El 9 de agosto de 1910, el ingeniero estadounidense Alva John Fisher patentó la primera lavadora eléctrica. Este primer modelo incorporaba una caja de cambios que invertía periódicamente el sentido de giro, un antecedente directo de las lavadoras automáticas programables que hoy conocemos.
115 años en los hogares del mundo.
Antes de Fisher, hubo varios intentos por mecanizar el lavado de ropa. En 1691, el británico John Tizake patentó un artilugio capaz de lavar golpeando la ropa y elevando el nivel del agua, mientras que en 1766, el alemán Jakob Wiesenthaler fabricó sesenta lavadoras manuales con manivela. Sin embargo, estas máquinas requerían un gran esfuerzo físico.
A principios del siglo XX, el lavado seguía siendo una tarea ardua y demandante. Fisher, nacido en 1862 en Chicago y graduado como ingeniero en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, decidió idear un sistema que automatizara el proceso. En 1906 presentó su primer prototipo y fue perfeccionándolo con un tambor que cambiaba de dirección automáticamente, conectado a un motor en un tanque con agua y jabón.
El invento fue patentado con el número 966.677 el 9 de agosto de 1910. Cuatro años más tarde comenzó su fabricación en serie, transformando la vida doméstica. Aunque en sus inicios la ropa debía escurrirse a mano, con el tiempo se incorporaron mejoras como centrifugado, calentamiento de agua y programadores automáticos.
Alva John Fisher falleció en febrero de 1947, pero su aporte marcó un antes y un después en la historia de la vida cotidiana. Desde aquella patente de 1910, la lavadora eléctrica se convirtió en un símbolo de modernidad y de alivio para millones de hogares en el mundo.
En este video, Niabldo Mosciatti nos cuenta la historia de la primera lavadora eléctrica patentada.