Humo negro en el vaticano: Comienza el cónclave en medio de incertidumbre y cambios históricos

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La primera fumata desde la Capilla Sixtina revela que aún no hay acuerdo para elegir al sucesor de Francisco. Lucrecia Enríquez, académica del Instituto de Historia UC, analiza los desafíos y las particularidades de este cónclave.

Miércoles 7 de mayo de 2025 quedará marcado en la historia como el día en que se dio inicio al cónclave para elegir al nuevo líder de la Iglesia Católica tras el pontificado de Francisco. La expectación mundial se centró en la primera señal desde el Vaticano, y la fumata negra, visible pasadas las nueve de la noche (hora de Roma), confirmó lo que muchos anticipaban: aún no se alcanza el consenso necesario para obtener los 89 votos que definan al próximo Papa.

Loreto Álvarez, en conversación con Lucrecia Enríquez, académica del Instituto de Historia de la Universidad Católica, profundizó en los detalles históricos y las implicaciones de este momento crucial para la Iglesia. “Uno empieza a leer la historia de los cónclaves, por ahí en 1200 hubo uno que duró más de 30 meses”, recordó la profesora Enríquez, destacando la variabilidad en la duración de estos procesos a lo largo del tiempo.

Consultada sobre la demora en la primera fumata, Enríquez señaló: “Bastante, más de lo presupuestado, efectivamente se decía que tenían que estar en la cena a las 8 de la tarde, según lo que vimos terminó recién o el humo salió a las 9 de la noche, entonces fue mucho más largo”. La académica planteó algunas posibles razones para esta dilación, incluyendo el elevado número de cardenales electores: “Son 133 que votan, 108 nombrados por Francisco… nos podemos imaginar cuánto tardan, lo que yo escuché es que hasta dentro de la capilla Sixtina tienen que caminar 50 metros, entonces son 50 metros de ida, 50 metros de vuelta, 133 personas, realmente es larguísimo”.

La conversación también abordó la representación de la película “Conclave” y su posible cercanía a la realidad del proceso. “Yo creo que muestra el interior del conclave en el sentido de cómo es la votación, después cuando vuelven a descansar a Santa Marta, que comparten las comidas, conversaciones”, explicó Enríquez, aunque advirtió que el secretismo del proceso impide conocer la dinámica interna con certeza. “El cónclave es para votar. Las conversaciones, los acuerdos, todo lo compartieron antes, esto que se llama informalmente como precónclaves”.

Un cambio significativo en este cónclave es la composición del colegio cardenalicio, marcado por las designaciones de Francisco. “El 80% los nombró Francisco, eso es bien interesante y abrió el espectro geográfico”, afirmó la historiadora, mencionando la inclusión de cardenales de lugares como Papúa, Tonga y Cabo Verde, lo que disminuye la tradicional preeminencia europea. “Vamos a ver qué aportan y cómo votan, eso también es realmente algo imposible de predecir”.

En cuanto a los llamados “papables”, Enríquez se mostró cautelosa: “Depende mucho, la verdad es que no se sabe qué puede pasar, es inédito el cónclave”. Mencionó algunos nombres que circulan, como Parolin y el cardenal de Filipinas, pero subrayó la incertidumbre ante la diversidad de orígenes y perspectivas de los cardenales electores. “Quién se atreve a decir cómo van a votar estos nuevos cardenales?”.

Finalmente, la académica destacó cómo Francisco rompió con tradiciones en la designación de cardenales, ampliando la representación geográfica y eligiendo figuras fuera de los arzobispados tradicionalmente cardenalicios. “Entonces hay otros criterios, rompió contradicciones esperables, amplió el rango geográfico de los que pueden elegir y ser elegidos, entonces la verdad es que especular qué es lo que va a pasar dentro es complejo”.

Con el cónclave en curso y la incógnita sobre el próximo líder de la Iglesia Católica, el mundo observa atentamente las señales que emanen del Vaticano, consciente de que se está escribiendo un nuevo capítulo en la historia del catolicismo.

