de acuerdo al Ministerio de Medio Ambiente.

No obstante, en 2008, el zoólogo Juan Carlos Ortiz comenzó a trabajar con algunos ejemplares en su laboratorio de la Universidad de Concepción, lo que con el tiempo se tradujo en un esfuerzo de conservación que incluso acuñó financiamiento internacional.

En concreto, se trata del Centro de Reproducción de Ranitas de Darwin, iniciativa que recibió apoyo monetario del Zoológico de Leipzig en Alemania, en la cual se simularon las condiciones de su hábitat y se dio inicio a un proyecto de reproducción.

Pero aquello costó. Y varios años. Debido a ello, de acuerdo a Montaraz, que resumió casi una década de investigación y trabajo acerca de este animal en un documental de seis minutos, hoy se pretende liberar algunos ejemplares en los bosques locales.

Aquello como una “acción concreta de conservación” para evitar una baja en su ya alicaída población.

No obstante, la presencia del ser humano en el lugar donde se supone que debe vivir sigue siendo una de sus principales amenazas.

Maternidad

Dentro de las características únicas de la ranita de Darwin está el hecho que, tras el apareamiento, es el macho quien permanece cerca de los huevos.

Luego, aproximadamente al mes, este los ingiere y los lleva en su boca por unos 50 días, hasta que expulsa a sus crías.

El proceso en cuestión se llama neomelia y termina con el nacimiento de pequeñas ranitas que están listas para la vida silvestre, donde principalmente se alimentan de larvas.

Chile contaba con otra especie de ranita de Darwin, la Rhinoderma rufum.

Esta vivía más al norte, pero la severa modificación y destrucción de su ecosistema llevaron a su población a desaparecer de los registros especializados.

Según un archivo del Ministerio de Medio Ambiente, esta especie fue observada por última vez en 1990, cerca de Concepción, aunque los avistamientos regulares terminaron en 1978.

Esta ranita vivía en quebradas húmedas y sombrías, cubiertas de vegetación; bajo piedras y entre la vegetación húmeda cerca del agua.

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