Guido Arroyo se reencuentra con su Valdivia natal en "La Magia del Sur"

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En su colección “Surcos del Territorio”, la editorial La Pollera recoge las vivencias y percepciones de autores que han crecido en ciudades o pueblos fuera de Santiago.

Uno de estos libros no ficción es “La Magia del Sur”, en el que Guido Arroyo confronta sus recuerdos y vivencias en Valdivia (donde nació en 1986), luego de más de 20 años en Santiago.

Guido ha publicado poemarios como “Cerrado por Derrumbe” (2008), “Zonas de Excavación” (2011), “La Música del Hielo” (2022) y un volumen de prosas “La Poesía chilena no existe” (2020). Además, a los 19 años creó el sello Alquimia.
Para conversar sobre “La Magia del Sur” estuvo en el programa “Del Fin del Mundo”, de TV BioBio, con Ana Josefa Silva y Marco Antonio de la Parra.

“Llegué a Santiago con toda la impronta Martín Rivas”, bromea de entrada. Guido estudió literatura y se transformó prontamente en editor. “Me gusta eso de estar solo editando, en silencio, un libro. Mi otro yo, el escritor no lo tomo tan en cuenta. Hace tres año La Pollera se acercó a proponerme que escribiera un libro sobre Valdivia, porque fui criado y me formé allá. Hice una escálela ¡y fracasé rotundamente!”. Claro, porque el sentido de estos relatos es otro: “No puse las costuras íntimas que es por donde va el libro”.

Eso es lo que quedó acá: lo personal, los mundos vividos; por ejemplo, el mundo evangélico, con sus padres vestidos correctamente, tal como aparecen en la foto de la portada.

“Mi padre y mi madre son ambos teólogos de línea bautista. Y la editorial me dijo: ‘cuenta esto’. Ahora mucha gente me comenta: ‘oye yo también pasé lo mismo’ ”.

Como parte de esta formación y actos, a los 12 años empezó a hacer un programa radial; y a los 15 formó parte del Centro de Alumnos de su colegio.

Por ahí aparecen las cartas magic, las mesas de pool, el festival de cine gay, la lluvia y los paraguas.
“Al inicio empecé a pensar en los hitos de la ciudad (el terremoto, el festival de cine), luego de me di cuenta que era mejor narrarla desde estos focos más peculiares”.

“Son mundos que no tienen tanta visibilidad. Eso fue: adentrarse en ese pasado y mirarlo con la distancia del tiempo”.

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En su colección “Surcos del Territorio”, la editorial La Pollera recoge las vivencias y percepciones de autores que han crecido en ciudades o pueblos fuera de Santiago.

Uno de estos libros no ficción es “La Magia del Sur”, en el que Guido Arroyo confronta sus recuerdos y vivencias en Valdivia (donde nació en 1986), luego de más de 20 años en Santiago.

Guido ha publicado poemarios como “Cerrado por Derrumbe” (2008), “Zonas de Excavación” (2011), “La Música del Hielo” (2022) y un volumen de prosas “La Poesía chilena no existe” (2020). Además, a los 19 años creó el sello Alquimia.
Para conversar sobre “La Magia del Sur” estuvo en el programa “Del Fin del Mundo”, de TV BioBio, con Ana Josefa Silva y Marco Antonio de la Parra.

“Llegué a Santiago con toda la impronta Martín Rivas”, bromea de entrada. Guido estudió literatura y se transformó prontamente en editor. “Me gusta eso de estar solo editando, en silencio, un libro. Mi otro yo, el escritor no lo tomo tan en cuenta. Hace tres año La Pollera se acercó a proponerme que escribiera un libro sobre Valdivia, porque fui criado y me formé allá. Hice una escálela ¡y fracasé rotundamente!”. Claro, porque el sentido de estos relatos es otro: “No puse las costuras íntimas que es por donde va el libro”.

Eso es lo que quedó acá: lo personal, los mundos vividos; por ejemplo, el mundo evangélico, con sus padres vestidos correctamente, tal como aparecen en la foto de la portada.

“Mi padre y mi madre son ambos teólogos de línea bautista. Y la editorial me dijo: ‘cuenta esto’. Ahora mucha gente me comenta: ‘oye yo también pasé lo mismo’ ”.

Como parte de esta formación y actos, a los 12 años empezó a hacer un programa radial; y a los 15 formó parte del Centro de Alumnos de su colegio.

Por ahí aparecen las cartas magic, las mesas de pool, el festival de cine gay, la lluvia y los paraguas.
“Al inicio empecé a pensar en los hitos de la ciudad (el terremoto, el festival de cine), luego de me di cuenta que era mejor narrarla desde estos focos más peculiares”.

“Son mundos que no tienen tanta visibilidad. Eso fue: adentrarse en ese pasado y mirarlo con la distancia del tiempo”.