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La primera fumata desde la Capilla Sixtina revela que aún no hay acuerdo para elegir al sucesor de Francisco. Lucrecia Enríquez, académica del Instituto de Historia UC, analiza los desafíos y las particularidades de este cónclave.

Miércoles 7 de mayo de 2025 quedará marcado en la historia como el día en que se dio inicio al cónclave para elegir al nuevo líder de la Iglesia Católica tras el pontificado de Francisco. La expectación mundial se centró en la primera señal desde el Vaticano, y la fumata negra, visible pasadas las nueve de la noche (hora de Roma), confirmó lo que muchos anticipaban: aún no se alcanza el consenso necesario para obtener los 89 votos que definan al próximo Papa.

Loreto Álvarez, en conversación con Lucrecia Enríquez, académica del Instituto de Historia de la Universidad Católica, profundizó en los detalles históricos y las implicaciones de este momento crucial para la Iglesia. “Uno empieza a leer la historia de los cónclaves, por ahí en 1200 hubo uno que duró más de 30 meses”, recordó la profesora Enríquez, destacando la variabilidad en la duración de estos procesos a lo largo del tiempo.

Consultada sobre la demora en la primera fumata, Enríquez señaló: “Bastante, más de lo presupuestado, efectivamente se decía que tenían que estar en la cena a las 8 de la tarde, según lo que vimos terminó recién o el humo salió a las 9 de la noche, entonces fue mucho más largo”. La académica planteó algunas posibles razones para esta dilación, incluyendo el elevado número de cardenales electores: “Son 133 que votan, 108 nombrados por Francisco… nos podemos imaginar cuánto tardan, lo que yo escuché es que hasta dentro de la capilla Sixtina tienen que caminar 50 metros, entonces son 50 metros de ida, 50 metros de vuelta, 133 personas, realmente es larguísimo”.

La conversación también abordó la representación de la película “Conclave” y su posible cercanía a la realidad del proceso. “Yo creo que muestra el interior del conclave en el sentido de cómo es la votación, después cuando vuelven a descansar a Santa Marta, que comparten las comidas, conversaciones”, explicó Enríquez, aunque advirtió que el secretismo del proceso impide conocer la dinámica interna con certeza. “El cónclave es para votar. Las conversaciones, los acuerdos, todo lo compartieron antes, esto que se llama informalmente como precónclaves”.

Un cambio significativo en este cónclave es la composición del colegio cardenalicio, marcado por las designaciones de Francisco. “El 80% los nombró Francisco, eso es bien interesante y abrió el espectro geográfico”, afirmó la historiadora, mencionando la inclusión de cardenales de lugares como Papúa, Tonga y Cabo Verde, lo que disminuye la tradicional preeminencia europea. “Vamos a ver qué aportan y cómo votan, eso también es realmente algo imposible de predecir”.

En cuanto a los llamados “papables”, Enríquez se mostró cautelosa: “Depende mucho, la verdad es que no se sabe qué puede pasar, es inédito el cónclave”. Mencionó algunos nombres que circulan, como Parolin y el cardenal de Filipinas, pero subrayó la incertidumbre ante la diversidad de orígenes y perspectivas de los cardenales electores. “Quién se atreve a decir cómo van a votar estos nuevos cardenales?”.

Finalmente, la académica destacó cómo Francisco rompió con tradiciones en la designación de cardenales, ampliando la representación geográfica y eligiendo figuras fuera de los arzobispados tradicionalmente cardenalicios. “Entonces hay otros criterios, rompió contradicciones esperables, amplió el rango geográfico de los que pueden elegir y ser elegidos, entonces la verdad es que especular qué es lo que va a pasar dentro es complejo”.

Con el cónclave en curso y la incógnita sobre el próximo líder de la Iglesia Católica, el mundo observa atentamente las señales que emanen del Vaticano, consciente de que se está escribiendo un nuevo capítulo en la historia del catolicismo.